Un libro por semana
Por Javier Aguirre
Desde hace algunos meses, el baterista flaquito y de bigotes conocido como Abril vive en un departamento luminoso cerca del Botánico, a unos cuarenta minutos de Villa Luro, nido original y sala de ensayo de Catupecu Machu (sugerencia: tomarse el 34 en Plaza Italia, bajarse en Juan B. Justo a la altura de Lope de Vega y caminar). Nada en la decoración o en el índice de orden-desorden lleva a pensar que es el hogar de un rocker: todo es muy prolijo, sin acumulaciones de instrumentos o CDs, ni secuelas explícitas de cualquier clase de agite. Sí hay una biblioteca repleta, que resulta aún más grande cuando el artista revela que todos los libros son suyos, es decir, descubiertos, elegidos, comprados y leídos por él, sin herencias familiares ni recomendaciones de terceros. La estadística es contundente: “Tengo 216 libros, y ciento y pico de discos. Y ya no compro discos. ¿De quién me voy a comprar uno? ¿De Korn, que hace lo mismo siempre? ¿De música electrónica, que ya está agotada? Prefiero comprarme un libro por semana”. La pasión literaria llena el pecho de este muchacho que tiene veinte años, y que lleva sus últimos seis integrando Catupecu: “Leer es gran parte de mi vida. En la última gira me llevé libros de Aristóteles, Descartes, Freud y Borges; todos heavy metal. No paso un día sin leer a Borges. Llegué al extremo de leerlo en voz alta, como actuándolo. Y a veces hasta termino los cuentos llorando, emocionado. Me enferma pensar que no me va a alcanzar la vida para leer todo lo que quisiera. En la literatura, cada autor es un universo. Creo que la música no es tan así, es más intuitiva”.
La fascinación por Jorge Luis Borges se mete en la música de Abril. Tuvo un grupo paralelo que primero se llamó El Jardín de los Senderos que se Bifurcan, luego mutado por el más corto Cuentos Borgeanos (“era punk borgeano, bien laberíntico”, dice). Definitivamente, le pega más el concepto amplio de arte que la cultura rock: “Estoy escribiendo mucha poesía. Me empezó a gustar hace seis meses, después de que Borges me rompiera las bolas con que tenía que descubrir al poeta Almafuerte”. Pero además de literatura (y de música), Abril también tiene su relación con la pintura: destaca a Monet, Dalí y Degas; y hasta se anima a experimentar con los óleos y los pinceles de su novia pintora: “Pinto cosas que me gustan, como diversión. No sé nada de pintura, pero es increíble cómo cada división del arte te da cosas distintas. De cualquier modo, sé que en la música estoy a años luz de lo que escribo o lo que pinto. La música es lo que desarrollé. Pero cambio todo el tiempo, es la necesidad de búsqueda continua propia de Catupecu. El arte está siempre en mi vida, cuando toco, cuando salgo un sábado a la noche, o cuando hago el amor con mi novia”.
Las menciones al noviazgo (“estamos profundamente enamorados desde hace siete meses”) no se incluyen aquí sólo por su valor de chisme: Abril carga con la envidiable cruz de ser el sex symbol de Catupecu Machu. “No hace falta ser una persona físicamente agradable para ser un sex symbol; mirá al deforme de Iggy Pop. En el caso de Catupecu, está dividido. Hay minas a las que le gustará Fernando, otras a las que le gustará Gabriel, y otras a las que les gustaré yo. Lo del sex symbol es inverosímil, no hay contacto real. Seguro que si yo no fuera de Catupecu, no sería sex symbol.” La reflexión tiene que ver con que, por ejemplo, tiempo atrás la revista Mía publicara una votación titulada “Los más lindos del rock”, en la que Abril apareciera muy bien rankeado. Sin embargo, a él no le cayó muy simpático: “No me interesa ser una imagen. Si me das a elegir entre ser Axl Rose o escribir un libro de autor anónimo como Las mil y una noches, yo elijo lo segundo. Como dijo Oscar Wilde: ‘Que trascienda el arte, no el artista’. Disfruto que la gente reconozca la música que hacemos, pero jamás me voy a acomodar mejor los lentes si alguien me pide un autógrafo. Además... ¿para qué querés una firma? Si yo me cruzara a Borges no le pediría un autógrafo, le haría una pregunta, o me pondría a hablar con él. Claro, yono voy a andar por todos lados con mi batería como para que alguien me diga: ‘Che, tocá algo’”.
Mientras produce el EP debut del grupo punk Less Is More (donde canta su hermana mayor), y con la experiencia fresquita de haber conducido durante un mes y medio el programa “Pabellón Cero” por la FM Rock & Pop (donde musicalizaba punk melódico y entrevistaba a grupos: “En un momento me enganché con la historia de hacer periodismo”, comenta), Abril descree del lugar del artista-entrevistado: “Las notas pueden ser reveladoras en el mal sentido. La música de David Bowie me interesa mucho, pero quizás un día leo lo que dice en una nota y pienso: ‘Este tipo es un pelotudo’. Prefiero conocer la obra de un artista, y no lo que dice. Más de uno quizás piense mal de mí después de esta nota. Más de un músico, seguro. Hay mucha gente insoportable en esto, tal vez la mayoría, pero me dan lástima. Prefiero a Federico Klemm, que es un freak siempre, y no a los que se ponen los anteojitos negros sólo cuando hay una inauguración de un bar fashion de Palermo”. n
Catupecu Machu repetirá su show "Intimo y cuadrafónico" hoy, mañana y el sábado a las 22 en The Roxy, Casares y Sarmiento.