Jue 20.04.2006
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EXCLUSIVO: DON LETTS, EN LA CRESTA DEL PUNK

“Es difícil ser radical y estar en MTV”

Fue parte fundacional del movimiento punk de los ’70, creció como documentalista (se acaba de dar en el Bafici Punk: Attitude) y ahora reflexiona sobre el género. “Ese espíritu está en otro lado”, opina. Estuvo en Buenos Aires registrando a Franz Ferdinand.

› Por Roque Casciero

Kings Road, en Chelsea, era uno de los pocos lugares de Londres donde los jóvenes podían encontrar algo para hacer en 1974. En esa calle había un negocio llamado Sex, regenteado por Malcolm McLaren y Vivienne Westwood, donde surgiría en poco tiempo el germen de los Sex Pistols, pero también otro llamado Acme Attractions en el que la ropa era más barata y donde sonaba reggae todo el día. El encargado del lugar era un tal Don Letts, que cuando estalló el punk rock se convirtió en el DJ del único club londinense que aceptaba crestas y alfileres de gancho: el Roxy. “Pero las bandas punk todavía no habían grabado, así que pinchaba discos de reggae, que era lo que a mí me gustaba. Y, afortunadamente para mí, también le gustó a los punks”, recuerda Letts en conversación telefónica exclusiva con el NO. Por más que él quiera minimizar su contribución, la conjunción de los ritmos jamaiquinos con el asco y la furia punks, cortesía del señor Letts, modeló la escena británica de fines de los ‘70.

Pero el hombre no se conformó con eso: también empuñó una cámara Súper 8 y filmó The Punk Rock Movie, hizo todos los videos de The Clash (y también otros de Public Image Limited, Elvis Costello, Bob Marley y The Pretenders), formó Big Audio Dynamite junto al ex Clash Mick Jones y se convirtió en un respetado documentalista sobre temas musicales. Hace unos años se estrenó en el Bafici Westway to the World (la historia de The Clash) y la semana pasada se vio en el mismo ámbito Punk: Attitude, que en el Primer Mundo ya se consigue en edición de doble DVD con sabrosos extras. Sin embargo, Letts asegura que al principio rechazó la propuesta de hacer una película sobre el punk: “Se han hecho muchas películas sobre ese movimiento, pero siempre se concentran en lo que sucedió a fines de los ‘70. No lo ponen en el contexto de una contracultura vigente sino que lo muestran como una escena muerta que sucedió allá lejos y hace tiempo. Lo que yo trato de hacer es mostrar que es algo vivo, que tiene continuidad. En este momento en particular es muy importante que los jóvenes se den cuenta de eso, porque la contracultura que sale del Primer Mundo es muy segura y conservadora. Lo que trato de hacer es de mover un poco el avispero”.

–Por eso les pega a los grupos “punks” actuales que parecen prefabricados.

–Sí. La verdad es que si estás en MTV o en el Top 40, es probable que no tengas una actitud punk real. Es muy difícil ser radical y estar en MTV, porque ellos no venden ideas sino productos.

–En la música, ¿de dónde puede salir en estos días algo como lo que significó el punk en los ‘70?

–Creo que todavía es posible que suceda, pero... Alguien en la película dice algo gracioso: “Cuando me metí en la música, era ir contra el establishment; ahora mucha gente se mete en la música para ser parte del establishment”. De todos modos, existe gente que trabaja al margen de todo eso: los que trabajan con Internet o gente de países como Irak, que recibe la información por primera vez, o China, donde Internet recién se introdujo. Las nuevas ideas tienen que venir de esos lugares. Occidente ya tuvo su turno, ahora es el de otros.

–Legs McNeil, un fundador del fanzine Punk, dice en la película que hoy son punks los documentales de Michael Moore. ¿Está de acuerdo?

–Sí, sí. Voy a muchos festivales de cine y se ve una actitud punk en el cine independiente. Y ves punk en los lugares menos pensados. Eso es algo que recalco en mi película: el punk fue más allá de la música. Existió antes que existiera el punk rock y probablemente hoy exista en varios lugares que no son la música. Eso es una de las cosas interesantes del movimiento de los ‘70: inspiró a escritores, periodistas, poetas, diseñadores gráficos... o gente como yo. Me convertí en cineasta debido al punk rock. O sea que es una subcultura completa, no sólo música y moda.

