Jue 09.02.2006
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NOTA DE TAPA

Dados vuelta

¿Qué es el hip hop? ¿Un tipo negro con cara de malo y lleno de oro en la tapa de un disco? ¿Un fenómeno rapero marginal? ¿O un movimiento que plantea sobresalir por destreza musical y corporal?
Se acaba de editar el disco Iluminate, con la unión de Sandoval, Tao Tek y Mester de Juglares. Aquí, las respuestas.

› Por Santiago Rial Ungaro

Parece que, por fin, los hip hoperos argentos se apiolaron: en otro contexto, un buen disco como Iluminate (la unión de Sandoval, Tao Tek y Mester de Juglares) sólo sería eso: ni más ni menos que un buen disco de hip hop, jovial, cool y consciente. Pero dentro de la escena local, el cuarto disco de hip hop argentino editado (sin contar claro CDR’s y demás grabaciones piratas, que, más allá de su calidad, siempre quedan limitadas a círculos pequeños y hasta cerrados) parece abrir un inmenso abanico de posibilidades al hip hop local, género que, de diferentes maneras, ha ido siendo asimilado por cada vez más gente: ya sea por una publicidad de papas fritas, por un video de la MTV o por haberse cruzado con algún MC’s argentino. El hip hop es rap, una lírica hablada que encuentra en las batallas de “freestyle” (en las que los MC’s compiten con sus rimas a ver quién es más ingenioso, como en película de Eminem o como en las viejas payadas) su medio de expresión más puro. Pero hip hop no es sólo eso: también es una música, una música que por su origen (la música negra de fines de los ‘70 y de principios de los ‘80) es música para bailar, a la vez que encuentra su inspiración en los bailarines, los B-Boys.

Por eso, que exista un lugar como Lost genera un foco de refugio para la comunidad hip hopera, así como una alternativa para los que simplemente quieren cambiar un poco sus movimientos y bailar de otra manera, no tan robótica, aunque muchas veces sí sea bastante caricaturesca. Las razones de expansión de este género son como un virus: son muchas y es difícil precisarlas, pero de todas formas es cierto que Lost (que, como todo lugar que tiene una cierta continuidad se ha ido convirtiendo en un clásico de los jueves, en Aráoz 2424), con su DJ residente Stuart (o con jóvenes y promisorios invitados como Dj Rob) convocan a la gente que ya pertenece al hip hop, a turistas y a gente que simplemente quiere variar de rutina recreativa. Algo interesante: la gente (menos “dura” y menos “colocada” que en otras discotecas) no sólo baila en la pista sino también a sus alrededores. En realidad el clima es tan sano que hasta desconcierta.

En la pista de Lost, mientras B-Boys a esta altura ya célebres como Nelson, o Cielo muestran su talento acrobático, la gente los mira: bailan tan bien que se diría que cohíben. Quizá por eso la apertura de la pista está reservada a sus destrezas, con música funk instrumental de trampolín para sus piruetas. Ana y Helen, dos adolescentes norteamericanas, aúllan al ver girar a un B-Boy que, como un trompo, gira y da vueltas carneros en el aire como sin nada.

El productor de eventos de música electrónica, Roberto Fernández apostó en Lost al hip hop (también tiene Opera Bay en Puerto Madero) porque encontró ahí “algo mucho más interesante a nivel contenido: es una música que se complementa con el deporte. En el basket tiene una comunicación gráfica muy definida que está muy vinculada al hip hop, y también hay una conexión fuerte con el skate. De todas formas es un proceso: la gente acá no sabe bailar hip hop y los sellos importantes tienen sus artistas”.

Mientras tanto, un par de chicas que vienen por primer vez aportan un par de pistas: “Me gusta el hip hop, pero el ambiente es muy cerrado. O estás adentro o estás afuera”, dice Soledad, una esbelta muchachita quizá extrañada de que no le lluevan propuestas masculinas. Para ella y sus amigas, está claro que hay gente que entiende el hip hop y otra que no. “Igual –agrega–, si no lo entendés lo vas a empezar a entender, porque lo están empezando a pasar por todos lados.” Hoy en día, en cualquier disco suenan algunos temas de hip hop. Desde un punto de vista fundamentalista o purista, el hip hop está en crisis. Pero porque está creciendo. “La clave para diferenciar quien está metido en el hip hop pasa por lo visual, apunta Stuart. Si venís hoy y lo ves a él (señala a Dj Rob) y vas a ver que está vestido como una persona normal. Y al lado hay unoque no hace nada, con el pañuelo en la cabeza y con la ropa que se compró un día antes en el Alto Palermo.”

