Jueves, 26 de mayo de 2005 | Hoy
¿SERá EL AGUA?
Más allá de la prehistoria de La Cofradía y la influencia decisiva de Virus y Los Redondos, en la capital de la provincia de Buenos Aires siempre se cocinan canciones de buena cepa. He aquí un repaso de lo que resuena entre las diagonales, que es mucho y está a la espera de dar el zarpazo.
Por Yumber Vera Rojas
Por Yumber Vera Rojas
Sin desentenderse de su historia reciente, que ofreció dos líneas de trabajo dentro del desarrollo del rock nacional que aún atrapa a tiernos mancebos (encarnadas en Virus y los Redondos), la ciudad de La Plata guarda el movimiento de rock más independiente y con identidad del país. Tras algunas advertencias de sus bandas, que progresivamente penetran Buenos Aires, se divisa, luego de la representación que cumplieron Peligrosos Gorriones en los ‘90, el advenimiento de la próxima gran agrupación. Oscar Jalil, periodista, curador y brazo fuerte del rock platense, ofrece una radiografía de su actual investidura: “No existe un movimiento de rock platense como tal, es más bien un conglomerado de grupos donde existe una afinidad, variantes y donde la influencia universitaria recrea y renueva el ambiente. La Facultad de Bellas Artes es un centro importante. La Cofradía, Virus y los Redondos se criaron estando en Bellas Artes o cercanos a ella. No es un rock intelectual, pero sí está conectado a diferentes disciplinas y a la vida universitaria. Hubo momentos muy fuertes a fines de los ‘60, comienzos de los ‘70, en los ‘80, luego se diluyó un poco y a principios de los ‘90 también fue intenso. Después de 2001, cuando veías que todo estaba muy mal, hubo un auge. El ambiente se va renovando constantemente”.
Según la fábula, los grupos que se animan a cruzar la avenida 32 son los que trascienden. “En otras épocas tardabas una hora y media en llegar a Buenos Aires. Gracias a la autopista se recortó. Esa cercanía está muy buena, pero la ciudad no deja de ser un pueblo grande. Sufre las mismas inclemencias de una ciudad del interior. Tiene muchos empleados públicos, y no es próspera a nivel económico.” Se cultiva el interés por la originalidad. “Los grupos que trascendieron de acá no repiten una línea. Tal vez Las Canoplas sean más influyentes que los Redondos en algunos aspectos, debido a su actitud rupturista. Monstruo, una banda nueva, es una mezcla entre Billy Bond y Soda Stereo. Manejan niveles de ironía y provocación. Acá se toman las cosas en serio. Hay un nivel de exigencia. En La Plata tenés una escena heavy metal, quizá la más castigada porque no encuentra lugar; una escena hardcore minimizada que tuvo a grupos como Pensar o Morir y una escena reggae muy fuerte con Negusa Nagast, El Ombú y Encía Sangrante.”
Las convocatorias importantes a recitales comenzaron entre 2001 y 2002 con Guasones y Don Lunfardo. “Eso no existía antes en La Plata, y sin la autorización de Capital. Don Lunfardo tiene el problema de una banda grande para poder tocar acá. Están cerca de la Bersuit y Molotov. Editan sus discos y los venden entre sus fans. Tienen un laburo de conexión y acercamiento interesante.” Mientras Radio Universidad estimuló la creación de un circuito de promoción independiente, los medios gráficos, pese a que existe una escuela de periodismo, no agitan la escena. No obstante, apareció una importante cantidad de sellos independiente que, incluso, llegaron a segmentar esta avanzada. “Mandarina Records está dedicado al rock experimental. Cala Discos tiene una variante electrónica, una de rock latino y una cosa más rockera. Radio Universidad armó un sello para hacer el disco tributo a Virus, pero está el proyecto de hacer esto mismo con Oktubre, de los Redondos.”
Una de las características del rock platense es su individualismo. Asegura Jalil: “La Plata tiene una sensación cosmopolita. Hay una arrogancia de saber que son buenos y que están haciendo algo interesante. No sé si hay un sonido,hay una cuestión platense en la estética, la escenografía y en lo que se dice. El punk de acá es inteligente, pero me parece que se perdió la escena electrónica. Acá no se casan con las tendencias”. La incertidumbre alimenta el interés de la proximidad. “Estelares es la banda que tiene que explotar. En La Plata tocan para mucha gente. Juanchi (Pericos) pulió ese costado. Nerd Kids es uno de los grupos chiquitos quetiene algo importante para decir. No sé si hay una banda como Norma en Capital, con buenas letras y melodías. Psicovendetta es la única banda que no maneja los clichés de los grupos argentinos de hip hop. Los Hermanitos Kaisser son muy divertidos. Lo que falta en La Plata, si no llega avalado por un sello o una nota superlativa, como que la gente no le da bola.”
