Jue 12.01.2006
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NOTA DE TAPA

“Nosotros ofrecíamos un punto de fuga”

El año pasado, la edición en caja de Hora de no ver, Horrible, Galope y Excursiones permitió una revisión a fondo de un grupo que alcanzó la vanguardia más por intuición que por cálculo. Rosario Bléfari, Fabio Suárez, Gonzalo Córdoba, Diego Fosser y Marcelo Zanelli dan cuenta de la historia y el presente.

› Por Yumber Vera Rojas

Nunca nadie se imaginó que esa apología al caos que significó Suárez dejaría un legado valioso. Y es que era inconcebible que una manga de forajidos ruidistas pudiera atentar contra tanta melodía elucubrada con tenacidad por los próceres del rock nacional. Eso sí que no. Tras el espíritu festivo, irónico y pop de los ‘80, se venía el cambio en la Argentina. La década infame. El clic moderno no quiso ceder ante el cambio generacional, y retuvo a toda una avanzada en el under. Desde ese nicho se confeccionaron propuestas raras que no se correspondían con ese pasado reciente ni con el de atrás. Era la vanguardia casi por intuición. Todo giraba en torno a un imaginario que tuvo en publicaciones como Aparato, Ruido y Revolver el manifiesto de su esencia. Pero el mazacote en algún momento se fracturó y originó la creación de dos tribus: los sónicos y los independientes. El primero encabezado por Babasónicos, el segundo por Suárez.

La banda que lideró Rosario Bléfari no era un grupo de rock. Aunque en la práctica sí lo aparentaba, su estructura estaba marcada por un mundillo del arte en ascenso. Sus canciones, delirantes y desafinadas, estaban más cerca del dadaísmo que del pop. Profesaron el indie y el lo-fi sin conocerlo y a la par de lo que ocurría en Europa y Norteamérica, y concibieron uno de los primeros sellos autogestionados de los ‘90 tras ser ignorados por la industria. Y en esas paradojas de la vida se convirtieron en referencia para los sellos independientes, para las agrupaciones emergentes y para las chicas que quieren tener una banda de rock. No salieron de Buenos Aires y estuvieron de gira en España. El culto no se pliega sólo acá, también en América latina son objeto de colección. Justamente así se llama la caja editada el año pasado con sus cuatro discos: Hora de no ver (1994), Horrible (1995), Galope (1996) y Excursiones (1999). A casi cuatro años de su separación, la colección revisa todo su pasado. Buen momento para que los cinco Suárez también compartan su presente.

Rosario Bléfari (1)

Después de la separación de Suárez, Rosario Bléfari no dudó en iniciar rápidamente su trayectoria como solista. En el 2001 editó Cara, su debut, y en el 2004 lanzó Estaciones. Su versatilidad la llevó a plasmar el libro Poemas en prosa, publicado por Belleza y Felicidad. El año pasado, su nombre apareció junto a los de Natalie “Tusia” Beridze (de Georgia), la francesa Eglantine Gouzy y la austríaca Catarina Pratter en el notable disco doble 4 Woman no Cry, editado por un sello alemán. En el teatro, escribió, dirigió y actuó en las obras Somos nuestro cerebro y ¿Somos nuestros genes? Actualmente prepara su tercer disco. Rosario evoca la prehistoria de Suárez: “A Fabio lo conocí en una obra de teatro de Vivi Tellas. Ella me convocó para trabajar como actriz. Estudiaba en la Escuela Municipal de Arte Dramático e invitaron también a algunos alumnos de ahí. Fabio era uno de ellos. Para ese entonces, él formaba parte de un grupo que se llamaba Abandonando a Juanita. Paralelamente, yo participaba en la banda Temas Lentos. Fabio ensayaba en una casa que Daniel Melero tenía en Flores. Nos enamoramos y en ese sitio surgió la idea de crear Suárez”.

