Jue 13.10.2005
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Y DE PRONTO LLEGO TACHENKO

Un sueño (lisérgico) hecho realidad

Uno de los pocos grupos del indie español de los ’90 que se dignó en cantar en castellano –además de los siempre triunfales Los Planetas– fue una banda de nombre curioso, asentada en Zaragoza y que supo ser ignorada hasta que, de pronto, todos parecen haber reparado en ella. “Como el Cid, ganamos batallas una vez muertos”, declaró recientemente Sergio Algora, ex cantante y líder de El Niño Gusano, un grupo que dejó de existir sin pena y sin gloria, casi en silencio, algo así como unos seis años atrás, luego de editar un hermoso álbum bautizado como El escarabajo más grande de Europa (1998). Cantando sobre la necesidad de poner la mente al sol, preguntando sobre qué parte de sí mismos se comerían primero en caso de tener que hacerlo o recorriendo las sensaciones de pasar una fiesta en la cocina, los muchachos de Algora llamaron la atención de la escena rocker de su país y recibieron alguna que otra reseña exultante durante una carrera de tres discos, pero no mucho más que eso. Hasta que sus ex integrantes comenzaron a recorrer nuevos caminos, y el grupo devino en referencia ineludible. Y hasta mereció un reciente álbum doble homenaje, titulado Pana, pijama, lana (2004), lleno de grupos indies, pero engalanado con firmas ilustres como Enrique Bumbury y hasta nuestra Rosario Bléfari. Todos los discos de estudio de El Niño Gusano –y su compilado póstumo de rarezas Fantástico entre los pinos (2000)– son indispensables en una discoteca que presuma de tener lo mejor y más granado del rock en castellano, y también lo son los de La Costa Brava, el nuevo grupo de Sergio Algora. A esa lista habría que sumar Nieves y rescates (2004), el único álbum que hasta ahora ha editado Tachenko, el otro grupo que retoma la herencia romántica y lisérgica de El Niño Gusano, en el que militan dos ex gusanos (o ex niños, como lo prefieran) como Sergio Vinadé y Andrés Perruca. Nunca, jamás, ni en el más romántico y/o lisérgico de los sueños cualquier fan argentino de El Niño Gusano imaginó alguna vez que el grupo zaragozano podía llegar a cruzar el océano para hacerse conocido por estas costas. Pero, increíblemente y casi sin avisar, ahora los Tachenko están por acá. Bautizados con el nombre de un basquetbolista eslavo –dignos gusanos (y niños), como se puede ver–, en su repertorio se muestran como algo más románticos y menos lisérgicos. Pero canciones como Afganistán, El coche real y, especialmente, la pegadiza Amable, merecen conocerse, cantarse y fanatizarse con ellas. Y también con todas las antecesoras que cantan con ellas, todas esas hermosas canciones de cualquier disco de El Niño Gusano o de La Costa Brava, que tal vez lleguen alguna vez por acá, si es que logramos seguir soñando.

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