Claro que sin público no hay movida. Mic, de Tao Tek señala algo obvio: una cosa es la pantalla y otra son los discos que, con el MP3 y el CDR se volvieron cada vez más accesibles. “La gente ve eso mucho en la MTV y lo imita, pero la remera extralarge por la rodilla no tiene nada que ver con lo que realmente es el hip hop. Hay B-Boys que están vestidos con una onda Marilyn Manson y que de repente se bailan todo. Pero también hay gente que está muy confundida, que ya no sabe para dónde correr: están entre el rap, el dark, el nü metal, el hardcore y el heavy. Y después está toda la mezcla que hay con el reggaeton y la cumbia. Yo conozco graffiteros que son regrosos y que escuchan cumbia a full.”

Los B-Boys y las B-Girl serían algo así como la infantería del hip hop: mientras el Dj está en la cabina y los MC’s están en el escenario, ellos son los que van al frente y se revuelcan por el piso. Son la antítesis de los que se quedan mirando con cara de malos y con los brazos cruzados. Los B-Boys son los peor pagos, y a la vez son los que más desgaste tienen. Claro que una fiesta sin ellos es como un whiscola sin whisky.

Al crecimiento de la escena (en principio muy reducida), se le suma algo que hasta Fernández, el productor de electrónica, ve como evidente: “La movida electrónica se ha diversificado mucho, se ha desvirtuado y bastardeado bastante. No quiero sonar como Pappo, pero la verdad es que si vos y yo nos juntamos con las máquinas algo vamos a hacer y hasta lo vamos a poder vender. En cambio en el hip hop siempre hay una cuestión humana que no todos pueden hacer”. Todavía no hay MC’s en Lost, pero parece que es cuestión de tiempo. La visión de Fernández aporta otra perspectiva: “Como todos los géneros, primero tiene que explotar afuera. El circuito que se da en la música electrónica en el verano siempre es el mismo: de Europa va a Punta del Este, y de ahí llega a Buenos Aires. El verano siempre es como un show-room de lo que va a pasar durante el año”. Como nunca fui a Punta del Este nunca sé lo que va a pasar, pero a veces la imagen no es nada: con la nueva escena rockera en estado de coma, hoy por hoy hay sed de hip hop”.

Aprendiendo a batatear

Junto a Cuentos de chicos para grandes de Mustafa Yoda (de 1994), Iluminate (disco cosecha 2006 que dio pie a que se formara Iluminados) probablemente marque un quiebre de lo que, hasta ahora, fue el hip hop en el país. Porque más allá de los aportes musicales de los Illya Kuryaky (que el tiempo se está encargando de revalorizar) o del talento lírico aislado de un Orge o un Pedro Amodio (cantante de Dios), y tantos otros MC’s de talento, durante años el único disco de hip hop parido en estas pampas era el del Sindicato Argentino de hip hop. Y, más allá de su fama de chicos malos, si su primer disco era bastante pobre, su Sangre, sudor y furia (del 2005, en el que cantan el gran Tego Calderón, rey del reggaetón, y Julieta Venegas) explica en parte la confusión que rodeó siempre al género: con amenazas por doquier, insultos, quejas, misoginia y monotonía musical no alcanza, aunque los pibes sean o no tipos pesados.

Desde los ‘80, el hip hop es una cultura y a la vez una contracultura: no es lo mismo De la Soul que Company Flow, pero ambos son parte de lo mismo, por eso se pueden citar sin prejuicios, cosa que no pasa en el pop. Uno sabe de antemano que no sabe nada de hip hop: son tantos los sellos y las tendencias que hasta da miedo. Pero lo cierto es que además de ser un medio de expresión y de cohesión social, el hip hop es una estética (y ahí entra el arte callejero y flashero de los graffitis, desde la época de Jean Michel Basquiat escuchando a Grandmaster Flash).

Y todo eso junto puede ser considerado como una forma de vida. Lo que tienen estos dos discos (el de Mustafa y el de Iluminate) en común es quese nota que, más allá de la juventud de sus integrantes, el hip hop ha ido madurando. En algunos casos a los golpes: años de peleas internas y de enfrentamientos han ayudado a comprender que, más allá de las chicaneadas en los batallas de “freestyle”, los MC’s unidos, jamás serán vencidos. Eso que demostraron hace una década los Wu Tang Clan, (algo así como los salvadores del hip hop del auge del gangsta-rap) es lo que deben haber experimentado los MC’s de Sudametrica, en donde supieron estar todos juntos: Mustafa, Sandoval, Tao Tek y los Mester de Juglares. Ahora Mustafa está solo, pero habrá que estar atentos a cómo sigue lo suyo.

