CONVERSACIONES POSIBLES CON LUCIANO NAPOLITANO, CANTANTE DE LOVORNE
Hace unos días homenajeó al Carpo junto a La Renga en Vélez, con el tema Viva Pappo. Luciano había ensayado, pero –como en esas películas clase B– casi no llega. Conserva la misma pasión por los fierros que su padre, ese vozarrón inconfundible... Sin embargo, Napolitano (h) quiere seguir su historia. “A mí lo que me interesa es hablar de Lovorne”, dice. Hecho.
› Por Cristian Vitale
–¿Cómo es vivir sin Pappo?
–Eso es cosa mía.
lPasaron cuatro meses de la muerte de su padre, pero Luciano (a la izquierda de la foto), al menos en público, trata de evitar hablar del genial guitarrista. No lo hace de mala manera, apenas balbucea algún aforismo en voz baja. Su mirada cae y se clava en cualquier cosa que no sea su interlocutor o quienes lo rodean. Se pone un poco triste, le brillan los ojos y calla. Era él el que estaba con su moto junto a Norberto aquella aciaga noche de febrero cuando un auto lo embistió en la Ruta 5, llegando al Paraje Puente Viejo, y apagó al Carpo para siempre. Tal vez los flashes le resulten pesados aún. Tal vez por eso sea una cosa suya, muy suya. “A mí lo que me interesa es hablar de Lovorne”, dice al buen rato, tratando de romper el hielo. La escena transcurre en un bar porteño. Junto a él están el actual bajista de Lovorne, Guillermo Rouco, un amigo rosarino a quien transforman, jodiendo, en el baterista Matías Arman –ver foto– y la negra Fernanda, encargada de la prensa del grupo. Luciano pela 50 pesos y pide café con leche y medialunas para todos, pero se topa con la inexistencia de medialunas. “No, esto no puede ser... ¿Y alfajorcitos de maizena?”, pregunta, con una voz ríspida y arenosa. Fiel a su estilo pesado y encarador, Napolitano chico pide primero un alfajor, después otro, y después otro. Hace algún chiste sexual, bastante subido de tono. Y se devora los alfajorcitos con el café. La cosa se anima un poco más.
–¿Qué sentiste al tocar Viva Pappo, el tema que La Renga le hizo a tu viejo, ante 40 mil personas?
–Me sentí bien. El tema está buenísimo, y sobre todo me gustó que lo hayan hecho ellos, que son grandes amigos. Fue un placer estar ahí.
Luciano había ensayado el tema homenaje cuatro veces durante la semana junto a Tete, Chizzo y Tanque, pero casi no llega al Día D, en Vélez. Agitado, irrumpió en escena cuando el trío casi había terminado el set, incluida una versión del flamante tema, pero cuando lo vieron en el fondo del escenario, parado y guitarra en mano, decidieron repetirlo con él.
“Fue un buen gesto; me atrasé porque veníamos con un amigo desde Trenque Lauquen, donde habíamos tocado al mediodía y encima nos habíamos perdido, por eso hubo que acelerar la moto para llegar.” Ese día, el primero de los solos del Carpito no fue el mejor, entró a destiempo y se notó. Pero en la otra vuelta puso los genes en su lugar e hizo delirar a los seguidores rengos. Tocando es como le gusta recordar a su viejo, tal vez porque lo considera su maestro, “el más pesado de todos, el mejor”, como dijo una vez a Página/12. En efecto, así lo viene haciendo en los motoencuentros que organiza el grupo en pueblos y barrios del interior. “Está bueno tocar en festivales grandes; nos gustó estar en el Quilmes y en Cosquín, pero los que organizamos nosotros salen mejor, modestia aparte”, sonríe.
El cuadro de situación marca que el interés central de Luciano está en difundir la suerte del grupo que sostiene desde hace cinco años, cuyo nombre –sugerido por Pappo– se debe a una deformación canyengue de los bornes. Con dos discos editados (Rock pesado del ‘02, que incluye una remake de El tren de las 16, y Más rock and roll del ‘04) y algunos cambios de integrantes en el medio, el trío se presenta nuevamente en Capital este viernes a las 10 de la noche en CBGB.
“Tenemos preparada una nueva lista de temas que queremos mostrar; hay covers de Black Sabbath y canciones nuevas que seguramente estarán en el próximo disco”, se entusiasma el guitarrista. Quien sabe si Lovorne hubiese existido de no mediar la insistencia de papá Pappo; el mismo Luciano contó alguna vez al No que si su padre no iba a buscarlo a su casa para tocar, él se quedaba durmiendo o encerrado en su cuarto punteando la viola sobre discos de AC/DC. El primer CD precisamente rescata ese amateurismo vagoneta. “En ese tiempo, recién empezaba a tocar y estaba mucho más metido en el heavy metal –lo pronuncia con acento en la a–. Me volví muy loco y hacía tocar al baterista con doble bombo, muy crudo. Ahora tengo otras cosas en la cabeza.”
–¿Evolucionó tu
música entonces?
–La formación tiene mucho que ver en la evolución. Por ejemplo, el segundo disco –del que participan Juanse, Chizzo, Pappo y Edelmiro Molinari– es más rock and roll y el cambio está relacionado con la composición. Noto que hay un progreso respecto del primer disco, en el que recién había empezado a tocar la viola. Igual, todavía estoy aprendiendo y creo que seguiré aprendiendo toda la vida. La evolución se va a notar recién el día de mañana, cuando tengamos 30 discos grabados.
Luciano sigue viviendo en la casa de su mamá María Gloria, en Tigre. Está a dos cuadras del río y a diez del hábitat de Vitico, que sí está metido en medio del Delta. Dice que transformó el fondo de su casa en una sala de ensayo a todo trapo y que eso benefició la economía y la unidad del grupo. “Cada vez que íbamos a ensayar había que pagar 20, 30 pesos por sesión, preferimos juntar fuerza y dinero para ordenar el fondo de casa y armamos una linda sala. Ahora es mejor.” “Yo creo que nos hizo bien –interviene el bajista– porque ahora estamos laburando seriamente para divertirnos más cuando tocamos.”
–¿Están más profesionales, más serios?
Luciano: –Depende en qué.
–Bueno, la trilogía filosófica del grupo era “mujeres, rock and roll y fierros”. ¿La mantienen?
Luciano: –Sí, en las letras sigue siendo así, pero en lo profesional creo que crecimos mucho. Por una parte, antes éramos solamente tres y ahora, cada vez que salimos a tocar, somos como 15. Hay mucha gente laburando detrás nuestro y acá hubo una evolución bastante grande. Estamos más cuidadosos porque, si no, sería imposible sostener semejante estructura.
–La diferencia básica entre el primer y el segundo disco radica en un paso del heavy metal a un rock pesado. ¿Mantienen la tendencia?
Guillermo: –Es una tendencia que se acentúa, porque los temas nuevos que estamos componiendo son más rockeros. Todo arranca por uno. Nosotros empezamos con raíces pesadas y duras, pero vas cambiando la forma de interpretar las canciones.
Luciano: –Igual, diría que lo nuestro es rock pesado, pero no heavy: es pesado como Muddy Waters. Para mí es mucho más pesado Jimi Hendrix que Sepultura.
–¿A qué línea del rock argentino adhieren?
Guillermo: –Almafuerte hace lo suyo, La Renga y Los Ratones también; todos están muy definidos, igual que nosotros. A todos nos emparienta el rock and roll, pero cada cual lo apunta a su manera. También creo que no hay una banda con la que podamos identificarnos.
Luciano tiene la palabra final: “No me identifico con ninguna”.
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