Sin duda, su desempeño sobre el escenario durante los shows y su manera de cantar se convirtieron en una notable influencia para muchas chicas que se iniciaron luego en el rock. Bléfari, una de las mejores vocalistas que tiene el país, señala: “Sentía que todo lo que había aprendido en el teatro podía ponerlo en juego de una manera caótica y desfachatada. El rock me dio la posibilidad de organizarme. Esta vez el guión eran las canciones. Mi forma de cantar tiene que ver con rescatar cuestiones expresivas que me gustan. Busco particularidades o limitaciones artísticas que me puedan marcar. Hay un eco emocional que determina registros ycombinaciones, y donde caben las desafinaciones. Eso siempre me interesó y es intencional”.

Precursores del lo-fi argentino, paradójicamente descubrieron el oriente de su propuesta luego de su segundo disco. La cantautora recuerda: “En uno de nuestros viajes a Chile, conocimos a un chico que nos mencionaba bandas que suponía como nuestras referencias. Me pasó luego un material que no escuché hasta llegar acá. Cuando terminamos de grabar Galope, noté muchas coincidencias con lo que él me dio. Era bastante ignorante. No sabía que existía el lo-fi ni escuchábamos música independiente americana”. Compositora de casi todo el repertorio de Suárez, sus canciones perseguían la dualidad. “Todo esto radica en mi interés de correr ese lugar donde una cosa no tiene nada que ver con la otra. Siempre tuve la sensación de que nuestros temas le podían gustar a todo el mundo. No son canciones difíciles de escuchar ni herméticas. Más hermética me parece la poesía de los Redondos.”

Sobre el pasado, sólo le queda la polaroid del instante. Bléfari afirma: “De los discos de Suárez, Horrible es el que más quiero. Los temas me siguen provocando las mismas sensaciones. Reflejaban claramente el momento, pero no me ponen nostálgica. Cuando me pregunto por qué nos separamos, me cuesta mucho llegar a una conclusión. No me imagino una vuelta de Suárez ni me siento perseguida por ese fantasma. La primera vez que toqué sin la banda, percibí la misma insolencia. Para mí era muy excitante pensar en una nueva aparición en escena”.

Fabio Suárez (2)

Debido a que los discos del grupo estaban descatalogados, Fabio Suárez le comunicó al resto de la banda su anhelo de colocar nuevamente toda la obra en las bateas. Y apareció la idea de la caja titulada La colección. Después de la separación, se dedicó de lleno al sello Feliz Año Nuevo, que cobijó a Suárez, Paoletti, Dios, Fotofobia y ahora a Rosario Bléfari. En el 2003 publicó su propio material: ¿Quién dijo miedo? Actualmente dicta cursos de producción independiente en el Centro Cultural Rojas. Fabio recuerda: “Rosario y yo buscábamos un nombre. Aunque no estábamos casados en ese momento, Suárez era como el apellido de nuestra familia. Tratamos de mantener esa situación de pareja fuera del grupo para que la relación se mantuviese pura dentro de la sala. El debut ocurrió en 1989 en el Bar Bolivia, en San Telmo. Esa formación duró poco. Como quinteto estuvimos hasta 1995. No fuimos un grupo de virtuosos. En cierto sentido, éramos bastante torpes”.

No sólo fueron pioneros del indie rock en la Argentina sino que materializaron la creación de uno de los primeros sellos autogestionados de los ‘90: FAN. “Los grupos independientes no eran bien recibidos por los medios masivos. Su impresión era que nuestro material o el de Estupendo, La Nueva Flor, El Otro Yo o Paoletti no podían ser discos. Nos habían dejado fuera de la movida sónica. Daniel Melero estuvo involucrado en un montón de producciones que se hicieron en el estudio Aguilar, en Belgrano. Por allí pasaron bandas como Babasónicos y Tía Newton. En ese sitio registramos los temas que luego fueron a parar al compilado Ruido (1993). Lo ideal es que después te grabaran un disco. Pero nunca nos brindaron ni siquiera esa oferta. Entonces le pregunté a Melero, pues con su sello Catálogo Incierto editaba casetes, cómo podía hacer para publicar una cinta y me dijo que hablara con los Estupendo, que habían hecho un CD.”

