Jue 07.07.2005
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SE ESTRENA “GENERACION FRANKENSTEIN”

Pedacitos de jóvenes

› Por Eugenia Guevara


Generación Frankenstein es un espectáculo con 21 adolescentes en escena, de entre 12 y 19 años, actores, músicos y bailarines. Para todos es la primera vez en escena, con una obra de esta envergadura, ante gran cantidad de público y en una sala de las características del Cubo Cultural. Lo llamativo de la historia es que la sala nació por y para este espectáculo. Jorge Vidoletti, director del espacio y generador de la idea, había tenido diferentes experiencias de trabajo con adolescentes y textos clásicos. En Rosario, hace unos años, trabajó Romeo y Julieta con un grupo de chicos y el resultado final le gustó tanto que decidió intentar lo mismo en Buenos Aires. Convocó entonces al premiado director Sergio D’Angelo, que aceptó enseguida y eligieron a través de castings al grupo que formaría la Compañía de Pequeños Clásicos.

Cuando lo tuvieron, notaron que no había en Buenos Aires una sala acorde a los requerimientos del proyecto. Mientras buscaban un inmenso galpón en el Abasto, apareció ante sus ojos una solución perfecta. Construyeron ahí el Cubo Cultural, un moderno refugio para la invención cultural constante y para un teatro libre, a la vez comprometido, con un amplio escenario y 240 localidades. Aunque la sala ya fue estrenada (por el grupo El Descueve, entre otros), éste es su momento más importante, porque presentará en sociedad Generación Frankenstein.

Los 21 adolescentes convocados trabajaron libremente con el texto de Mary Shelley durante año y medio. “La adolescencia es una etapa donde la vida se presenta en estado puro. Las emociones y los deseos tienen gran intensidad. Trabajar con un grupo de actores de esa edad me lleva de nuevo a esa etapa de mi vida, porque es imposible comunicarse con ellos desde otro lugar. Hemos tratado de construir una obra que pueda repetirse cada noche, poniendo cuidado especial en lo estético, pero tratando de aprisionar lo menos posible el maravilloso caos que gobierna a los jóvenes”, comenta Sergio D’Angelo.

A ambos costados del gran escenario, sobre dos tarimas separadas por 20 metros una de la otra, se ubican los siete músicos, algunos interpretando más de un instrumento: batería, teclados, guitarra, bajo, charango, violoncello, acordeón, contrabajo y percusión con instrumentos no convencionales como latas, bidones de plástico, tachos y tarros: “Ellos fueron trayendo estos objetos y probamos por sonoridad. Había muchos más, pero la música no podía interferir con la obra”, cuenta Osvaldo Aguilar, responsable de la música original y director musical. En Generación Frankenstein, las canciones brotan con sutilidad y son divertidas, como aquella que habla de El amor.

El tango como el rock tienen su aparición espectacular, relacionados directamente con la presentación de dos personajes: Tomy, el amigo, y Brian, el enemigo de Víctor Krausen, el genio de esta historia. Todos estudian en una universidad que administra la ONU en Tierra del Fuego. Víctor dejó en Buenos Aires a su padre viudo (Gerardo Baamonde), con su hermanito autista Guille y su prima-enamorada Eli, para calmar las exigencias de su talento en ese reducto para pocos al sur del país. Pasaron dos años desde que llegó, tiene 16 y está a punto de doctorarse. Su tesis consistirá en crear vida de laboratorio, a partir de una energía cósmica: el plasma de las estrellas. Sus compañeros, con Brian a la cabeza, intentarán que fracase haciendo que no pueda utilizar el laboratorio, pero Víctor podrá burlarlos, usando las llaves que su diabólico Tutor le dará en secreto. Finalmente, el casi doctor Krausen verá viva a su amorfa criatura, su propio Frankenstein.

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