El killer hip hop es una etiqueta que se ajusta a su obra, pues atentan indiscriminadamente contra los estereotipos del género. Sus cantantes ni siquiera acusan recibo del término MC. Señala Sebastián Domínguez (alias Doma), uno de los vocalistas: “Aunque nos gustan muchas bandas de hip hop, nunca enganchamos esa retórica. Me cago en el hip hop porque lo nuestro no tiene nada que ver. En La Plata tocamos con grupos de heavy, punk y pop. En Buenos Aires, los raperos nos dijeron que éramos muy electrónicos, los electrónicos nos dijeron que éramos muy raperos y los rockeros nos dicen que nos falta el batero”. En una primera lectura, el trío platense ofrece un menjunje de Wagon Christ, Beck, The Beta Band, Beastie Boys y hasta de la tez austera de Happy Mondays: “Se trata de hip hop y muchas otras cosas más. Las referencias no las tenemos muy claras. Todas esas influencias pegan desde un lado inconsciente. En vivo es mucho más rock: somos dos voces, una guitarra y disparamos las pistas desde un CD”, ilustra Doma, a quien Cerati invitó en su show en el Teatro Argentino de La Plata. Creados en 1998, ya tienen cuatro producciones. Publicado en 2005, su nuevo disco se titula Esto es así, Monkey. Igor Sparti, el otro vocalista, reseña: “Tiene que ver con la estafa de los Sea Monkeys, las llamadas de compra y venta, y nosotros, que también somos una estafa”. Su puesta está edulcorada por la ciudad. Afirma Igor: “Si no, estaríamos imitando a los de Brooklyn. Nosotros vivimos otra cosa. Acá cerca para el 273, y está bueno aprovechar eso. Si no, nadie te creería lo que hacés”.
Sus canciones, distorsionadas, melódicas y minimalistas, recrean a Ramones, The Jesus & Mary Chain y Pixies. Y es que desde chicos curten esa traslación del punk y otras yerbas. Manuel Sánchez Viamonte (alias Pantro Puto), guitarrista del grupo, indica: “Si bien existen los estereotipos, acá no se fijan en sonar como Boom Boom Kid. Existen otras bandas afines a nosotros como Grupo Mazinger, Telefón y Japón. Son grupos guitarreros que practican la canción”. Santiago Barrionuevo (alias Santiago Motorizado), bajo y voz, aporta: “La ciudad tiene sus modas propias. Embajada Boliviana es una banda platense que se dio a conocer en Capital antes de separarse. Cuando yo era chiquito los iba a ver y pensaba que eran los Ramones”. Sencillos, sus temas describen borbotones de imágenes. Explica Santiago: “Mis amigos a veces me dicen que escribo como Francisco Bochatón, y no lo veo de esa manera. Por ahí, de alguna forma, estoy influido”. El cuarteto, ideado en 2002, posee un EP y un álbum —titulado de manera homónima— que data de 2004. No sólo estuvieron en Buenos Aires, se les conoce asimismo en Bahía Blanca y Córdoba. Advierte Sánchez: “No sólo aspiramos a Capital. Existe una búsqueda por otros lados. Ahora, después de lo de Cromañón, ya no hay lugares para tocar en La Plata... aunque antes tampoco había. Pero tenemos un público que nos va a ver y compra los discos”.
Son los embajadores del reggae platense. Revela Leo Dread, vocalista del conjunto: “Parecería un buen momento para el reggae local. Después de mucho tiempo, aparecieron nuevas bandas. Somos el referente en La Plata por nuestra constancia y porque salimos a tocar a otras partes”. Fundada en 1998, la oncena pudo compartir escenario con Los Cafres, Resistencia Suburbana y Lee “Scratch” Perry, y formó parte de festivales como el Baradero Reggae Festival y el Chascomús Reggae. Su propuesta se sustenta en la conjunción del reggae roots con otros géneros jamaiquinos, el rock y los ritmos latinos. “Está bueno que la banda tenga su propia identidad.Esa es nuestra principal característica. Tratamos de no encasillarnos, porque no nos dirigimos exclusivamente al público del reggae. Queremos trascender barreras. No nos interesa bajar línea para atraer al público rastafari. Nuestras canciones no son distintas a las de ninguna otra banda de rock”. En 2003 apareció su disco debut, Rey de reyes, y en los próximos días saldrá a la venta su segundo trabajo, Mundo nuevo. “Nuestros demos nunca quedaban como queríamos. Después tuvimos la suerte de juntarnos con la gente de Karamelo Santo (Goy Ogalde), que coprodujo con nosotros el primer disco. Se distribuyó y se vendió bien. Tocamos mucho en los últimos dos años. No somos religiosos, tenemos nuestra propia idiosincrasia. En el segundo disco el mensaje está más claro, porque son canciones que pueden ser también de rock o de pop”.
