NOTA DE TAPA
› Por Roque Casciero
Asentados entre Liverpool y Londres, llegan apostando a la intensidad del “vivo”, para mostrar su diferencia con su trabajo en estudio: “En los discos todo es muy prístino, preciso y lleno de capas”, dice Mira Aroyo.
Imaginate que estás en una ciudad de 30 millones de habitantes donde nadie habla tu idioma –excepto, tal vez, unos cinco compatriotas tuyos– y donde apenas una decena de personas sabe quién sos, a pesar de que hacés giras por Estados Unidos y Europa todo el tiempo. Imaginate que salís a tocar frente a 35 mil tipos en un concierto gratuito, en un lugar con miniaturas de las maravillas del mundo, y al segundo tema se sube el hijo del intendente al escenario a entregarte un ramo de rosas. Todo eso –y muchísimo más– le pasó a Ladytron hace un año y medio, cuando llegó a China con un contingente del British Council. Así que, después de semejante experiencia, ¿qué podrá extrañarle al cuarteto sobre el público argentino? Y sobre todo si se tiene en cuenta que los dos varones del grupo ya anduvieron por aquí haciendo un DJ set.
Pero quedaba pendiente la visita de la banda en pleno, con sus dos vocalistas con cabelleras prolijamente irregulares, aunque ya sin los uniformes que las caracterizaron en sus primeros dos discos (604 y Light and Magic). Este sábado, al fin, llegan al Southfest con el impecable Witching Hour, en el que su sonido construido con sintetizadores bien eighties se ha puesto por momentos más muscular, pero también ha crecido en texturas y matices. “Creo que ahora sonamos más orgánicos y ajustados”, asegura la cantante Mira Aroyo en comunicación telefónica con el NO. “Eso es el resultado de haber tocado tanto en vivo los dos discos anteriores: nuestro sonido evolucionó. Cuando estábamos grabando Witching Hour, teníamos en mente nuestro sonido en vivo. Queríamos que sonara poderoso, grueso, porque en los conciertos tocamos sintetizadores los cuatro y es lógico que tengamos un rango medio bien grueso. Y está lleno de capas, con muchas cosas sucediendo al mismo tiempo.”
Danny Hunt concibió 604 a fines de los ‘90, antes de conocer al resto de la banda. Pero sería injusto decir que el cuarteto es su proyecto, porque es la cruza de personalidades la que da como resultado Ladytron (que, a propósito, le debe su nombre a una canción del primer disco de Roxy Music). Hunt es nativo de Liverpool y enfermo futbolero, al punto de que fue el DJ en la fiesta que se desató en Turquía el año pasado, cuando el equipo de su ciudad se consagró campeón europeo. La banda empezó a tomar forma cuando Hunt conoció a Reuben Wu, hijo de inmigrantes chinos radicados en la ciudad de Los Beatles. En la universidad, ambos conocieron a la cantante y tecladista escocesa Helen Marnie. La última en llegar fue Aroyo, nacida en Sofía, Bulgaria, cuando el país todavía era parte del bloque soviético: unos amigos de Hunt los presentaron diciéndoles que ambos “pasaban la misma música” cuando trabajaban sólo como DJs. “Algunas partes de los sets son más convencionales, pero otras son como una montaña rusa porque eso nos excita”, explica Aroyo. “Sí, estuve en muchas raves, pero el primer concierto que vi en mi vida fue uno de Guns N’Roses.”
–Aquí van a tocar en un festival que es orientado al dance. ¿Ustedes se consideran una banda dance?
–Supongo que nos ubicamos entre dos cosas, pero nosotros nos consideramos más una banda indie, porque cuando escribimos canciones no lo hacemos necesariamente pensando en el beat ni en que nos pasen en las discotecas. De hecho, para que las canciones sean para el dancefloor tenemos los remixes. Por otra parte, somos una banda que toca todo en vivo, no tenemos pistas ni nada de eso. Tocamos en vivo como cualquier banda, aunque probablemente usemos sonidos más interesantes y equipos más diversos, y los procesemos un poco más. Simplemente tocamos canciones, igual que una banda como Soulwax, con la que se nos relaciona tanto. De todos modos, hemos tocado en varios festivales dance y por lo general funciona bien.