Esa era una época de muchos rumores. El bajista rememora: “Se nos acercaba o nos llamaba alguien para decirnos que tal compañía nos iba a contactar para tal concierto, o que se iba a armar tal sello y que nos querían firmar. Eso les pasó a todos. Había una crítica concreta hacia nosotros porque éramos muy caóticos, experimentales, con canciones largas donde no cantaba nadie y desafinábamos. Eramos muy felices con los shows que hacíamos en vivo y las cosas que grabábamos. Esas situaciones nos ayudaron a cambiar como personas. Era muy intenso participar en una experiencia sonora de Suárez. Pero al mismo tiempo me daba la sensación de que no le gustaba a nadie”.

El pico de la banda sucedió con la aparición de Galope, su tercer disco. “Es mi favorito. Ahí pasó algo que no se repitió ni antes ni después. Fue el que menos se vendió. Suárez se separó porque se produjo una implosión de desacuerdos. Durante un tiempo lo manejamos, incluso Excursiones –de sus cuatro larga duraciones, fue el que más copias vendió y finalmente el más conocido– es un álbum que lo hicimos bajo ese equilibrio. Debíamos demostrarnos que podíamos hacer un disco normal. Pero esos desacuerdos nos cansaron a todos. En un momento, Rosario y yo tomamos la decisión de que el grupo no siguiera. Ella sintió la necesidad de controlar lo suyo. Se merecía estar al mando de su arte. En lo musical, Suárez ya está. Rosario está abocada a su carrera solista.”

Gonzalo Córdoba (3)

Gonzalo Córdoba dejó el rock. Y lo explica: “Me cansé de cómo funciona la vida del músico pop. Sentí que ya estaba, que no me entusiasmaba más. Desde que tengo 13 años toco en bandas. Siempre puse todo. El esquema del grupo de rock me saturó. Ya ni siquiera voy a verlos. Desde hace unos años todo es lo mismo”. Sin embargo, encontró en la música incidental una nueva veta. “Ahora estoy haciendo música para películas y para algunas producciones de televisión. Me gané el premio Clarín a la música original por Los rubios, de Albertina Carri. Lo siento como un chamuyo porque la película no tiene música, apenas unos 40 segundos. Que hayan nominado eso me parece un papelón. Pero que lo hayamos ganado es increíble. También estoy terminando el disco de un grupo de folklore de una escuela de chicos especiales que pertenece a mi familia. Estoy descubriendo cosas porque yo nací en Brasil. Mis raíces son la bossa nova y el samba.”

Rosario y Fabio lo invitaron a participar en Suárez tras un concierto en el que coincidieron con su banda. Gonzalo recuerda: “Lo que a ellos les gustaba era un wah wah que tenía. Estaba muy de moda. Desde ahí nos hicimos amigos”. Si algún legado pudo dejar Suárez fue prenderse de libertades para alcanzar su ideas. Señala Córdoba: “No nos subimos a ningún dictado estético. Quizás ése haya sido nuestro aporte. En los ‘90, cuando nosotros y otros tantos recurrimos a la autogestión, le abrimos los ojos a más de uno”. Y es que justamente esa actitud patentó el culto que se mantuvo en torno al grupo durante su existencia y luego de su disolución. El guitarrista expresa: “No puedo negar ese culto, aunque no lo inventamos nosotros. Me da la impresión de que llegamos allí porque no supieron cómo encasillarnos. No formábamos parte ni de ese nuevo rock de los ‘90, ni de la movida de Palermo, ni tampoco de La Plata”.

