Jueves, 7 de julio de 2005 | Hoy
EL DICHO
“Hace veinte años, a esa niña que ven en la pantalla le quedaban diez minutos de vida. Pero gracias a que, en aquel entonces, celebramos aquí y en Filadelfia un concierto, la semana pasada hizo su examen de Agronomía. Hoy está aquí la pequeña niña Birhan. ¡Que nadie les diga que lo que hacemos aquí no tiene sentido!” Palabras de Bob Geldof, el organizador de Live 8, justo antes de que subiera al escenario Birhan Woldu, una estudiante etíope de 24 años. El contraste entre la imagen de esa misma chica moribunda, que hace dos décadas dio la vuelta al mundo, y su sonrisa en el Hyde Park londinense fue uno de los momentos más fuertes de Live 8. Y aunque se haya parecido a un golpe bajo, fue imposible no emocionarse. Lástima que Madonna haya querido ponerla a bailar con Like a Prayer: la chica la miraba con mezcla de fascinación y desconcierto.
EL HECHO
Aunque la transmisión global se cerró con el brillante y rockerísimo set de Paul McCartney, el momento que todo el mundo esperaba era la reunión de Pink Floyd con su mejor formación. Y la única decepción que sufrieron muchos fans fue que el set de cuatro canciones no fue emitido en directo hacia algunos países. Fue un momento histórico y mágico, como si la banda nunca se hubiera hundido en el mar de paranoia y litigios legales que la mantuvieron separada durante 24 años. Sí, se los veía viejos, pero cómo sonaba la guitarra de David Gilmour, qué vuelo transmitía un ¡sonriente! Roger Waters... Se dice que no se llevaron bien durante los ensayos y que por eso no habrá más conciertos, aunque también hay rumores de que volverían a tocar por la paz entre Israel y Palestina. Como sea, ahí estuvieron Speak to me, Money, Wish you were here y Comfortably Numbed, para poner la piel de gallina
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