–Ya que es la primera vez que vamos a ver a la banda completa, quizá podamos descubrir quién toca qué en Ladytron.
–No, porque nada es realmente tan lineal. Cuando tocamos en vivo no necesariamente se corresponde con lo que hacemos en los discos. Cuando grabamos, lo hacemos todos juntos; después empezamos a ensayar lascanciones que grabamos y terminamos haciendo las cosas de otro modo que en el disco. En los discos todo es muy prístino, preciso y lleno de capas. Somos perfeccionistas y nos tomamos mucho tiempo hasta estar seguros de que todo suena como queremos. En vivo es un poquito más directo e intenso, aunque quizá menos claro.
–Ustedes empezaron en Liverpool, que es una ciudad con mucha tradición de bandas de guitarra. ¿Eran los bichos raros entre The Coral y The Zutons?
–Sí, nunca hemos sido parte de ninguna clase de escena, pero al mismo tiempo ensayamos, grabamos y tocamos en los mismos lugares que The Zutons y The Coral. Nos tenemos un mutuo respeto. Pero hay otras bandas de Liverpool como Clinic, de la que tampoco se habla nunca de que sea de ahí porque tienen como un sonido muy personal.
–Ustedes viven en distintas ciudades. ¿No es difícil mantener la banda así?
–No, porque siempre ha sido un poco así. Helen y yo vivimos en Londres, y los chicos en Liverpool. Y no es difícil porque son sólo dos horas y media de tren. Nos juntamos muy a menudo: es probable que estemos más tiempo juntos que separados. No nos molesta ir a Liverpool porque todo cuesta menos ahí que en Londres. Liverpool es agradable y disfruto bastante salir de Londres, además. De hecho, no viviría en Londres si mis amigos no estuvieran allí.
–¿Se sentían cómodos cuando los metieron dentro del electroclash?
–Cuando publicamos 604 no existía el electroclash. Mientras grabábamos Light and Magic todo el mundo hablaba del electroclash y nos metían a nosotros dentro de eso, pero no entendíamos bien por qué. Decían que éramos los padrinos del electroclash, cosas así, y nosotros pensábamos: “¿De qué mierda hablan?”. Pero en cuanto salió el disco, la gente se dio cuenta de que lo nuestro es un tanto diferente, que nuestros discos están llenos de canciones mientras que la mayoría del electroclash estaba basado en un par de hits. Además, ese movimiento era más bailable y no salía de Liverpool sino de Nueva York y Berlín. Y nosotros no somos de ninguno de esos lugares.
–Quizá su influencia haya estado en que ustedes desempolvaron algunos viejos sintetizadores.
–Pero eso ya estaba pasando con bandas como Add N To X, Air, Les Rhymes Digitales o Broadcast. Nosotros sentíamos una conexión con eso.
–La canción Soft Power tiene cierta influencia de Air, pero el hit Sugar suena extrañamente a The Breeders.
–Sí, por la forma en la que están trabajadas las voces. Pero nosotros nunca nos damos cuenta de eso mientras grabamos ni nos proponemos orientar la canción hacia determinado sonido. Con respecto a Air, por supuesto que los respetamos, pero no es que sacamos una influencia directa de ellos. Quizá la banda de la que tenemos más influencia directa sea Os Mutantes.
James Murphy, creador de LCD, asegura que trató de hacer una banda que se sostuviera igual “en caso de que a la gente no le gustara”. Y así lo hizo. Según Murphy, su actitud antagónica “es puramente por diversión”.