En 1999, tras siete años de yeites discordantes, Federico Kempff tomó distancia del mítico grupo Siempre Lucrecia. “El tema pasa por una cuestión de gustos musicales. Eramos una banda muy indie rock. Tenía un montón de música que quería sacar, por momentos me autolimitaba y me parecía terrible darle el gusto a los 150 tipos que nos seguían. Llegó un desgaste natural, y compulsivamente empecé a componer canciones mucho más limpias y despojadas. Soy un solista con un grupo de rock tremendo. Siempre me gustaron cantautores como Aute, Nilda Fernández, Manolo García o Mikel Erentxun. El tipo raro ya fue. Ahora fumo y hago canciones. El problema acá es que todo tiene que ser rebuscado”. Es, junto con Federico y Juan Pablo Bochatón, uno de los cantautores refinados del rock platense. “Nunca terminé de cuajar el prototipo de cantautor porque no me interesa serlo. Tengo un pulso más pop rock. Por ahí, en el medio del show, me gusta agarrar la acústica y tocar tres temas. Hace como dos años que tengo un grupo estable, y eso se nota”. En 2003 lanzó su disco debut, Tardes de sol, y en el segundo semestre de 2005 saldrá su segundo álbum, Cerca mío, próximo al folk rock. “La influencia que puedo sentir del rock platense es cierta cosa gris que tiene la ciudad, melancólica por momentos. En ese aspecto puede que haya un rasgo común entre las bandas y los solistas de acá o incluso con los escritores. No obstante, tengo cierta luminosidad para escribir”.
Es el prócer del dance y la electrónica platense. “Entre 1998 y 1999 me llamaron la atención la electrónica alemana, el lounge, el breakbeat inglés, el freestyle, el ragga, y agarré un barcito donde empecé a incursionar en esos géneros que no son tan de pista. La movida fuerte se produjo en el año 2000 en un sitio llamado La Boutique, donde fui protagonista porque organizaba además de ser DJ. Se acercaba al ruidismo, minimal, IDM y breakbeat. Estuvo muy vinculada a Bellas Artes. Pero en 2001, luego de que las marcas se asociaran a la imagen del DJ, el underground fue decayendo acá. Si bien la electrónica pasó a un formato de experimentación de banda, hoy no hay una escena dance de vanguardia en La Plata”. Sin embargo, su tesón se mantiene incorruptible. Docente y arengador, tras las bandejas la sorpresa es otro de sus rasgos. El breakbeat, el electro de la old school, el minimal techno, el reggae y el raggamuffin es la artillería de sus sets. “Bad Boy Orange me dijo que la primera vez que tuvo a 800 personas bailando drum & bass en una pista fue acá”. Residente en La Plata de De la Hostia y el Complejo Millenium, en Buenos Aires tiene una residencia mensual en las fiestas +160. Admirado por Diego Ro-K, participó en la Creamfields 2004. Aunque recién encaró el rol de productor, en 2001 lanzó su primer disco, Nuskool Breakz. Zerillovislumbra mejores tiempos para la electrónica y el dance platense: “Dentro del hip hop está La Familia, un chico que trabaja con breakbeat hiphopeado en español. Nico Daniele es un pibe que se metió con electrónica alemana y Matías Ferreira es otros de los buenos productores y DJs de acá. Incluso, Martín Karakachoff, tecladista de Peligrosos Gorriones, se aventuró en un proyecto de pista conmigo”.
