Es como si el cineasta Gianfranco Quattrini se hubiese cansado de tantos planos cortos, de tanto glamour encorsetado en ediciones fulgurantes, y quisiese experimentar otra cosa más allá del videoclip: porque lo que sucede en Bosques, una película que se verá en el 58º Festival de Locarno, no tiene que ver con su prolífico pasado en el mundo del clip. Desde aquel Suficiente de Tintoreros, la lista de Quattrini frente a los clips no hizo más que aumentar: también contó músicas ajenas con imágenes propias en Agua de la miseria de Luis Alberto Spinetta, Vas a volver de Karamelo Santo, A pleno de Gazpacho, Algo contigo de Vicentico, Y lo que quiero... de Catupecu Machu, Té de estrellas de Emmanuel Horvilleur, Bailarín asesino de Kapanga y Vientito de Tucumán de Divididos, entre otros. “La música es imagen antes del clip”, define al No Quattrini, antes de ensuizarse.

Bosques, ese mediometraje dirigido por él y José Campusano, quien además de actuar en el film le abrió la puerta (vaya ironía para un vendedor de puertas y ventanas en la vida real) a la localidad de Bosques al sur del Gran Buenos Aires, donde los árboles se tapan a sí mismos. En esa historia, José (José Campusano) es comerciante, está al borde de la quiebra y planea emigrar. Julio, su hermano, sostiene a su familia a cambio de un poco de militancia y variopintos delitos. Ambos viven en las afueras de Buenos Aires, en Bosques. Y son protagonistas reales de esa localidad. “Filmé en la época del derrumbe, tenía necesidad de conectarme con las cosas que pasaban en los márgenes de Buenos Aires. Rodamos 26 horas, el guión final se hizo en el montaje. José escribió el lineamiento y luego surgieron las miradas. Quería recrear una extensa toma real de las cosas”, cuenta Quattrini. Tanto quería alejarse de la estética del clip, que el director eligió el tema De no olvidar, del cantor uruguayo Alfredo Zitarrosa, para cerrar su película. Sin embargo, acaso el principal defecto de Bosques es haber llegado un poco tarde a la avalancha de films docu-ficcionales que se estrenaron en la post-crisis del 2001.

Quattrini comenzó como actor. Estudió en la Universidad del Cine, hizo algunos cortos y luego se metió en el clip. En el 2001, MTV le dio el premio de “Mejor Video” por Y lo que quiero... de Catupecu Machu. Pero su cartera de interesados en ilustrarse va más allá: también dirigió publicidades para Coca-Cola, Procter & Gamble y Telefónica. En el 2004 fue el ganador del Concurso Telefé Cortos con La semilla (protagonizado por Jazmín Stuart). En todo caso, habría que ponerse a pensar sobre las similitudes del clip con el lenguaje publicitario (pero eso daría para otra nota).

Así de polifacético y desprejuiciado es Quattrini, que está embarcado ahora en la post-producción de su opera prima Chicha tu madre, rodada en Lima, coproducida con BD Cine (Diego Dubcovsky y Daniel Burman), que prevé estrenarse en el 2006. No es raro que Quattrini haya elegido Perú para su primera gran ficción: allí nació, aunque se crió en Estados Unidos, vivió en la Argentina desde el ‘82, una parte de su familia proviene de Suiza, muy cerca de Locarno, donde ahora presenta su mediometraje. A pesar de haberse despojado del lenguaje del clip en Bosques, Quattrini retoma con Chicha tu madre cierta pasión por los géneros de consumo masivo: la cinta es protagonizada por Jesús Aranda,conocido actor de la telenovela peruana Tormenta de pasiones y Tula Rodríguez, una especie de Moria Casán del suburbano, que proviene de un “cono” de Lima (como se conoce a los barrios marginales), para retratar una historia sobre la “cultura chicha” dentro del mundo del tarot. Como para cerrar su historia, Quattrini dice que debería filmar su próxima película en Suiza. Aunque habría que tirarle las cartas, para ver si eso es factible.