Jue 02.06.2005
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ENTREVISTA CON LOS MITICOS BERNARD SUMNER Y PETER HOOK, DE NEW ORDER

“Extrañamos el caos”

Surgidos del entierro de Joy Division, los New Order fueron uno de las grupos más influyentes de la historia del rock. Tomaron texturas electrónicas, ritmos underground bailables y apostaron a la fusión entre la new wave y el dance. “En la actualidad estamos mucho más controlados”, dicen al No en la presentación de su disco Waiting for the Sirens’ Call en el Festival Primavera Sound de Barcelona.

› Por Mariano Blejman

Desde Barcelona

lA metros del lujoso hotel Majestic, sobre el Paseo de Gracia de Barcelona, está la casa Batlló que diseñó el exótico arquitecto Antonio Gaudí con frentes curvos, bordes ondulados, hasta podría decirse que un poco lisérgicos. Desde lejos, la fachada parece hecha de calaveras y huesos. Desde cerca, las calaveras son en realidad balcones y los huesos son pilares que sostienen la construcción. Adentro del hotel de la capital catalana, en cambio, los pilares fundacionales de la música electrónica no parecen mostrar demasiado sus huesos; aunque sí denotan claramente el paso del tiempo. New Order, la banda emblemática de la escena electrónica de Manchester de principios de los ‘80, esa que sobrevivió al suicidio de Ian Curtis de Joy Division –¿o que vive un poco de él?–, que vio por primera vez cómo eran aplaudidos en escena los DJs, que se convirtió en mítica, también, al ser retratada en la delirante película 24 Hour Party People de Michael Winterbottom, está compuesta ahora por cuatro gentlemen, capaces de ser puntuales a sus propias citas, de tomar agua mineral en las entrevistas (sólo Bernard Sumner pidió un poco de vino blanco), de ser educados para responder preguntas idiotas. En fin: definitivamente, las cosas no son iguales a los imprevisibles y agitados años ‘80.

El viernes pasado, en el Primavera Sound de Barcelona, fueron las estrellas de la noche frente a 20 mil personas, donde presentaron Waiting for the Sirens’ Call (recientemente editado por Warner). Allí se despacharon también con un set de clásicos para agitar las ansias de las fieras del disco. Increíbles para unos, pobres para otros, el público estalló cuando llegaron los clásicos como True Faith y Blue Monday. Unas horas antes de la presentación en el Forum de Barcelona, los New Order se sientan y conversan en exclusiva con el No.

“Por vivir al límite casi perdemos todo”, confiesa el cantante Bernard Sumner, nacido cerca de Manchester en 1956. Sumner, el bajista Peter Hook y el baterista Stephen Morris cuentan con la extraña proeza de haber formado parte de ¡dos! de las bandas más fundamentales de la historia del rock: Joy Division, primero; New Order, después. El único nuevo es el guitarrista Phil Cunningham, que vino a reemplazar de algún modo a la tecladista Gilliam Gilbert. Surgidos del entierro de Joy Division, fueron uno de los grupos electrónicos más influyentes de los ‘80. De Blue Monday (1983), por ejemplo, se vendieron 3 millones de copias. Tomaron texturas electrónicas, ritmos underground bailables, y apostaron a la fusión entre la new wave y el dance. “En la actualidad, nos encontramos en nuestra mejor época. Estamos mucho más controlados”, dicen. Esa es la sensación que mejor expresa este nuevo orden en la vida de los mentores del dance. De hecho, el propio bajista Hook confiesa que “a veces echamos de menos el caos en el que vivíamos antes”. ¿Hasta dónde han cambiado? Tal vez sea sólo un símbolo, o un error, pero Hook tiene puesta una remera con las insignias NYPD (New York Police Department) sin haberse dado cuenta. “¡Fucking bullshit!”, blasfema mirándose a sí mismo Hook cuando el No se lo hace notar. Pero ya es demasiado tarde. Sumner lo interrumpe cada tanto, como uno de esos tíos ricos que saben invitarte a comer sin hacerte sentir demasiado culpable.

