ALBERT HAMMOND JR., DE THE STROKES
El Stroke semi-argentino tiene una particular teoría de la evolución de la “escena” neoyorquina. Dice que en los ’60 surgió Lou Reed, en los ’70 llegó el punk, a fines de los ’80 Sonic Youth y, desde entonces, ¿dónde estaba la escena? Algunos les dan el cetro, pero ellos no se hacen del todo cargo. “No sé cuánto tendrá que ver Nueva York con lo que hacemos”, dice Hammond Jr.
› Por Roque Casciero
Suena el teléfono y Albert Hammond Jr. está del otro lado de la línea. Ehhhh, no, es una asistente que anuncia que el guitarrista de los Strokes, hijo de un célebre songwriter y una ex modelo argentina, está internado por haberse intoxicado con la comida. “Mañana hacemos la nota”, asegura la chica. Otro día suena el teléfono y, sí, de nuevo la voz femenina, que anuncia una nueva postergación. Cuando finalmente Albert se pone al teléfono, la comunicación se corta dos veces y el músico, que lleva 72 horas sin comer, finalmente sale disparado hacia una sesión de fotos. Después de ¡cuatro días! del primer intento, la comunicación se establece, pero Albert, fiel a la imagen de descuidada elegancia de los Strokes, habla mientras mastica y mueve el celular de su manager (¡hacé la parabólica humana!). Entre tantas dificultades, el “stroke argentino” adelanta que la gira sudamericana que mañana los trae al Festival BUE fue pensada para que el público de esta latitud sea el primero en conocer algunas de las canciones del tercer disco de la banda, First Impressions of Earth (Primeras impresiones de la Tierra), con fecha de salida programada para el 9 de enero. “Como nunca anduvimos por allá, nadie pudo escuchar las canciones de los dos primeros discos en vivo, por eso pensamos en empezar por ahí”, afirma.
–¿Qué recuerdos tenés de tus visitas a la Argentina?
–Mis recuerdos son muy buenos, man. Estuve cuatro veces: a los 4, a los 9, a los 12 –cuando pasé la Navidad allá–, y a los 16. Me acuerdo de mi tío haciendo un asado y de haber comido muchos tipos de carne diferentes. Ah, y una vez fui Pinamar...
–Ahora que están por venir, ¿tus compañeros te preguntan por el país?
–Hmmm, creo que ellos están al tanto de lo que pasa en la Argentina. Quiero decir, es un lugar muy conocido. Buenos Aires es una ciudad cool, muy hermosa. Me hace acordar al sur de Nueva York, tiene el mismo clima.
El título First Impressions of Earth tiene que ver, según dijo el cantante Julian Casablancas, con que “el álbum trata de algo así como el modo en el que alguien del espacio exterior vería objetivamente lo que sucede en la Tierra”. Y todos los reportes indican que el sonido será muy diferente al de los dos primeros álbumes. Precisamente, Room on Fire (2003) había recibido críticas por sonar muy similar a Is this it (2001). Pero Albert no estuvo de acuerdo con esos “palos”: “Ahora es difícil notar el cambio entre los dos discos porque es sutil, pero quizá sea más notorio dentro de diez años, cuando ya hayamos sacado un puñado de álbumes. Para mí, hay una diferencia enorme entre el primer y el segundo disco de los Beatles, pero es probable que en el momento que salieron hayan dicho que los primeros cuatro eran exactamente iguales. El tema es que en ese momento no se podía notar. Y este disco simplemente ocupa un lugar diferente en mi mente: captura un momento diferente, tenemos un nuevo productor, nos grabamos a nosotros mismos en el estudio que construimos en nuestra sala de ensayo y nos tomamos mucho más tiempo para hacerlo. La vez anterior no tuvimos el tiempo suficiente para desarrollar el disco”.
–Las canciones exploraban aspectos y ritmos diferentes, pero el sonido era casi el mismo.
–Exacto, ése es el problema, porque las canciones son muy distintas. Aunque cambiamos algunos sonidos, no tuvimos tiempo para cambiar lo suficiente para que la prensa notara la diferencia. No tuvimos tiempo para explorar quince horas por día. Pero fue culpa nuestra, debimos habernos impuesto. De todos modos, creo que hay que seguir hacia adelante y aprender de los errores.
–¿Cambiaron el método esta vez?
–Nos tomamos nuestro tiempo y si una canción no funcionaba, volvíamos a grabarla. Le cambiábamos los arreglos... Sí, cambiamos las canciones varias veces. Hay canciones en el disco que eran completamente distintas antes de que las grabáramos. Tenemos un nuevo producto que entendió nuestras inquietudes sónicas, qué era lo que queríamos lograr, y compramosequipo para grabar en nuestra sala de ensayos, así que eso va a ayudarnos mucho.
–Uno de los primeros reportes decía que First Impressions of Earth iba por “áreas experimentales”. ¿Qué significa eso para los Strokes?