Sin ninguna plataforma que los auspiciara, el bullicio de Suárez saltó el Atlántico hasta España y la Cordillera hasta Chile. En ambos países estuvieron en tres ocasiones. Mientras tocaban en Barcelona y Zaragoza, nunca pudieron incursionar acá en plazas como Córdoba o Rosario. Sólo aspiraron a algunos pocos recitales en la provincia de Buenos Aires. Reseña Córdoba: “En España nos fue buenísimo. Era como volver a empezar. No nos conocía nadie. La gira la organizaron los chicos de la revista Zona de Obras para presentar su sello Plan V (a través del que editaron inicialmente Galope y después Excursiones). Era la primera vez que podíamos hacer eso. Esto era más fácil que salir a la ciudad de Córdoba. Sin embargo, nunca pudimos delegar decisiones en otra persona. Era todo un problema. Debíamos estar de acuerdo los cuatro”.

Tres años después de la salida de Galope, apareció Excursiones. Con ese trabajo, que alude a la canción convencida y la melodía al frente, pudieron entrar en las radios: además de los programas especializados, rotaron en la programación de la FM Supernova. Describe Gonzalo: “Me parece que es el disco más experimental de Suárez porque probamos que podíamos hacer un álbum que se entendiera en todos los lenguajes”. Pese a que la última presentación del entonces cuarteto se produjo en el 2001, la comunicación oficial de la separación se dio en el 2002. Indica el guitarrista: “Cuando me di cuenta de que hasta acá habíamos llegado, lo sentí como un alivio. No creo que se dé una vuelta, lo que no quiere decir que no quiera. Me parece que no da”.

Diego Fosser (4)

“Participaba con Gonzalo en el grupo Los Héroes. Hacíamos blues. Compartimos una fecha con Fabio y Rosario en la que les había fallado toda la banda. Me preguntaron si podía tocar con ellos, y me aprendí los temas en la prueba de sonido. Ese primer momento de Suárez era muy pop. Después nos movimos hacia el noise. Escuchábamos My Bloody Valentine, Sonic Youth, Primal Scream, Spiritualized, el Blue Lines de Massive Attack y hasta Suede”, recuerda Diego Fosser, baterista de Suárez. Es el otro psicólogo del grupo y detrás de los tambores colaboró en discos como Travesti de Daniel Melero, Mar de Leo García y En la ruta del árbol, en busca de la canción perfecta de Adrián Paoletti. Pero el rock se agotó en su vida. “A partir de la separación de Suárez, tuve otros intereses. Me empecé a relacionar con los ritmos latinos y algunas cosas de acá. Desde el verano pasado practico el arte visual con seres vivos, en este caso con plantas. Recién comencé a exponer las primeras piezas de una serie.”

Como denominación, el indie no existía en la Argentina. “Artistas como nosotros, La Nueva Flor –que luego se convirtió en Victoria Mil–, Adrián Paoletti y Perdedores Pop nos llamábamos grupos independientes porque no teníamos compañía. Babasónicos pertenecía a la escena sónica donde incluso podíamos entrar, pero nos aislamos. Lo valioso de esa época fue su pluralismo. Había más puntos de divergencia que de confluencia, y eso la hacía atractiva. Suárez ofrecía un punto de fuga con respecto al discurso del momento. Nos ubicamos en un polo muy extremo en un principio. A la gente le era difícil comprendernos. Me acuerdo de que les abrimos un show a Los Brujos en Cemento, hicimos diez minutos de ruido y el público nos empezó a putear.” Suárez tiene un quinto disco que no apareció en la caja. Se trata de 29:09:00 (2000), un EP de covers de los españoles Le Mans. “Ya en España nos asociaban con la movida del País Vasco, con Le Mans y La Buena Vida. Sebastián Carreras –artífice de Entre Ríos y del sello Indice Virgen– nos propuso que tocáramos sus temas en el marco de la visita de dos de sus integrantes, Ibon y Teresa, a la Argentina. Ese fue el último disco que grabamos.”

