Jueves, 17 de noviembre de 2005 | Hoy
JUAN STEWART Y SEBASTIAN KRAMER SE CORTARON SOLOS
Estos dos ex Jaime Sin Tierra esparcidos por el mundo han tomado rumbos personales sin perder el contacto. El NO los juntó para hablar de bueyes perdidos, unicornios encontrados y otros animales por buscar.
Por Cristian Vitale
Foto: Cecilia Salas
En el 2002, cuando explotó el país, Sebastián Kramer –arquitecto de profesión y guitarrista en trance– se fue a Barcelona y dejó a Jaime Sin Tierra flotando en un cosmos sin estrellas. Detrás quedaron pequeñas alegrías proporcionadas por una banda experimental, forjada casi al borde del planeta Tierra. También dejaron tres muy buenos discos: El avión ya se estrelló y yo sigo volando, Caja negra y Autochocador. Lo suyo, a partir de ahí, sería dibujar cuadriculados y rectilíneos planos a miles de kilómetros. ¿Causas? Dos crisis: una externa –el país– y otra interna. “No sabía qué hacer y fui a probar suerte. Un inconsciente”, racconta el hombre, de paso-flash por Buenos Aires. ¿Qué fue entonces de Juan Stewart, Javier Diz y su hermano Nicolás o sea, del resto de los JST? “Empezaron a pasar cosas mejores a nivel difusión, pero no terminamos de encontrarnos. El rumbo fue incierto, se fue diluyendo la energía”, sintetiza Stewart.
JST, sin Sebastián, editó dos discos más (Lo que va a encandilar es el día y Tren) y se separó. “Yo me fui primero porque se reacomodaron las piezas y sentí que me quedaba afuera; al resto de los chicos les pasó lo mismo después”, revé Kramer. La ruptura, sin embargo, no fue traumática. Stewart y Kramer pueden dar una nota juntos, reírse del pasado, o encarar proyectos en común. De hecho, Juan masterizó, mezcló, y grabó bajos, baterías y voces en el debut solista de Sebastián: La futura mirada del ex tenista. Y ambos se sentaron bien pegados frente al NO, para compartir ciertas visiones sobre retornos individuales. “Jaime fue un grupo de amigos, no se formó por avisos en el diario”, dice el belga Kramer.
–¿Marcaron un camino?
Sebastián: –Mi impresión es que quedó todo trunco, que no pudimos dar lo mejor que podíamos. Aunque hay muchos que nos tienen como influencia.
Pese a futurologías e impresiones, ambos son conscientes de que es imposible un resurgimiento. Pesan intereses contrapuestos. “Cada uno está en su galaxia”, dibuja Kramer. “Sería antinatural juntarnos para pasarla bien”, interviene Stewart. De todas maneras, permanece el estigma de banda clanesca. Mientras Stewart pone multimano en el trabajo de Sebastián, Diz toca la batería en los discos de Stewart y Sebastián, y Stewart interviene también en los trabajos de Nico, el otro Kramer.
–En 1996, cuando nació la banda, lo primero que se dijo era que embebía del rock progresivo de los ‘70: Genesis, Emerson, Lake & Palmer, Pink Floyd. ¿Siguen a contramano de las modas?
Sebastián: –Eramos bichos raros –risas–, escuchábamos esas bandas cuando todo el mundo bailaba Depeche Mode... atrasábamos diez años. Creo que ese rock progresivo quedó como una carga en nosotros.
Kramer no carece de razón. Aun habiendo pasado tantos años, su disco solista –concebido en una PC– respira aires retro. Hay oscuridad, saturación y una tensa calma que anuda sonidos y pluma. En Invierno, por caso, Kramer se pone triste: “Y el color del cielo / muestra lo que siento / nubes negras y lluvia / en mi invierno”. ¿Pibe oscuro? “No en mi vida cotidiana, pero sí a la hora de hacer canciones. JST tenía algo de esa tragedia. La música tiene que ser triste.” Juan testifica. “Cuando estaba mezclando su disco vía mail, dije: ‘Loco, esto es terrible’. Antes se lo veía mejor a Sebas. El quería hacer algo aburrido.”
–¿Aburrido?
Sebastián: –Sí. Quise hacer un disco denso, pesado y aburrido. Lo tomé como empezar de cero, bien básico. Nada de arreglos innovadores.
El disco de Juan Stewart –también editado por el sello Estamos Felices, comandado por el omnipresente Martín Mercado– se llama El silencio de las cosas. Y, aunque no tan denso, abreva a su manera de las mismas fuentes. Respira doce instrumentales de atmósfera serena, volada, flotante, menos nerviosa que la de su ex compañero. “Se me asocia con la música electrónica, pero nunca me lo planteé así. El disco está mucho más vinculado a aquellos temas largos que escuchaba cuando empecé a tocar.”
–Pero es innegable su aura ambient. ¿No se define mejor como nexo entre rock progre y música electrónica?
Juan: –Puede ser. Será por eso que se me empezó a acercar gente de la danza experimental, gente en calzas.
Sebastián Kramer presenta La futura mirada del ex tenista el 19 de noviembre a las 21 en el CC San Martín.
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