Cara de orto era lo mínimo que ponían algunos clubbers mientras LCD Soundsystem debutaba en Buenos Aires hace un año y medio. Es que los tipos, ansiosos por vivir el éxtasis del house, se habían encontrado con una banda que rockeaba como pocas, aunque en su ADN también coexistieran el dance, el post punk y la música disco. Pero todo lo que recuerda James Murphy, el hombre detrás del seudónimo LCD, es que tenía una “tremenda migraña” que le partía la cabeza y lo dejó “fuera de combate”. “Cuando terminamos el show casi que me desmayé a un costado del escenario, así que me pusieron en un cuarto con las luces apagadas y me dieron un remedio muy poderoso, tengo que tratar de acordarme del nombre para conseguirlo”, rememora. Este hombretón que ya pasó los 35 sacudió la modorra de la escena dance como parte del dúo de productores y sello DFA, responsables del sonido del debut de The Rapture. De hecho, LCD Soundsystem fue la etiqueta que Murphy se inventó para abrir los shows de esa banda neoyorquina. Pero cuando todos esperaban que saliera como DJ (su trabajo anterior), el tipo apareció rockeando con un temazo, I’m loosing my edge, en el que se reía de sus propios temores y daba cátedra de esnobismo rockero. Más tarde llegaron singles, EPs y un elogiado álbum debut epónimo. Con todos estos datos a mano, ahora que LCD Soundsystem vuelve para el Southfest hay menos espacios para las sorpresas: “La gente ya sabe que puede irse a otro lado mientras tocamos”, dispara Murphy entre risas. “Supongo que tocaremos canciones que no hicimos la vez anterior, pero no tengo idea de qué pasará en el show. Podría ser un desastre... ¡Vengan a ver cómo caemos a pedazos!”
–¿Te sentís más cómodo en festivales de rock que en los de dance?
–Depende. Me siento cómodo cuando las cosas son buenas. Si es algo dance y tiene que ver conmigo, si hay algo relevante, entonces está todo bien. Pero si es un evento de trance o cosas así, estamos muertos. Y lo mismo pasa con los festivales rockeros: si es un festival grande y estúpido, vamos muertos.
–¿Cuál es el más estúpido en el que hayas tocado?
–No me acuerdo bien, todos parecen mezclarse en uno solo. Supongo que nos sentimos más fuera de lugar que nunca en Reading/Leeds y en un festival en Escocia en el que nos mandaron a la carpa dance.
–Eso de rockear en un festival dance y hacer de DJ en un festival de rock suena a actitud antagónica, pero también demuestra un eclecticismo del que muchas bandas de hoy carecen.
–Sí, es divertido dar vuelta la tortilla. No soy antagónico en el sentido de hacerlo por maldad, sino que trato de hacer cosas interesantes. A veces la gente se enoja, pero otras se divierte, depende de con qué tipo de público me haya enfrentado. Por otra parte, como me gusta escuchar muchos tipos de música, supongo que también me gusta hacerlos.
–¿Te molestó que a tu música le pusieran la etiqueta de dance punk?
–No me importa, así que tampoco me molesta. En cierto sentido la etiqueta está bien, pero también es medio tonta. Igual, no me afecta en nada.
–Lo cierto es que retomás varias ideas musicales del post punk, con bandas como Liquid Liquid, que mezclaban las bases disco con el punk.
–Me gustan algunas bandas de esa época, no todas. Eran no músicos interesantes haciendo música. No me gusta el post punk como un todo, pero Liquid Liquid siempre me pareció especial.
–Cuando descubriste a The Rapture, les insististe para que abandonaran la escena en la que estaban inmersos. ¿Te parece que las escenas son limitadoras para los artistas?
–No sólo eso, sino que terminan siendo tiránicas y de mentalidad cerrada. Y eso no es muy interesante, así que lo mejor es alejarse de ellas. Por ejemplo, hay gente que sólo escucha punk rock, pero hay mucho punk rock malo. Los géneros no tienen nada que ver con la calidad y yo siempre trato de buscar la calidad. Por eso me gusta un poco de cada cosa.
–En una entrevista dijiste que diseñaste LCD Soundsystem para que a la gente no le gustara.
–Ese es un malentendido muy común. No es que traté de hacer una banda que no le gustara a la gente, sino que intenté crearla como para que se sostuviera igual en caso de que a la gente no le gustara. Es bastante diferente. A veces la gente interpreta que yo trato de no gustar. En realidad, lo que quería hacer era construir una banda a prueba de terremotos porque suponía que a la gente no iba a gustarle y no quería que eso importara. Y si a veces tengo una actitud antagónica, es puramente por diversión. Pensá esto: si tenés una conversación en la que todos están de acuerdo, es lo menos interesante del mundo. O una película en la que no pasa nada... A veces eso nos inspira al antagonismo.
–¿Cómo se siente esto de convertirse en estrella a los 30 y pico?
