La chica maneja a su ritmo, por eso el camión la pasa como si nada. Ella, en su mundo, desafina: “Si pudiéramos volver el tiempo atrás, haríamos lo mismo una vez más”. Seguro que viste el aviso del auto, pero quizá no sepas que la canción se llama Ahora no y que forma parte (mucho mejor cantada, por cierto) de Encendida, el segundo álbum de Proyecto Verona. “No sé cómo llegó ahí la canción, pero es una forma de poner la música en la calle: la gente se engancha porque le rebota en la cabeza”, asegura Verónica Verdier, voz y alma del grupo. “Además, nos ayuda para poder seguir con la historia, porque si no tendría que hacer otra cosa para vivir. Y el aviso es re tierno, tiene onda.”

Proyecto Verona fue, en un comienzo, el trabajo conjunto entre Verdier y el guitarrista Andy Bonomo. Antes de que él partiera a España, la dupla había registrado el primer disco, Tontas promesas falsas, y la cantante debió armar una banda para presentarlo. “Quise sostener el espíritu que le había dado origen a Proyecto Verona porque tuvo algo especial.” Verdier también tuvo que enfrentar una crisis de pareja, que influyó de modo curioso sobre las canciones de Encendida: “En el disco anterior nos regodeábamos en la melancolía, con una cosa de ‘Ay, cómo me gusta llorar’. En éste, el proceso es positivo. Pensé: ‘En éste me la voy a jugar, si es necesario voy a sangrar, pero voy a decir lo que pienso’. Por eso es mucho más gozoso que el anterior”, arriesga Verdier.

Aunque la comparan con Beth Gibbons, cantante de Portishead, Verdier aclara que Proyecto Verona no es una banda de trip hop. “Curtimos un poco el género, le sacamos el jugo con algunas canciones, pero no nos quedamos en un solo género. En este disco hay una bossa nova, cosa que nunca me imaginé que iba a hacer.” De todos modos, algo de esas bases morosas y humeantes tiene el único cover de Encendida: Credulidad, de Pescado Rabioso. “Había una coincidencia en toda la banda con Spinetta y me acordé de esta canción que me encantaba y que representaba para mí algo de los orígenes de cuando empecé a escuchar música. La primera vez que escuché Credulidad estaba en el Tigre y fue mágico: esa letra tan rara, esa melodía tan especial, mezclado con la humedad, las plantas, el verde... Casi por cábala, el cover tenía que ser ése”.