ROCK TUCUMANO, EN VEDA
› Por Cristian Vitale
“Acá en Tucumán, rock es mala palabra”, arranca Alfredo Socci, guitarrista y cantante de Pelops, y no le falta razón. ¿Se acuerdan del “éxito” de la ley Duhalde? Bueno en un arranque fascistoide, el gobernador de la provincia –que no es Domingo Bussi sino José Alperovich– firmó un decreto de necesidad y urgencia que obliga a bares y pubs a cerrar a las 3 de la mañana. Pero, como apunta lúcidamente el guitarrista, la medida es hipócrita de entrada. “Los diarios de acá dicen que le hace mejor a la familia tucumana, pero omiten no sólo que las casas de juegos siguen abiertas las 24 horas sino que te sirven alcohol por apostar.” La prohibición motivó que los rockers tucumanos tomaran la Plaza Independencia un par de sábados para organizar protestas pacíficas con el objeto de pedir la derogación del decreto. “La intolerancia y la violencia provienen del gobierno y no de quienes protestamos... democracia las 24 horas”, dicen los perjudicados. “La cosa es bastante ridícula –agrega Pablo, cantante del grupo Empleado del Mes–. Cuando sucedió lo de Cromañón, se sintió con la clausura de algunos lugares, pero luego de unos meses vino la destitución de Ibarra, entonces se clausuraron aún más lugares donde se hacían recitales de rock, hasta que sucedió lo de Paulina Lebbos –chica desaparecida el 26 de febrero– y salieron a clausurar todo. “Cromañón nos puso frente a frente con el sabotaje institucional no votado”, agrega Luis Albornoz, guitarrista de Redd. A la primera marcha fueron 200 jóvenes y a la segunda unos mil, que transformaron la plaza histórica en un boliche musicalizado por auto-stereos y la vereda de la Casa de Gobierno en un hervidero de insultos contra Alperovich. “Promulgaron esta ley ridícula poniendo como excusa que la juventud está totalmente descontrolada. Para mí es como un toque de queda... a esa hora salen cientos de policías fuertemente armados a obligar a los dueños a cerrar”, describe Pablo. El brazo armado de la política restrictiva es el IPLA (Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo), que se mostró satisfecho por clausurar 30 locales bailables y “bajar” en un 60 por ciento la asistencia de jóvenes a los boliches. Como antídoto a la reacción, los jóvenes generaron el MIRT (Movimiento Independiente de Rock Tucumano) para pedir lugares para tocar. “Hasta ahora sólo pudimos conseguir el Palacio de los Deportes, un lugar de 10 mil personas alejado de la ciudad; el parque 9 de julio, que de noche es sombrío y muy peligroso”, informa el músico. El problema engancha con la desazón colectiva generada por la cancelación del recital que iba a dar Callejeros en abril y del Festival “Tucumán Acustic Rock” que también se prohibió. “El problema fue que le puse como nombre ‘Tucumán Acustic Rock’, porque si no le ponía la palabra rock, no hubiera habido drama”, afirmó el organizador Juan Carlos Terán, al diario La Gaceta.
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