–Es gracioso. No sé. Nunca me imaginé ser parte de una banda a esta edad, pero es divertido y me gusta. Por lo general, me lo paso cansado porque ya estoy viejo. Y creo que deberían echarme otra gente buena y más joven. Pero no hay gente joven que esté haciendo cosas particularmente interesantes en este momento. A veces aparecen bandas así, pero la verdad es que ahora mismo no estoy prestando demasiada atención. Voy a intentar hacerlo, porque así encontré a The Rapture y estuvo muy bueno. Sabían muchísimo sobre música, era fantástico hablar con ellos.
–Algunos músicos sostienen que no hay que escuchar a los colegas para no ser influidos, pero a veces terminan teniendo sólo una influencia muy marcada, ¿no es cierto?
–Sí, sí. Escucho mucha música y trato de pensar en cómo están estructuradas las canciones para que me sirva para mi trabajo. Y cuando llega el momento de grabar las voces, que siempre es algo crítico, intento ponerme en una posición realmente extraña, a ver si pasa algo interesante. Por ejemplo, a veces escribo las letras justo antes de grabar las voces, cosa de no pensar demasiado en lo que escribí ni tener tiempo para reescribirlo. Así tengo que dejarlas del modo en que son.
–¿Trabajaste así en Losing my edge o Daft Punk is playing in my house?
–Losing my edge fue hecha en el momento, justo antes de grabarla. Y, de hecho, toqué la batería y canté en la misma toma. No fue tan difícil porque la batería es simple. Y si le prestás atención al ritmo, es bastante extraño porque estaba haciendo lugar para pensar en las voces.
–¿Qué fue lo que inspiró esa canción?
–Mi vida, que era bastante patética. Era DJ, las cosas iban bien, pero de repente todo el mundo estaba pasando la misma música que yo, entonces me asusté y después me avergoncé de haberme asustado. Es como algo cíclico y me pareció bastante fácil escribir una canción sobre eso.
–¿Pudiste invitar a los Daft Punk a tocar en tu casa cuando publicaste la canción que habla de eso?
–Lo intenté, por supuesto. Los invité para que estuvieran en el video, pero no pudieron. Hubiera estado bueno. Lo que quería hacer era una fiesta en mi casa y que ellos tocaran, armar todo un evento y filmar un documental con cómo se hizo el video. Fue muy triste que no pudieran, hubiera estado buenísimo. Pero ya no va a pasar, es demasiado tarde.
–¿Estás trabajando en nuevas canciones?
–Sí, acabo de pasar dos semanas en el estudio empezando a moverme, y cuando vuelva de Brasil y Argentina volveré a grabar.
–¿Serán canciones para un álbum, un ep, un 12 pulgadas o qué?
–Por el momento es sólo música, después veremos cómo sale. Es probable que publiquemos un par de 12 pulgadas este año y el álbum el próximo.
–Te lo preguntaba porque parecés tener mucha conciencia de la importancia del formato en el que se publica la música.
–Sí. Creo que la gente no se da cuenta que los formatos tienen mucho poder. Nadie piensa demasiado en eso, pero las canciones pop duran tres minutos y medio porque eso era lo que entraba en un simple de vinilo; y los álbumes duraban veinte minutos por lado porque era lo que entraba enun lp. Entonces, las formas de la música cambiaron por los formatos. A mí me gusta volver a pensar en los formatos, es divertido: un 12 pulgadas es diferente a un álbum, los CDs son otra cosa...
–Pero ésta es la época del iPod y el download.
–Es que el nuevo formato es el no-formato. No creo que sea un formato particularmente interesante porque no veo que la música esté mejorando. Tiene algo de interesante en el sentido de que la gente puede escuchar instantáneamente lo que tiene ganas, pero los álbumes dejaron de tener sentido: son sólo cosas que se venden, parte del merchandising. Y son los singles los que venden todo lo demás: remeras, ringtones, álbumes, toda esa basura... La mayoría de la gente hace álbumes muy malos.
–¿Por eso decidiste poner sólo nueve canciones en tu disco?
–Para mí, un álbum tiene esa duración. Tengo algunas canciones largas que encajan justo en un lp. Todavía me gusta esa duración, no quiero un disco de veintiséis canciones.
–Tiene cierta gracia que tu música sea tan del presente y que la pienses con un formato antiguo, nostálgico.
–¡Es que soy un viejo! Qué le voy a hacer...
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