Jue 05.01.2006
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ESTALLó EL VERANO: DALE TU MANO AL FORRO

Dejate el sombrero puesto

Paradojas de temporada: por esas cosas de la seducción, es probable que en medio del calor tengas que abrigarte seguido. Una guía sobre todo lo que hay que tener en cuenta para celebrar el sexo seguro... aunque te excomulgue la iglesia.

› Por Facundo Di Genova

Hay que usarlo. Por necesidad. Y por placer. Lo dicen las profesionales del sexo, lo dicen jóvenes y adolescentes, lo dice el Ministerio de Salud y hasta la misma Historia, que de esto sabe mucho. Sólo lo niega la Iglesia Católica, como ha negado tantas matanzas y persecuciones. Ahora, en todo el país, se pueden conseguir gratis. Hay infinidad de colores, texturas, sabores. Y poquito a poco se empiezan a asociar a una cuestión de placer más que de seguridad sexual. Por qué no usarlo entonces, si además de seguro puede resultar excitante. He aquí la nueva bandera que empieza a levantar tímidamente el preservativo, que de eso se trata este asunto.

“Uso los clásicos o los superfinos, pero no tengo preferencias, te digo los que seguro no me gustan: los que tienen tachas, se siente feo. Igualmente a veces los usamos, porque también elige mi novio.” Lucrecia tiene 21 años y “cuatro de experiencia”, dice que a su pareja “no todos le van cómodos”, que nunca fue a comprarlos, que le da vergüenza y que hay veces que del preservativo le molesta “el olor o la sensación, pero es según la marca que use”. “Me pasó muchas veces que, si la piba no me frenaba, a mí no me importaba nada, si no me decía ‘sin forro no’ le hubiera dado para adelante”, dice Ramiro, de 23 años, sin pareja estable, sin apuro por tenerla. “Uso cualquiera, los compro en el supermercado, me terminan saliendo más baratos.”

–Sí, mi amor, ¿qué querés saber? –le pregunta al No Gianina, una alternadora de 21 años que trabaja desde hace seis meses en un prostíbulo de San Miguel.

–¿Los clientes te piden no usar preservativo?

–Sí, a veces piden.

–¿Se puede negociar eso?

–Con algunas chicas seguramente sí, pero conmigo no.

–¿Y si te ofrecen más plata?

–¿Sabés lo que pasa? La salud no tiene precio.

Antes de Cristo

El preservativo es más viejo que el vino, que la prostitución e incluso que la Iglesia Católica. Varios siglos antes de que el bueno de Jesús naciera, los cavernícolas enfundaban la cabeza del glande en un forro precario y primitivo, que fabricaban con los chinchulines de algún animal, tal como se ve en algunas pinturas rupestres de Francia. Los egipcios también lo usaban y se cree que lo producían con intestino de cabra, pero resulta imposible saber si a Cleopatra le gustaban o no. Rumores nunca confirmados sugieren que para la Reina del Nilo –como debería ser hoy para todas las chicas del mundo–, el preservativo era un juguete que la ponía como loca.

También los chinos, mucho antes de que a María la agarrara el Espíritu Santo sin ninguna protección, utilizaban preservativos de una finísima tela recubierta con un antiséptico, y no para evitar la concepción sino para no ligar alguna Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS), que aún hoy existen y están lejos de desaparecer, como la gonorrea, la sífilis, el herpes y otras maldiciones por el estilo, maldiciones que ahora no son mortales pero que antes ni Dios curaba.

Tampoco Dios puede curar hoy el VIH-Sida, que no perdona, nunca lo hace, salvo que uno utilice –eso sí, religiosamente– preservativos para cada encuentro íntimo que implique el contacto vagina-pene, pene-boca, ano-pene y otras raras combinaciones que pondrían pálidos a los vaticanistas más primitivos. Y no por la explícita creatividad sexual sino porque hablamos de usar preservativo, algo que la Iglesia considera impropio. Es que el alemán Josef Ratzinger, ahora Benedicto XVI, más conocido como el Papa,hombre cuyo endemoniado rostro lo dice todo, recomendó la “abstinencia” para prevenir las ETS. Y aquí vale una aclaración. No hace falta que médicos y psicólogos digan que no hay nada más antinatural y perjudicial para el ser humano que privarse de tener sexo. Cualquiera puede experimentarlo. Verá que las consecuencias psíquicas son relevantes. Y si no, ahí está el cuestionado celibato, que algunos indican como el causante de que muchos sacerdotes sean pedófilos. Habría que decir también que el celibato es una medida económica de la Iglesia para no mantener a la familia del cura... pero es tema para otra nota.

Volvamos al preservativo, que es uno de los productos más naturales que ha creado el hombre sobre la tierra. En efecto, el profiláctico moderno, que tiene dos padres creadores (el cirujano italiano Gabriel Fallopio primero, y el higienista inglés Condom después, de ahí el nombre de condón), está hecho de látex, un producto que se extrae de plantas y árboles tropicales, y que también da origen al caucho. ¿Quién dijo que usar preservativo es antinatural?

