Una noche fría, en el barrio, Hwang Li soñó que tenía una banda de rock. Y cumplió su sueño: “Palo en la calle Alibeños,/ en Balancas de Belglano./ Toy chino hasta cuando duelmo,/ el leviente ya es mi helmano,/ y soy lecontla-sensible:/ mezclo ginebla y jengible”, canta, como si fuera un Luca Prodan asiático, en una mezcla callejera de mandarín y castellano. Bajo el nombre artístico de Juan Li, hoy ya es el principal exponente rockero de la colectividad china en Buenos Aires.

Su álbum Con el chinchulín bien puesto (2005) es una notable exposición de poesía chino-argentina, encuadrada dentro de una infinita virulana de distorsión de guitarras, que hace que la obra de Jimi Hendrix parezca salida de una tímida cajita de música.

Sus primeros toqueteos con la popularidad llegaron gracias al hitazo Mi pelo, que apareciera en el 2004 en un compilado editado por la peluquería rockera Loho. La canción dice: “El chop-suey es pa’ que comple/ el tulista japonés./ Plefielo asado de tila/ o palilla con achulas:/ mejol la calne vacuna/ que mi pelo pekinés”.

Radicado desde el 2001 en el barrio chino de Belgrano (“el lioba”, como él lo llama), Li pondera el circuito argentino: “La escena lockela polteña tiene más aguante que la de Beijing”, afirma. Y advierte, polémico: “El locanlol viejita, también llamado lock chabón, ya mulió; el futulo está en la fusión de cultulas y en los génelos híblidos”.

Ahora, durante las noches, sueña que es un chico porteño que vive en China, que tiene una orquesta de tangos y que la junta con pala gracias a un puestito de choripanes y morcipanes. Pero ya no está seguro de si es Hwang Li, el rockero de Belgrano; o Juan Licastro, el tanguero de Shanghai.

* Cualquier semejanza con la realidad es un espejismo causado por el brillo del sol de junio sobre el asfalto.