“A principios de los ‘90, con el grupo en la cima de nuestro éxito, la vida que llevábamos estuvo a punto de destruir la banda. Casi hace que nos perdamos los unos a los otros. Ibamos hechos un asco por la calle, nos encantaba vivir la noche, pero a la mañana siguiente lo pagábamos caro. En esa época era imposible que diéramos una rueda de prensa sobrios, como estamos haciéndolo ahora.” Las cosas cambian. Ahora son uno de los platos fuertes de Warner Music a nivel internacional. “Todos nuestros pasos están bastante medidos”, aseguran. “Hacemos lo que tenemos que hacer. Aunque, por suerte, en este sello podemos hacer las cosas de una manera no tan estricta. A comienzos de los ‘90, casi nos disolvemos. Hubo años realmente caóticos. Además, el principal problema era que teníamos graves problemas económicos. No nos cuadraban los números.”

Ahora, los números cuadran. En 1992, el mismo año en que Barcelona era sede de los Juegos Olímpicos, los New Order practicaban el salto al vacío (aunque todavía no lo sabían). En ese momento publicaron su último trabajo en siete años. Reaparecieron en 1999 con el rockero Get Ready. “Esa fue una grabación complicada, después de haber estado tantos años separados”, afirman. Por ello eligieron varios productores para el último trabajo Waiting for the Sirens’ Call: “Nuestro nuevo disco es mucho más New Order. En Get Ready destacaban demasiado la producción y los colaboradores, pero en Waiting... el peso de la banda es mucho más grande”.

New Order fue una banda “gurú” en la creación de simples exitosos, llevaron a las discos a miles de jóvenes, lanzaron canciones que nunca salieron en álbumes, o remezclaron singles propios. Siempre fueron escépticos a las grandes conferencias, a las entrevistas, y de hecho sus rostros jamás salían en la gráfica de los discos. Algunos creen que el diseñador Peter Saville es una especie de quinto New Order. Siempre de semiincógnito, con un sello discográfico independiente, Factory Communications, ésa fue su esencia hasta que cayeron en manos de Warner. Si Sumner o Morris vivieran en Palo Alto, Los Angeles, seguramente podrían juntarse a comer con Bill Gates y probablemente nadie notaría que vienen de mundos tan diversos. El estilo de Hook, en cambio, parece definitivamente irreconciliable con el mundo metrosexual.

El 18 de mayo pasado se cumplieron 25 años desde que Ian Curtis se ahorcó en la cocina de su mujer, Deborah. El mito Curtis creció con el tiempo, al ritmo que crecían también los New Order. Joy Division había nacido en la era punk (decidieron empezar después de un concierto de los Sex Pistols). Sin embargo, ellos buscaron atmósferas siniestras y gélidas, muy influyentes en el posterior rock gótico. Y está bien, entonces, que la entrevista suceda a unas pocas cuadras del Barrio Gótico de Barcelona, espacio que ha sido ocupado por inmigrantes ilegales llegados de tres continentes. Pero el Barrio Gótico se está alejando de sus orígenes. Ahora todo se trata de mestizaje. Eso pasa con los barrios turísticos: mantienen un lugar impostado para atraer a los extranjeros, aunque después éstos se quedan a vivir en escenarios que no existen.

Se sabe que siempre hay alguien dispuesto a llevar la tragedia al celuloide. Y ahora le tocó el turno al guionista Matt Greenhalgh y el director Anton Corbijn, que llevarán a la pantalla grande la historia de Ian Curtis bajo el nombre de Control. El film lleva un nombre que tiene bastante que ver con el espíritu de los nuevos New Order, y comenzará a rodarse en estos días, semanas después del aniversario de la muerte de Curtis. Cuenta Sumner: “Los miembros del grupo estamos colaborando con los productores y con el director. Este será un film hecho con sensibilidad y pasión, y que romperá moldes porque no se parecerá en nada a las anteriores películas sobre la vida de los músicos”. También Hook está interesado en el resultado final: “Explicará cosas que ni nosotros mismos sabemos acerca de la vida de Ian y los motivos de su suicidio”. No es la primera vez que Joy Division y New Order aparecen en un film. Ya lo habían hecho en 24 Hour Party People, que retrataba la escena musical de Manchester a comienzos de los ‘80, la vorágine alrededor del sello Factory y el club Hacienda. “24 Hour... muestra nuestro lado más festivo y divertido de esa época. Pero no creo que Control vaya a parecerse porque se centrará en una historia más humana y dramática, y no hablará tanto de nosotros como grupo”, cree Sumner. “A diferencia de 24 Hour... donde no nos invitaron, y no tenían por qué hacerlo, en Control participamos desde la creación. Será un film sorprendente. El director Corbijn tiene una idea fija: piensa que va a intentar romper moldes, tiene una vertiente más humana. Además, será revelador hablar del suicidio. En este film se trata de la vida de IanCurtis, es más heavy. El se suicidó hace mucho, y nunca tuvimos demasiado tiempo para reflexionar sobre eso. Será muy interesante volver a hablar de cosas que sólo nosotros vivimos, que nadie más puede contar.”

