PITY K Y EL “CUARTO MUNDO”
› Por Santiago Rial Ungaro
Un día, Gustavo Felice (Pity K) sintió que se estaba por volver loco. Había trabajado duro para equiparse y producir sus propias canciones. Así fue como su casa se convirtió en El Espejismo, nombre del estudio que le enseñó que un 24 horas de rock puede hacer que los sueños se conviertan en pesadilla. Si su esposa y sus hermosas mellizas se vieron invadidas por la alegre y peligrosa fauna rockera, su talento se fue dispersado en cientos de producciones; sus propias canciones se terminaron volviendo espectros amenazantes que reclamaban atención urgente.
Al final cerró todo y en apenas un mes de vacaciones terapéuticas ya tenía listas las doce canciones de Cuarto mundo, el nombre de su nuevo proyecto y el de uno de los mejores discos de pop del año. Pity K tampoco se olvidó de lo artesanal. Si Tengo que dejar de verte, Solo en el espacio o Como un efecto de ficción los hubiera grabado cualquier artista con promoción, ahora estaríamos escuchándolos aquí, allá y en todas partes. “Hacer el disco fue una forma de romper mi timidez. Yo tengo canciones desde los 18 años y toco desde la secundaria. Si me equipé fue para hacer mis canciones, pero entre tanta música que hay yo me quería tomar mi tiempo para escapar de la monotonía de lo que se escucha.” La infrecuente melodiosidad de Cuarto mundo tiene como referencia ineludible a The Beatles, pero su aproximación desde lo digital hacia la electrónica más elemental (sus exploraciones electrónicas recuerdan más al primer Depeche Mode que al actual) y sus melancólicas cadencias (en sus mejores momentos recuerda al García pre-Say No More) le permiten apropiarse de algunos elementos de la música dance. De hecho, el disco fue hecho en su propia house: “Quise buscar un equilibrio entre lo que me puede gustar a mí y lo que le puede gustar a la gente. De tanto trabajar en el estudio ya sé qué es lo que suena o lo que no suena. Lo digital es una herramienta muy útil, pero no es que quiero tener una estética digital. El disco tiene armonías complejas, propias del rock clásico”, aclara Pity, que programó baterías, tocó la guitarra, el bajo, los teclados y cantó en todos los temas.
“Yo tengo prejuicios hacia la electrónica, aunque mi disco sea de música electrónica. La diferencia es que yo soy músico. La mayoría de las veces, la electrónica es más pobre que la cumbia. Pero también es cierto que ahora hay una posibilidad de bajar sonidos de Internet que tímbricamente son hermosos.” Apoyado por invitados de lujo como Juan Manuel Posse Anchorena y Jorge Leis (guitar heroes del sur profundo) y Felipe Pomponio (en violín y flauta), la infrecuente musicalidad de Cuarto mundo es tan sugerente como pegadiza. Apoyado por Fernando Ordóñez en batería y Germán Gallotti en el bajo, Pity K está listo para salir a la cancha. “Yo toqué fondo varias veces en mi vida, pero uno puede aprender de esas situaciones. Mientras hacía el disco, quería tener un espacio para mí, la utopía de hacer lo que quiero. Hay algo mágico en Cuarto mundo, siento como si no lo hubiera hecho yo.”
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