CUATRO AÑOS MAS (O MENOS)
› Por Mariano Blejman
No me acuerdo del ‘78, pero unas fotos demuestran que salí a festejar mientras los desaparecidos faltaban a la “fiesta de todos”. Pero, el fútbol, ¿qué culpa tiene? Del ‘82 tengo un recuerdo vago (como la propia Selección). Así que el primer Mundial que “vi” fue en el Maradona ‘86, aunque me agaché a atarme los cordones justo cuando el Diego hacía el mejor gol de la historia. “Mirá, mirá, mirá...”, decían todos mientras luchaba por atarme los cordones. Qué pedazo de idiota, pienso ahora, perderme una cosa así. Pero muchos de los lectores de este Suplemento ni siquiera habían nacido, y alcancé a ver la repetición cuando el monopolio de TyC todavía no era ni floreciente. El ‘90 fue el fin de la niñez. El ‘94 está difuso, mientras que el ‘98 me agarró haciendo producción de espectáculos en el canal de cable Todo Noticias. Todavía lo recuerdo a Santo Biasatti revolcado en la “mesa de noticias”, con la camisa afuera, gritando desaforadamente otro gol contra Inglaterra. Era poco después de la “muerte” de Yabrán, y Mónica y César hacían Telenoche en vivo desde París. Tres millones de dólares perdió la televisión argentina. Del ‘02 mejor ni acordarse, y el ‘06 está abierto. Abierto a los resultados que el azar y el buen fútbol estén dispuestos a ofrecer. A sacar lo peor del nacionalismo, y lo mejor de vivir relatos corales. Porque la pelota sigue rodando impoluta: como los compact disc, como los vinilos, como la cinta de los casetes... Resistiendo el manoseo al que se ve sometida (“no se mancha”, sentenció el Diego), cada vez que se tiene que vestir para salir en la tele. Porque no existe nada en la historia de los fenómenos sociales que sea parecido a lo que sucede cada cuatro años. Se sabe: aquí los publicistas explotan la “argentinidad” para encender el negocio de la pasión. La gente se compra televisores más imponentes que después –como la ropa– van a quedar demasiado grandes. Las mujeres se hacen mucho más futboleras que de costumbre. Los países se preparan para una guerra donde no hay un solo disparo. Cada cuatro años, la FIFA demuestra por qué tiene más poder que algunos países del tercer mundo. Y los políticos, se sabe, aprovechan para firmar acuerdos que alguna vez costarán caro. Nosotros, claro, tratando de disfrutar del juego en medio de tanto alboroto. Tratando de gambetear el toqueteo, y aquí, ahora, aprovechamos las imágenes para ponerle un poco de música. Si se escriben chorros de tinta para intentar entender lo inentendible, el NO no se podía quedar afuera. Porque como la Selección se convierte en un objeto de deseo colectivo, nosotros nos aprovechamos de ella para ofrecer aquí información sobre/durante el Mundial que seguramente no sirve para seguir el Mundial. Pero ayuda a escucharlo mejor.
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