Después de Cristo

“Sabemos bien que a nadie le gusta usarlos. Puede ser incómodo, puede llegar a interrumpir el juego amoroso, pero es lo único que previene las ETS, además de embarazos no deseados. Por eso nos abocamos a cambiar el eje que impone el uso por necesidad, hacia el uso por placer”, dicen los fabricantes de Camaleón Toys, un preservativo de fabricación local que viene con un pequeño aro vibrador que se coloca en la base del pene para ofrecer “una sexualidad divertida, que predispone al uso del preservativo”. ¿Quién se anima a probarlo primero?

Es que cada vez hay más variedades. Además de los clásicos de siempre, los hay escamados o texturados, “para mayor placer femenino”, ultraresistentes “para sexo anal”, superfinos “para mayor sensibilidad”, saborizados para “sexo oral”, anatómicos o extra grandes según el atributo del hombre, y con “tachas”, para el sexo lujurioso. Y existen aquellos preservativos que nuestros hermanos paraguayos bautizaron como “forros musicales”, pero la verdad es que nadie ha escuchado otra melodía más que los encantadores susurros, quizá gemidos o tal vez gritos del encuentro íntimo entre dos o más personas. Y todo parece indicar que a mediados de 2006 estará disponible en el país la segunda generación de preservativos para mujeres, porque la primera fue un fracaso. Esta vez, aseguran sus fabricantes, “serán más fáciles de colocar”, incluso horas antes de la relación. Parece que no estamos lejos de escuchar, entonces, frases como ésta: “Nena, abrigate que hace frío. Y no te olvides de ponerte el preservativo”.

Todo el mundo puede opinar sobre preservativos, porque todo el mundo los usa. Pero no hay nadie más indicado para hablar sobre preservativos que una profesional, que los usa más que nadie. Por eso el No volvió a hablar con Gianina. Y preguntó:

–¿El cliente se pone el preservativo o se lo ponés vos?

–A todos se los pongo yo.

–¿Tenés algún truco?

–Sí, con la boca (risas).

–¿Esa es la mejor técnica?

–Yo creo que sí.

–¿Te falló alguna vez el preservativo?

–Sí, claro... el preservativo puede fallar.

–¿Y en qué momentos?

–Y... cuando la mina está muy seca, cuando el chabón es muy bruto.

–¿Cómo podés prevenirlo?

–Usando gel o controlando al chabón un poco más.

No conforme con el diálogo, este diario llamó al 0800-3333-444, la línea de información sobre sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación. Y dijo:

–Necesito saber si los preservativos superfinos son menos seguros.

–La seguridad del preservativo está en que lo compres en un lugar seguro, en farmacias o kioscos; en la fecha de vencimiento, que tenga el sellito de IRAM y que te lo coloques correctamente –dijo la operadora–. Obviamente, si usás un preservativo ultrafino para una relación fuerte, como puede ser el sexo anal, es probable que se rompa. Para eso tenés que usar los reforzados o ultra-resistentes.

–¿Y si me pongo dos preservativos?

–No sirve, porque justamente con el mismo roce o fricción entre los dos preservativos existe la posibilidad de que se rompan. El preservativo está hecho para usarse de a uno.

La operadora cierra la conversación diciendo que se pueden retirar preservativos sin cargo en cualquier hospital público del país. Y hacia allá vamos. Luego de pasar por el Servicio Social del Pirovano, el cronista se volvió con un considerable puñado de condones. Y con estas recomendaciones:

  • Mirá la fecha de vencimiento. Comprobá que el envase no pierda aire.
  • Evitá abrirlo con la boca, uñas o cualquier método que pueda dañarlo.
  • Apretá la punta del condón para expulsar el aire. Colocalo sobre el pene erecto.
  • Desenrollá el preservativo con cuidado hasta la base del pene. Si no se desenrolla, no te desesperes, es que pusiste el preservativo al revés. Dalo vuelta y listo.
  • Si utilizás lubricantes, que sean de base acuosa. No uses vaselina, aceite, manteca, etcétera, porque pueden dañar gravemente el preservativo.
  • Si vas a usar lubricante adicional, recordá que va por fuera del preservativo y no entre el pene y el preservativo.
  • Usalo durante toda la penetración. Después de la eyaculación retirá el pene lentamente antes de que haya desaparecido la erección, sujetando el preservativo por la base para asegurar que no haya ningún derrame.
  • Sacate el condón, hacele un nudo y tiralo a la basura, nunca al inodoro. No seas sucio: no lo tires en la calle.
  • No trates de hacer “dos al hilo” con el mismo preservativo. Usá un nuevo preservativo con cada nueva penetración.
  • No los lleves en lugares apretados. Guardalos siempre en lugares frescos.

No hay que practicar la abstinencia, hay que abstenerse de tener relaciones sexuales sin preservativo, dicen los entendidos, sobre todo si experimentamos situaciones de riesgo, si no tenemos una pareja estable o definitiva, o si tenemos relaciones fuera de esa pareja estable y definitiva, o si nunca nos hicimos el test de VIH, o si nuestra pareja nunca se lo hizo. Es fácil, sólo hay que saber encontrarle la vuelta. Es un recurso natural. Y gratis. Y divertido. Y sexy. Y casi tan antiguo como el vino, la prostitución e incluso la Iglesia Católica.

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