En el video de Krafty, el primer single de Waiting..., otra vez los músicos no aparecen en escena, retomando aquella vieja costumbre de cultivar el bajo perfil. “Generalmente nunca sabés qué va a salir de un video: sólo tenés que esperar que el editor lo termine. Aunque podemos opinar, recién lo vemos terminado. Es una lotería”, cuenta Sumner. La unión permanente con el pasado no termina en el aspecto audiovisual. En la presentación del Primavera Sound, el público explotó de música electrónica cuando los New Order tocaron temas de la primera época. “No tocamos Joy Division sólo como una forma de homenaje, no es sólo por el 25º aniversario de la muerte de Ian, sino que en realidad nos sentimos muy bien tocando esas canciones de nuevo.” Hook dice que escucha más a Joy Division que a New Order. “Closer (el segundo trabajo de la banda de Curtis) es un disco que me encanta.” ¿Cómo mantener la química en el escenario? “Estamos mucho tiempo en estudio, así que no sabemos cómo va a funcionar hasta que subimos arriba del escenario. Lo importante es que, si tenés tiempo, el público lo entenderá y sólo disfrutará de las canciones.”

Algunos creen que Get Ready invocaba una especie de impostura juvenil, algo que dejaron de lado en Waiting... “Habíamos trabajado con muchos invitados, con Billy Corgan de los Smashing Pumpkins y Bobby Gillespie de Primal Scream. En Inglaterra, algunos dijeron que no les gustaba el disco, pero en otros países gustó un poco más.” A pesar de los invitados, Get Ready no explotó como se esperaba. Y con Waiting... volvieron a sus mejores fuentes. En JetStream cuentan con la colaboración de Ana Matronic de Scissor Sisters. “Estábamos grabando en el estudio, estábamos felices, pero un colega de Warner sintió que estábamos perdiendo algo, y que Ana podía agregar eso”, cuenta Hook.

El hecho de ser un grupo mítico no es para Sumner una carga: “Llevamos 28 años de carrera. Esta empresa cada vez se convierte en un castillo más grande, y quedan cosas comunes con el pasado difíciles de evocar. También es difícil ser parte del ‘sonido Manchester’. No sé si hay un solo sonido de Manchester. Creo que hay diferentes sonidos, que es un lugar creativo y que eso es lo mejor que puede pasar. Porque es un lugar que se vuelve inspiración y la música es un camino importante para salir de allí. Desde que empezamos a hacer música, cambió también la arquitectura de la ciudad. Hay menos oportunidad de trabajo, aunque parece que hay más oportunidad para quienes hacen música o juegan al fútbol”.

El final de la conversación con New Order es poco alentador. La Argentina, hay que decirlo, no está en los planes de la banda, ni a corto ni a largo plazo. Directamente no está. De hecho, el histórico manager Andrew Robinson le cuenta al No que la única vez que estuvieron por visitar la Argentina fue en abril de 1987, después de tocar en Brasil. Pero cuando estaban por viajar estalló la rebelión “carapintada” y se cerraron los aeropuertos, Sumner y los suyos se asustaron. Entre ellos estaba Robinson, que ahora empuña una copa de agua y no tiene bien en claro si lo que sucedió en 1987 fue un golpe de Estado, un intento de golpe, si cambió el gobierno, o pasó alguna de esas cosas que suceden en los países que no forman parte del mercado central. La verdad, confiesa Robinson, “no viajamos a la Argentina porque allí vendemos pocos discos”. Y cuando escucha eso, Hook intercede como para calmar las aguas: “Tenemos que buscar un balance entre las giras, nuestras casas y la grabación”. Aunque, se sabe, todo es cuestión de saber po-nerle precio a las cosas.

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