La ya por entonces esperada aparición de su primer disco (firmado como Mustafa Yoda en el 2004) empezaba con una voz sacada de Star Wars que hablaba de los Yedis, dando a entender quizá que el hip hop quería acercarse al lado luminoso de la Fuerza. Musta no se andaba con chiquitas: tras la producción metían mano y scratch los Manuvers of Manual Tacktiks, Andrés Proaño, los hermanos Girelli y Stuart (omnipresente en cada grabación de hip hop de calidad) dándole un imponente telón de fondo a un MC’s que, como un Moises del “flow”, proponía “hacer free” (improvisar, hacer “freestyle”), como ley para todo los MC’s. Quizá por eso, en sus rimas hay algo del “zapping” periodístico, pero inyectada de una ira divina políticamente incorrectísima. Poniendo a Videla, Pinochet, Bin Laden, el Opus Dei, Bush, Blair, el Padre Grassi, Hitler, Lassie, la CIA y Carlos Menem en una misma bolsa (de gatos), las menciones a Star Wars, el Dalai Lama y los pibes amigos de Moreno, le sirvieron para delinear un mundo maniqueísta (aunque no simplista: él mismo cae en la volteada) a la vez que exhibía toda la arrogancia y la desesperación de un flaco de Moreno con delirios de grandeza.

Claro que detrás de la megalomanía de Cuentos de chicos para grandes (que termina sentenciando que todos los que los que lo envidian lo aman) palpita una gran intensidad. Con sólo describir a un cabeza hueca entrando a un Mc Donalds con una remera del Che Guevara ya se puede decir mucho. Y Musta (que, aún hoy, se siente “el mejor de todos”) tenía con qué creérsela. Mustafa Yoda tenía una corte de “Yedis” que lo acompañaban: a pesos pesados como Fidel Nadal, Sergio Sandoval y Apolo Novak (de Koxmoz) se les sumaban los pibes de Tao Tek, los Mester de Juglares y el chileno Koala le daban algo esencial que hoy por hoy sólo ofrece el hip hop y que en cierta forma heredó del mejor jazz: quien dice múltiples voces dice múltiples miradas y eso implica complejidad y armonía.

Más allá de lo que haya durado la experiencia se notaba ya entonces la intención de cambiarle el tono al hip hop, la conciencia de que la unión hace la fuerza. Por ahí aparecían también la gente de B.A.S (Buenos Aires Subterráneo), con los que tantos enfrentamientos habían tenido. Y, más allá de cuáles sean sus relaciones actuales, no cuesta imaginar que para juntar a tantos “batateros” deben haber sido necesarios muchos actos de grandeza. Y lo de batatero no es peyorativo: desde KRS One hasta Eminem, pasando por Flavour Flav y Method Man los Mc’s se tienen que especializar en “batatear”; primero de todo a ellos mismos; y luego a los demás Mc’s y por último a un mundo que vaya si nos batatea. Claro que esto se puede hacer con estilo, inteligencia, atrevimiento y humor.

Iluminación de emergencia

Y así llegamos a Iluminate, disco que transmite la frescura y el swing de chicos que nacieron junto al hip hop: salvo Sandoval (quizá el mejor MC argentino) son todos Sub-24. La producción de Mester de Juglares (que son de Liniers y que afirman “querer romper el molde”) mantiene durante el disco un clima onírico, groovero y psicodélico. Diego Guagnini y Manuel Delgado no tuvieron miedo de buscar (y encontrar) la magia y la belleza de esos momentos de verdad que siempre necesitamos. A la unión entre Sandoval (antes en Koxmoz y en Sudametrica), Mester de Juglares y Tao Technology sele suma otra movida inteligente: la participación de César Andino, el cantante de Cabezones. El disco entonces, sale por un sello de rock.

Con guiños taoístas y voces criollas y nítidas, poco afectadas y capaces de afirmar despreocupadamente que “mujeres divinas, placeres, bebidas y esquinas ya forman parte de nuestra disciplina”, los Iluminados pueden rapear en el tema siguiente que “el futuro es demasiado y el Estado te prefiere ver drogado –suena raro pero es duro, la muerte está en tu casa- el hambre es la droga que más duele y hoy tu tele es tu peor amenaza”.