El concepto de Norma trasciende lo musical. Sus canciones son paquetes informativos envueltos en una idea sintética. Ilustra Richard Bladoni, bajista de la banda: “Me dicen que es feliz, pero suena darkie. Es medio londinense. Suena a rock de dos tonos, aunque no lo es. Hacemos las cosas sencillas para que prevalezca el concepto. Las canciones son directas y hasta repetitivas”. En La Plata es bastante delgada la línea entre el under y el mainstream. Advierte el baterista Pablo Coscarelli: “No sé si La Plata es una ciudad que curte rock. Es recumbiera. Hace diez años que existe la misma movida, lo que pasa es que no tiene la llegada de ahora. Acá el garage, que hoy tiene repercusión en Buenos Aires, se mantuvo”. El vocalista y guitarrista Chivas Argüello adhiere: “Tocaba en una banda de cuatro guitarras, y de pronto me pegó el punk. Lo que los periodistas llaman under, acá no lo es. La escena de La Plata es bastante parecida. Para que exista un under, tiene que haber un mainstream. Y no lo hay. Don Lunfardo y Guasones llegaron a otras instancias por la música que hacen. Lo demás es under”. Fundado en 2003, el trío, con un single en la calle y en vísperas de su disco debut, tiene en la propia urbe la sustancia de su esencia. Afirma Chivas, cuyo tatara abuelo participó con Dardo Rocha en la fundación de La Plata: “Todos queremos a la ciudad. Los que la odian es porque no la comprenden. Pretenden más de lo que les puede ofrecer. Para ser famoso hay que ir a Buenos Aires. A La Plata tenés que agradecerle porque su calidad de vida es única. Acá está lo más importante, donde nace tu canción”.
Es uno de los personajes notables del rock platense. Evoca Diego Billordo: “Me conocían antes de lo de Osvaldo (fue protagonista de la inolvidable propaganda de Quilmes). Si bien no meto 300 personas en mis conciertos, igual saben quién soy. Aunque también conocen a Astarista y a los chicos de Norma. Como no pasaba nada en La Plata, empecé a moverme y generé un montón de cosas. Fui productor y periodista. La mitad de la gente me quiere y la otra me odia. Pero todo el mundo me ubica”. Su propuesta está a medio camino de todo. “Soy muy 2 Minutos para ser del indie rock, y para los punks soy muy El Otro Yo. Comparto ese dejo por el indie y el punk”. Este culto al ruidismo y la rebeldía sonora data de su estadía en Ned Flanders, su otrora grupo. En 2001 se lanzó como solista. “En La Plata todo el mundo tiene una banda de rock. Es normal juntarte con gente que quiere hacer música distinta, y yo tenía ganas de hacer música distinta. Las bandas platenses son de quiebre. Me fue fácil subir al escenario y hacer ruidos durante dos horas”. Dos discos, Lovefidelity (2003) y Amor es capital (2004), sustentan su obra, y tiene una banda fija que rota con frecuencia. “Tengo esa tendencia de tocar con chicas. En mi grupo soy el manager, el plomo y el sello. Las giras me alcanzan lo suficiente para autogestionarlas. Ahora voy veinte días a la Patagonia, y ya estuve en varias ciudades del interior del país y en Chile”. Radicado en Buenos Aires, Diego Billordo transpira optimismo: “Hay una frase platense que dice que todo el mundo choca contra la 32, que es como la General Paz de allá, donde nadie puede pasar. Pude salir de la ciudad, y me va bien”.
Es considerada una de las agrupaciones de mayor proyección dentro de la nueva avanzada del pop y el rock platense. Toman la inocencia del pop, la elegancia de Sergio Pángaro y cierta furia de los Redondos. Mr. Mön, vocalista de la agrupación, describe: “Somos un grupo ecléctico. Escuchamos a Los Abuelos de la Nada, Pavement, Pixies, Serge Gainsbourg, Pizzicato Five y Cornelius”. Haciendo uso del legado de Federico Moura, el cuarteto practica y predica la ambigüedad: “En nuestras canciones no sólo manifestamos eso, sino que también rendimos tributo a la inocencia. Intentamos decir mucho con poco. Ofrecemos varias lecturas. Es como el lenguaje bíblico, se lee entre líneas. Ese es el concepto pop. Por lo menos el nuestro. Cada cual puede leer su historia”. La estética es una de las características fundamentales de la banda: “El baterista y yo somos los directores estéticos. Combinamos los colores y las vestimentas con la temática animé”. Conformados en el año 2000, quedó en el pasado, o por lo menos no parece interesarle a nadie ya, su participación en el reality El Nacional, donde fueron finalistas. Poseen dos discos: su homónima ópera prima data de 2002 y la nueva producción del cuarteto, Bubble Glam, acaba de salir a la venta. Entre los invitados de este disco figuran Alejandro Sergi de Miranda! y Rosario Bléfari.
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