–Para mí, ir a un estudio de grabación es como magia negra. Podés entrar con tu mejor sensación, pero en realidad no sabés cómo va a resultar todo, porque vas a tener que hacer cambios. Estuve haciendo algunas cosas en mi casa con un amigo, aprendiendo trucos cool y probando cosas que había leído en revistas. Por ejemplo, The Police grababa sólo el redoblante, luego el bombo solo y después el hihat: nosotros hicimos lo mismo en una de las canciones. Y creo que por eso tiene un sonido distintivo. En uno de los primeros temas pusimos un solo micrófono para toda la batería y después no pudimos volver a conseguir el mismo sonido en el resto del disco. Y en esa canción suena perfecto, si le hubiéramos puesto más micrófonos habría salido pésimo. No sé, probamos esa clase de cosas. Lo que entiendo por experimentar es tocar mi parte con mi guitarra y mi amplificador, y después decir: “¿Saben qué? Ahora probemos hacerlo distinto. No usemos distorsión y probemos con este otro pedal, pasemos el sonido del amplificador a través de otros tres y grabemos eso”. Es divertido intentar esas cosas.
–Como banda, ¿se sienten parte de un linaje neoyorquino que podría incluir a Velvet Underground, Television, Talking Heads, Galaxie 500 y Sonic Youth?
–Creo que por esa razón nos comparan tanto. Nuestras canciones no suenan para nada parecidas a las de Velvet Underground, pero quizá tengamos una vibra similar, en el sentido de que somos bandas de Nueva York haciendo música copada. No es que somos clones como todas esas bandas que tocan igual a Green Day, pero como somos de Nueva York y usamos camperas de cuero, algunos piensan: “Uh, deben ser como Velvet Underground”. The Modern Age es la única canción nuestra que suena loureediana. No es que nos sintamos parte de una tradición, como pasa con la música country. Quiero decir, conocimos a Lou Reed y fue genial, pero él apareció a fines de los ‘60, el punk a fines de los ‘70, el art rock de Sonic Youth a fines de los ‘80 y desde entonces no hubo nada en Nueva York. Por eso, cuando aparecimos nosotros, ¿dónde estaba la escena neoyorquina? Nosotros no salimos de una escena. Y eso confunde a la gente, porque quiere formarse una idea romántica de que en la ciudad se pasa la posta de generación en generación. A mí me gustan unas cuantas bandas neoyorquinas y me encanta vivir en esta ciudad, pero no sé cuánto tendrá que ver eso con la música que hacemos.
–Tu viejo (Albert Hammond) escribió en el librito de su último CD que vos habías sido campeón de roller skate cuando eras chico. ¿Eso no es muy poco cool para un miembro de los Strokes?
–Soy el más cool de la banda, todo el mundo lo sabe (se ríe). Igual, las personas que para mí son más cool probablemente sean unos boludos para los demás, y viceversa. Es verdad, durante uno o dos años gané un montón de competencias y no estoy arrepentido de haber corrido en rollers. No es que lo hacía en las calles, era un profesional, corría frente a diez mil personas y ganaba dinero con eso.
–O sea que ya sabías lo que es la fama desde antes de los Strokes. ¿Podrías decir cuáles son las cosas buenas y las malas de hacerte famoso?
–Las buenas son que podés entrar gratis a los shows, que a veces no te cobran en los restaurantes, y los viajes, por supuesto: tengo 25 años y ya di tres vueltas al mundo. Además, el solo hecho de poder vivir de hacer música ya es muy bueno. Lo más negativo es que las giras, si bien son divertidas, pueden ser muy extrañas. Cuando era chico leía entrevistas en las que los músicos se quejaban por las giras y pensaba: “¡Qué boludos! No debe haber nada mejor que viajar todo el tiempo y hacer música en todas partes...”. Pero salir de gira te destruye. Literalmente. Destroza tu vida. Y puede llevarte nueve meses volver a ser vos mismo. Es por eso quehay bandas que salen de gira durante un año y después tardan tres para hacer un disco. Los Clash siempre decían que hubieran querido hacer menos giras... Nuestro primer tour iba a ser de seis meses, pero después hicimos más y más conciertos. Y no es que me queje, porque lo disfruté, pero cuando volví a casa pensando que nada había cambiado, sentí que estaba completamente perdido.
La aparición de los Strokes en el 2001 le abrió la puerta a un malón de bandas como The Hives, Black Rebel Motorcycle Club, The White Stripes, Kings Of Leon o The Vines, que recuperaban (y revitalizaban) sonidos del pasado sin quedarse en un mero ejercicio de nostalgia. El rótulo no tardó en llegar: retro-rock. Pero, se sabe, a los músicos no les gustan las categorías. “Creo que hacemos música futurista”, dice Albert Hammond Jr., de The Strokes. “Nosotros nunca nos pusimos el rótulo del retro-rock, eso lo hace otra gente. No es algo que me moleste; la verdad es que ni siquiera pienso en eso. Nunca entendí por qué tiene que haber etiquetas para la música. En todo caso, para nosotros es simplemente rock’n’roll. Y si tuvieran que ponernos en una categoría, debería ser en la de ‘buenas canciones’.” A Nathan Followill, de Kings Of Leon, le provocan cierta curiosidad los rótulos, sobre todo porque al segundo disco del cuarteto llegaron a calificarlo como stoner-rock: “Sólo tratamos de tomar distancia de todo el revuelo que la prensa creó alrededor de nosotros con nuestro primer álbum. Cuando hacemos un disco, en lo que pensamos es en el sentimiento que vamos a inyectarle a la canción. El 30 por ciento de los que escribimos es autobiográfico y el resto es lo que deseamos. No somos una banda de iglesia, pero no podemos negar que de allí venimos. Cuando escuchamos a los White Stripes nos sorprendieron porque supimos que también podíamos hacer eso”.
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