A MIGUEL GARCIA NO LE MOLESTA QUE LO COMPAREN CON SU PADRE
“Me chupa un huevo, realmente"
A esta altura, resulta tedioso volver a presentarlo como el “hijo de”. Migue dice que él también tuvo un hijo y se llama Quieto o disparo, flamante disco del ex A-Tirador Láser. ¿Charly abuelo, entonces?
› Por Roque Casciero
FOTO: CECILIA SALAS
lEn la esquina de Santa Fe y Coronel Díaz hace guardia un móvil de televisión, sin que nadie en su interior piense en lo botonas que suenan las palabras “guardia” y “móvil”. Cuando Migue García sale de su casa, una productora lo encara para preguntarle por Charly, que otra vez está en el centro del escándalo. Pero el vástago de Say No More y la cantante María Rosa Yorio parece acostumbrado a esquivar esas situaciones. Y ni siquiera le molesta que, ahora que sale a la cancha con su primer álbum Quieto o disparo, lo comparen con su viejo. “Me chupa un huevo, realmente. Lo que quiero es hacer música y expresarme, porque la expresión es lo más cercano al placer que conozco. Y si me comparan con mi viejo, no voy a hacerme dramas. A esta altura...”, suelta Migue.
A esta altura, Miguel García tiene 28 años, lleva seis en pareja, tocó en un trío con Fernando Samalea y Fernando Kabusacki, y fue parte de ATirador Láser hasta que Lucas Martí desarmó esa banda. Pero de ese final es de donde partió. “Con Lucas nos miramos y dijimos: ‘Bueno, vamos a hacer un disco de Migue’. Estuvimos un añito conceptualizándolo y después lo grabamos. Y ya está acá: mi primer disco, mi primer hijo”, se enorgullece Miguel.
–¿Por qué esperaste hasta este momento para ponerle tu nombre y tu cara a un disco?
–Porque me sentía muy contenido y muy copado en las bandas en las que estaba. Con A-Tirador sentía que estaba subido a un transbordador espacial y estaba recontento, no sentía otra necesidad. A-Tirador era como un planeta, una estrellita. Para mí era cien veces más grosso que Radiohead, para poner un parámetro. Antes de unirme a A-Tirador era fan de la banda.
–¿Te costó digerir el fin de A-Tirador?
–Soy muy melanco, me pongo a llorar por cualquier cosa, sobre todo si está la palabra separación... Pero, bueno, también de eso salió la idea de este disco que ahora suena en todas las radios. Entro a un supermercado y me escucho cantar, y siento que exorcicé mis tristezas en este disco.
–En tu disco, Lucas fue el productor, aportó varias canciones y co-compuso otras, y toca la guitarra y la batería. Casi podría decirse que es un disco a dúo.
–El laburó mucho en el disco. Es uno de los músicos que brilla con más intensidad en este momento. Hay muchos músicos que están produciendo un impacto importante. Y trabajar con artistas tan grossos me encanta. Admiro mucho a Lucas, a Yuliano, a Los Látigos... Para mí es importantísimo trabajar con almas; la soledad es una desgracia.
–Hablaste de conceptualizar el disco antes de hacerlo. ¿A qué concepto llegaron?
–Hicimos un disco todo tocado, no hay un solo sintetizador, porque queríamos expresar desde el alma lo más profundo y lo más directamente posible. Todos los pianos que grabé eran analógicos, con todos tenía una conexión más directa. El sonido marca mucho a un disco y por eso elegimos estos instrumentos.
–¿Te propusiste hacer un disco luminoso?
–Sí, por supuesto. Con un amigo siempre decimos que hay cosas shiny y dark, y yo busco el shiny. Esa es la idea: puedo hablar de tristezas, de problemas y de recordatorios, pero es un disco sobre todo bello y hecho desde lo más profundo de mi alma para llegar a las de las demás personas.
–Es extraño que hayas hecho un disco muy de guitarras, porque sos tecladista.
–Es un disco con guitarras fuertes, pero tiene un concepto de teclados muy trabajado. Cada tema tiene un teclado, un piano o una mezcla de ambos muy refinada. El volumen que tienen las cosas es exacto. Y también es porque me gusta mucho el sonido de James Taylor y estamos intentando recrearlo.
–Pero podrías haber elegido mostrarte más como músico, meter solos de teclados...
–¡Eso es remonitor! ¿Un solo de teclado? Ya lo hice con Samalea-Kabusacki-García. No es lo que me interesa ahora. Me interesan las canciones.
–¿Por qué el disco sólo tiene nueve canciones?
–Soy medio cabalero y el nueve me parece un número especial. Además, Blue de Joni Mitchell tiene nueve canciones. Quiero que el próximo también tenga nueve canciones. Es un número espiritual... Por Revolution 9, de John Lennon: escuché eso y sentí algo especial. No soy tan fan como Badía, pero algo me pasó (risas).
–¿No pensaste en invitar a tu viejo a participar del disco?
–Este disco lo grabamos medio encerrados, vamos a ver qué pasa con el próximo. De hecho, él siempre está “invitado” para ser parte de mi vida en todos los aspectos. Es una persona maravillosa y disfruto con él tomándonos un vino, charlando sobre Steely Dan o tocando un tema de James Taylor. También me pasa con mi vieja, con mi tía, con todas las personas con las que tengo un vínculo afectivo fuerte: me gusta compartir momentos que quedan para toda la vida. n