De los Iluminados deberían, en teoría, salir discos individuales de sus integrantes. “Somos los iluminados no los ilusionados”, cantan a coro sobre el final del disco haciendo que su juventud no resulte ingenua sino todo lo contrario. Porque la verdad es que, iluminados o no, al escuchar a Manu cantar que “la memoria es la llave del futuro” se siente aire fresco.

Dante (blanco fácil durante años del resentimiento de tantos MC’s), se suma a dar su bendición a un disco en el que hay charangos, pianos y congas. Por ahí andan algunos integrantes de Los Cafres y los scratchs de Stuart, completando un paisaje colorido que generan inevitablemente una esperanza de lo que pueda pasar de aquí en más. “Un disco de rap no tiene que tener necesariamente un tipo negro con cara de malo y lleno de oro en la tapa. Además, para estar llenos de oro tendría que ir a robar al Banco Río”, dice Manu, uno de los responsables de que el disco no tenga el sonido cada vez más mecánico y electrónico que tiene (más allá de su calidad), el hip hop norteamericano actual. Acá los loops y las baterías está sacados de discos de vinilo.

Dice Manu: “Lo que quizá sea diferente es que quizá sampleamos algo y después, arriba del sampleo arreglamos eso que sampleamos. Nos tomamos el trabajo de sacar el arreglo que loopeamos y de tocarlo nosotros mismos. No está hecho cortando y pegando con la computadora, que es como se hacen acá casi todos los discos de hip hop. Y sampleamos de todo, hay muchas cosas que no tienen nada que ver con el rap”. Si los Mester de Juglares se apiolaron y se pusieron a samplear discos de tango, los TaoTek se “iniciaron” cuando Monti trajo un libro de Lao Tsé: el Tao Te King. Mic aclara que aunque “el nombre empezó por ese libro, no somos todos taoístas. Pero también es una forma de decir que el rap es nuestro camino. Y está esa cuestión de que jugamos con el nombre Tao-Teknology, porque la verdad es que aunque cantemos contra la tecnología dependemos de ella”.

El futuro

Los memoriosos recuerdan a La Organización (de 1999), como el primer grupo que MC’s en darle una onda a eso de hacer freestyle en castellano. Quizá porque la violencia cotidiana de todos los que realmente viven en el gueto, sea éste una villa o un barrio, es más desagradable y menos atractiva que la que muestran los videos de tantos artistas de gangstarap, lo cierto es que las nuevas camadas de MC’s casi no consideran al Sindicato Argentino del hip hop como un referente. En cambio, la “crew” (cuya traducción literal es tribulación, pero que más bien quiere decir grupo) de la Oz (en donde coincidieron Mustafa, Apolo Novak y Chili, los últimos dos hoy en Koxmoz, que hace años que viene preparando su esperada primera producción) parece haber marcado un antes y un después en lo que hace a rapear en castellano.

Los Iluminados convocados a la nota (no estaban Sandoval ni Mustafa) coinciden en que en 1998 empezó casi todo. “En Parque Sarmiento vi a Mustafa y Apolo haciendo freestyle con Dj Tortuga y en ese momento era una mochada total. Era malísimo, un papelón, era para prenderles fuego: uno tiraba una base y el otro le decía que no se podía rapear. Pero después fueron aprendiendo”, dice un seguidor de una escena que, en definitiva, sigue siendo un enigma. Si se concretara la tan postergada salida de los discos de Koxmoz o de los Antipáticos (un desprendimiento de Koxmoz, queexisten hace 7 años) o los de B.A.S sacara su también anunciado primer disco, la escena viviría una nueva etapa. A eso habría que sumarle la movida cordobesa, con proyectos como Doble H, que goza también del respeto de sus pares y que ha organizado una movida que ha ido creciendo.

También hay una crew que se llama Def Com, que organiza fiestas todos los fines de semana. Intentando cultivar una actitud “gangsta”, éstos parecen más volcados hacia “el lado oscuro de la fuerza”: más copados con la posibilidad de pelearse o poner cara de malo que en producir. A esto se le suma otra tendencia, inabarcable: los MC’s y las “crews” que ni graban ni organizan fiestas, pero que, vía Internet se comunican, se amenazan y se hacen amigos. n

¿Dónde verlos?

Tuntablism Sets (Dj’s), DJ Rob + Invitados, B Boys (Batallas Grupales), Mc’s Freestyle Battle y una exhibición de graffitis, estarán el domingo 26 de febrero, en el Teatro José Verdi, Almirante Brown 726, La Boca. Desde las 13.

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