Para Fosser, Suárez representa aún un cuño sólido. “Pienso muchas cosas alrededor de Suárez, no sólo por la caja. Esas marcas muchas veces son fuertes y permiten que uno tenga un hilo en la vida. Hay grupos que me dan la impresión de que nos vieron. Ahora, la estética de los ‘90 está de vuelta. No tengo resentimiento ante la incomprensión. El tiempo lo ubica todo en su lugar. Hay una canción nuestra que ya lo dice: ‘Y para el que no diga nada hoy, lo dirá mañana’. En Buenos Aires nos dieron bola. Yo era más rockstar acá que en cualquier otra parte. Cuando la gente venía a los shows la pasaba bárbaro. Vivíamos de eso. Tuvimos un sueldo que incluso hoy extraño. Ahora no practico la fantasía del rockero, que en algún momento la llevé al extremo. Vivo con mucha más calma.” El baterista rememora el recital que los despidió de los escenarios. “Si bien la última aparición de Suárez fue en el Podestá, prefiero pensar que el festival Argentina en Vivo marcó nuestra despedida. En ese show nos tuvimos que parar ante 10 mil personas. Y ésa es una imagen muy fuerte.”

Marcelo Zanelli

En una historia no tan remota de Suárez, el guitarrista Marcelo Zanelli se convirtió en su quinto integrante. Psicólogo de profesión, estudia la relación entre música y adolescentes. Compuso y grabó la banda de sonido del largometraje Punto 750, de Luis Galmes, e hizo el video del tema Vidrios de Rosario Bléfari. “Suárez fue un grupo que manejaba premeditadamente el caos. No era algo exclusivamente musical. Había una cosa muy de la imagen. En torno a eso giraban pintores y fotógrafos. Es más, Rosario, a quien conozco desde muy chico, antes de Suárez estuvo de novia con Martín Reyna. Eramos muy permeables a las propuestas de un grupo de amigos y allegados. Tenemos mucho de punk. Que no seamos Ramones o The Clash no quiere decir que no tengamos un punto de contacto con eso. Aunque acá no lo leyeron de esa manera, y nos asociaron más con cierta cosa arty.”

Marcelo ingresó en el grupo justo en la grabación de los temas que aparecieron en el compilado Ruido. “Yo soy de los ‘80, de la generación Die Schule, Cemento y Einstein, y contemporáneo a Samalea, Frenkel y Pil. Era el mayor de la banda. Teníamos un montón de grabaciones que habíamos hecho, las fuimos armando y decidimos que eso debía convertirse en un disco. Me acuerdo de que íbamos en un taxi y allí decidimos titularlo Hora de no ver.” Suárez ingresaba entonces en los ‘90, cuna del nacimiento de una nueva Argentina. “Ese fue el broche de oro de un proceso histórico de larga data que se termina de resolver con el menemismo y luego con la Alianza. Nosotros estuvimos en la vereda de enfrente de todo eso. No nos interesó. Esa fue una década infame.”

Antes de que se produjera esa fractura entre los grupos indies y los sónicos, premiaba la unidad. “Mi cercanía era más con Los Brujos y Avant Press. La convivencia era genial. Creo que las distancias se produjeron porque hubo un problema de mercado. Nuestra música era difícil de consumir. Sin embargo, las canciones de Rosario son muy grossas. Espero que algún día este país se dé cuenta de su talento. Si bien Los Redonditos de Ricota son el emblema de la independencia, Suárez marcó una posibilidad para otros grupos. Por eso tiene un lugar en la historia bastante importante.” Poco antes de la grabación de Galope, Zanelli abandonó la agrupación. “Me fui por un problema mío. Soy una persona muy neurótica. Comencé a tener excesos de paranoia como consecuencia de mi vida en ese momento. A mí nadie me echó. De hecho, aún nos vemos. Me arrepentí y estuve mal durante casi dos años. Fue un malestar espiritual muy grande.”

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