Jueves, 8 de septiembre de 2005 | Hoy
SOBRE GASTON Y CLAUDIO GONÇALVES Y EL EX REPRESOR PATTI
Por Mariano Blejman
El sábado pasado, Los Pericos debutaron en Obras en su nueva etapa sin el Bahiano, presentando su disco 7. Juanchi Baleirón arrancó el show cantando Fuiste un espejismo, tema que, sin quererlo, alude a otra historia: “Fuiste un espejismo / pero éste es el final / Yo ya estoy cansado / de ser fácil de engañar”. Gastón Gonçalves, se sabe, es el bajista de Los Pericos. Claudio Gonçalves es su hermano, que recuperó su identidad en 1995. Fue despojado de ella en la última dictadura. Claudio fue un espejismo de Gastón hasta hace una década. Son hijos de Gastón Gonçalves (padre), secuestrado el 24 de marzo de 1976. Matilde, la abuela de los Gonçalvez, dijo que una persona de Escobar le dijo en una marcha: “A Gastón lo mató Patti”. Luego se sumaron pruebas que ahora alcanzan para arrestar al ex subcomisario. “Buscamos esclarecer qué pasó con nuestro padre y que las consecuencias sean del que las merezca”, dijo Gastón, en una entrevista publicada el domingo por Victoria Ginzberg en Página/12.
Gastón nació en 1969 y creció sin saber que tenía un medio hermano (comparten el padre). El secreto se le escapó a su tía cuando él tenía ya veinte años: seis antes de encontrar a Claudio, que entonces se llamaba Manuel. Claudio siempre supo que era adoptado, pero a fines de 1995 se enteró de que sus padres eran desaparecidos. El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su madre y luego dio con él, a quien un juez había entregado a un matrimonio de apellido Novoa.
El padre de ambos y la mamá de Claudio, Ana María del Carmen Granada, fueron asesinados en la dictadura. Hace un año iniciaron una querella y, hace días, el fiscal de San Nicolás reclamó la detención de seis personas, entre ellas Patti, ahora en plena campaña electoral. “Queremos terminar con la historia pendiente de nuestro viejo y bastante tiempo esperamos para tener respuestas. Si recién ahora están dadas las condiciones y se pudo armar la causa, démosle hasta el final”, declaró Gastón. Veinte años más tarde se encontró el cuerpo de su padre enterrado en el cementerio de Escobar. Claudio sobrevivió a una ráfaga de ametralladora, que mató a su madre, envuelto en unas mantas y escondido en un placard.
Claudio recuperó su identidad en 1995. Ya es histórica la anécdota que relata que cuando supo que Gastón era su hermano tenía varios de los CDs de Los Pericos, y un poster de la banda en su pieza. Muchas veces los dos estuvieron cerca sin saber el lazo que los unía. Una vez, después de un recital, Claudio llegó al camarín de Gastón, pero había tanta gente que salió enseguida. La primera vez que se vieron hablaron ocho horas. “Fuimos bastante positivos en esta historia, no nos empezamos a lamentar sino a aprovechar bien el tiempo”, contó Claudio.
El viernes pasado, los organismos de derechos humanos le reclamaron al juez que efectivice la detención de Patti y de otros cinco represores. “Más allá de lo que pase, nuestro viejo no va a volver a vivir”, dijo Gastón. Hace un par de años, Claudio pasó parte de su tiempo investigando otros casos de hijos “restituidos” para el documental Nietos de Benjamín Avila. Como si, en esos pibes, él se estuviese buscando a sí mismo. El sábado, en los pasillos de Obras, Claudio era Claudio una vez más, alejado de su rol de incómodo espejismo. Convertido, de algún modo, en una insoportable realidad para aquellos que intentaron convertirlo en otro.
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