–En su libro Rastros de carmín, el periodista Greil Marcus conecta a los Sex Pistols con los dadaístas y otros movimientos contraculturales. ¿Qué le parece esa visión?

–Es el mismo punto de vista que el mío. Cuando hice la primera edición de la película, tenía a gente que hablaba sobre las películas de Luis Buñuel, el arte de Marcel Duchamp o la comedia de Lenny Bruce: todos ellos manifestaron una actitud punk. Pero como la película debía tener 90 minutos, no pude meterme en todo eso. De todos modos, ése es exactamente el punto. No quiero que la gente vea mi película y arme una banda mañana: hay suficientes grupos. Necesitamos que la gente entienda que se puede tener una actitud punk en cualquier cosa que haga. Sería de utilidad tener unos cuantos maestros punks, unos cuantos doctores punks.

–¿Qué es la actitud punk para vos?

–La actitud punk es algo que está dentro de todos los jóvenes, aunque no todos son lo suficientemente valientes como para abrazarlo. Mucha gente prefiere ir a lo seguro, pero cuando era más joven eso nunca me resultó suficiente. Lo interesante sobre el punk es que es incluyente, no deja a nadie afuera. Te dice: “Si sos suficientemente piola y valiente, también podés ser parte de esto”. Esa es una parte muy importante de la actitud punk: no es sólo para gente especial o privilegiada sino para gente valiente y con ideas. Y el punk rock es gente joven encontrando un lenguaje que refleje el modo en que siente en un momento en particular. Es gente buscando constantemente su propia banda de sonido relevante. Porque cada generación necesita su propia banda sonora. Cuando apareció el hip hop, era prácticamente punk rock negro. Ahora se convirtió en otra cosa, como todos los movimientos contraculturales absorbidos por la cultura popular.

–¿Creés que alguien que no fue parte del punk podría haber hecho una película como la tuya?

–Se hacen películas sobre eventos históricos todo el tiempo y no todos estuvieron allí, así que por supuesto que es posible. La ventaja que yo tenía era que conocía a muchas de estas personas y les interesó participar porque apreciaban lo que yo estaba tratando de hacer.

–Es que fuiste una parte muy importante del punk. Y por eso no parece autobombo el hecho de no hayas dejado afuera las partes de la película en las que te mencionan algunos artistas.

–Soy un producto y un ejemplo viviente de la actitud punk, pero no sé, supongo que lo que se dice en la película no me molestó demasiado como para dejarlo.

–Jugaste un rol muy importante que reconocieron bandas como The Clash, nada menos, mezclando el punk con el reggae.

–Lo que pasó en ese momento fue que nos acercamos por entender nuestras diferencias. No era que todos queríamos ser iguales: Joe Strummer no tenía dreadlocks y yo no tenía un mohawk. Yo tenía discos de reggae y ellos tenían su punk rock, así que los juntamos y creamos algo hermoso. Es una buena lección para la vida: vive la différence.

–¿Por qué decidiste filmar The Punk Movie, tu primera película?

–Porque la energía punk es muy infecciosa: querés ser parte de eso. No querés ser sólo un fan. Y como todo el mundo agarraba la guitarra, enseguida el escenario estuvo lleno. Entonces decidí tomar una cámara Súper 8 y filmar a las bandas que me gustaban.

–¿Cuáles son tus proyectos actuales?

–Acabo de terminar un pequeño documental sobre The Jam y estoy trabajando en otro sobre Franz Ferdinand. Estuve con ellos en Brasil, Argentina y Chile, y me pareció muy interesante cómo estos escoceses podían establecer una conexión con gente de tan lejos. Consiguen el mismo sentimiento que tenía la música pop cuando yo tenía 14 o 15 años. Es muy optimista y con comentarios sociales interesantes. No es como The Clash, no es algo abiertamente político, pero creo que es muy difícil ser así hoy en día, especialmente trabajando en el mundo de MTV. Estos tipos crecieron inspirados por el punk, así que es interesante ver cómo eso se muestra en un nuevo vocabulario. Lástima que no pude ver mucho de Buenos Aires, porque los Franz Ferdinand trabajan todo el tiempo. Eso sí, me llamó la atención que la gente joven con la que conversé tiene mucho optimismo, como si sintiera que puede salir adelante. Y no es algo que un europeo pudiera imaginar, teniendo en cuenta la historia reciente del país. Me gustaría volver para ver más. Ojalá que la próxima vez sea como DJ.

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