“ROTARY”, TEATRO POR OPOSICION
› Por SEBASTIAN ACKERMAN
Los cinco personajes divagan sobre el arte en una (pequeña) escenografía ambientada en los ‘60. En algo coinciden todos: lo que sale del Instituto Di Tella “es una porquería”, y ni siquiera quieren nombrar a Marta Minujin. A pesar de considerarse a sí mismos la vanguardia del arte y querer formar un grupo “opositor” al Di Tella, no logran ponerse de acuerdo en nada, sólo en que lo único que los une es su rechazo al Instituto. ¿Cómo construir una identidad desde la pura oposición y no convertirse en lo que fue la Alianza contra Menem? Hernán Morán, director de Rotary, le cuenta al No: “La obra surgió de preguntarse dónde uno pone las ambiciones a la hora de hacer algo. La única idea concreta que tuvieron fue la de oponerse. Lo tragicómico de estas situaciones son las empresas en las que se embarcan por el hecho de tratar de causar un efecto solamente, y no tener una propuesta o un objetivo claro para realizarse a sí mismos. Hay una gran ambición sin sustento”.
Morán llegó al teatro desde el campo de la improvisación de la mano de Mosquito Sancinetto, estudió Bellas Artes, y asegura que lo más interesante de la cursada sucedía cuando terminaba la clase y “los profesores contaban anécdotas del Di Tella”, lo que lo llevó a querer reivindicar a aquel movimiento de vanguardia artística de mediados de los ‘60. Luego de meses de investigación, dice que si bien “hay una idea bastante fuerte de que el Di Tella era elitista”, fue un movimiento “bastante participativo, ya que se convocaba y había gente de distintas disciplinas trabajando juntas, cosa que hoy no veo que pase, salvo eventos puntuales. Fue una vanguardia artística en nuestro país –completa–, más allá de gustos o elecciones; y después se construyó, a mi manera de ver, un gran vacío desde que desapareció”, por lo que “no se termina de conservar una herencia palpable hoy en día de las cosas que surgen de todos esos movimientos. Más allá de que los estilos y los movimientos se vayan renovando, son importantes las herencias”, opina.
En Rotary, el humor (hasta aparece a veces en formato de gag) cumple una función específica: desprestigiar al otro, rebajar su idea. Aunque es una ficción, Morán dice que muchas escenas de la obra las sacó de la “realidad”. Y confiesa: “Me llama mucho la atención cómo nos reímos viendo algo en una ficción y viéndolo fuera, en lo cotidiano, no sucede lo mismo. Lo vemos puesto desde otro lugar. Me parece que la vida misma es así en muchos aspectos, y si uno se pusiera como espectador de esas situaciones terminaría riéndose de los propios defectos también. A la obra le da cierto timing, pero uno se encuentra con esas situaciones todos los días”.
Y a pesar de todo, como en el arte, también hay un factor irracional, una mera decisión estética: el título Rotary. “Me gusta la palabra. Suena bien, elegante”, se sincera Morán. “Uno no sabe bien tampoco qué es el Rotary. Es un club, medio exclusivo, pero para mí es una gran incógnita. Sé que hacen paradas de colectivo, o vas por la ruta y te encontrás parajes con mesitas que hizo el Rotary Club. No hay otro significado más que eso. En una época pintaban los buzones. Llamó gente pensando que es una obra sobre el Rotary, e incluso gente del Rotary llamó para que les mandemos el guión para ver cómo hablábamos del club”, ríe.
* Rotary se presenta los sábados de mayo y abril en el Abasto Social Club, Humahuaca 3649. A las 23.
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