CERDA NEGRA, LA RENOVACION DEL 2X4
Tienen un promedio de 18 años de edad y adoptan en ocasiones una postura heavy; además, creen que la música joven es el tango. Viajan a Alemania para representar al país con el Mundial de fondo.
› Por Cristian Vitale
18,6. Promedio de edad clave para que cualquier joven occidental esté pensando, proyectando o concretando su primera banda de rock and roll. ¿Quién no fantasea marcar tres en un garaje, clavarse un par de cervezas y destruir el mundo entre cuatro paredes? Es algo así como “lo que hay” que hacer para no quedar descentrados del mapa de la diversión –o del escape– en este momento de la historia. Conscientes de correrse de ese mainstream, Agustín Guerrero de 17 años, Nicolás “Colo” Tognola de 18 y sus nueve compañeros de militancia (tres chicas y seis chicos) agarraron una calculadora y sacaron el promedio. Entre todos, tienen 18,6 años. Pero los pibes no hacen rock. No. Lo de ellos es tango. Puro y auténtico tango. ¿Proyecto revolucionario a pequeña escala, muchachos? “Es un ideal alto y difícil –responde el Colo–; nuestro fin máximo es apuntar a nuestros pares. Hacerles descubrir que el tango no es cosa de viejos.”
La orques(tita) de alguna manera acompaña el boom del género que procedió de Tango Argentino, pero bajando a la realidad. ¿Cuántas orquestas de tango existen con ese veredicto de la calculadora? ¿Existen? El sello de “revolucionarios” en algún sentido no les queda mal. “Con todo lo que produjo en su época, era muy difícil que el tango desaparezca. En algún momento tenía que resurgir... por su riqueza no podía quedar estancado. No es normal que se pierda porque sí, aunque hubo etapas en las que se pensó”, dice Agustín, portando orgulloso una bandera que defiende a rajatabla.
La orquesta tomó forma orgánica cuando el maestro Julián Peralta convocó a muchos niños estudiantes de música para armar la Orquesta de Tango Plaza Defensa. Bajo ese nombre se presentaron en todo el circuito de milongas de la ciudad, recreando clásicos del género –La Yumba, Desde el alma, A fuego lento–, hasta que el experimentado director dio un paso al costado. “Bueno, ahora vuelen solos”, dicen que les dijo. ¿Y qué hicieron? Se tomaron el Boeing. “Dos años con Julián nos dio experiencia y tomamos su consejo. Yo –dice Agustín– agarré la dirección y nos transformamos en un grupo autogestionado. Fue un proceso natural, buscar un camino propio.” Con la independencia llegaron el nombre –que, según Tognola, obedece al contrabajo de cerda negra que tenía el ex contrabajista– y la irreverencia. “Vemos que la mayoría repite las mismas cosas que antes. Nosotros queremos modificar el género sin perder la esencia. No pondríamos jamás una computadora o un sintetizador en un tema. Simplemente nos conformamos con evitar réplicas, desarrollar la esencia con una mirada actual”, marca el Colorado.
La edad media es corta, pero la búsqueda no. Cuando el minidirector de la orquesta tenía 11 años, sufrió la muerte de un tío –lo asesinaron en un robo– y de su almita en pena nació la melodía de uno de los temas que hoy presentan como propio: El Flaco. Cinco años después orquestó ese sentimiento y hoy forma parte del material de la agrupación, junto a Pies rotos, Insomne deambulante, Cuando –un pedido a detener la emigración de argentos al exterior– y el caballito de batalla que usan para darle “forma nueva” al tango, llamado La bronca del pueblo. Explica Agustín: “La idea es reflejar por qué la gente estalla y hace quilombo. Por eso, el tema se gesta con una tensa calma y, al final, la música se pone tan furiosa que parece una batalla mundial”. No en vano, la cerda negra es justamente el elemento que da más ataque al toque. Y la orquesta, por fuerza e intensidad, suele sonar heavy. ¿Metálicos del tango? “No sé –se ríe el Colo–, no queremos que se diga de nosotros que somos igual a la orquesta de Troilo o a la de Pugliese. Tal vez ser como ellos, pero en el siglo XXI. Eso me convence más.”
Personalidad les sobra. Al hablar de referencias no le escapan a Piazzolla, pero evitan mencionar la infinidad de orquestas que ocupan la escena hoy. Apenas se les escapa una –”la Fierro”– y no por cuestionesmusicales. “Si tenemos que ponernos de un bando, nos ponemos de éste, aunque no nos sentimos identificados con nadie. Estamos luchando con nuestra forma de hacer las cosas, observando todo lo que hay alrededor... pero mirando para adelante”, dispara Agustín. Pregunta inevitable: ¿lazos con el rock? Agustín dice que lo que más le gusta es el tango, el folklore y la música clásica, “en ese orden” –el pibe arregló El malambo de Ginastera–. Y Tognola apenas refiere que no están ajenos a nada de lo que pasa hoy. “Podemos reunirnos una noche a comer paty y jugar ping pong mientras en la compactera rotan Di Sarli, Marley, Los Beatles o Jorge Cafrune. Carlos, el violinista, es un copado del metal y suele poner Hermética. Hacer algo nuestro no implica cerrarse.”
Pero los links de entrecasa no se mezclan con las intenciones estéticas. El director –que también toca el piano– es contundente a este nivel. “No somos ajenos a nada, pero lo importante sería que la música de los jóvenes de hoy sea la nuestra. Si uno logra entender el tango, se da cuenta de su riqueza. Tiene que ser la música de los jóvenes.” ¿Qué onda con los fans? ¿También tienen 18,6? La orquesta anuncia entusiasta que hay unos 50 contemporáneos que “los siguen a todas partes”, y que sería un orgullo que aprendan a bailar tango con su música. Si faltaba otra muestra de insolencia, acá está.
Invitados por la Unesco, la FIFA y la ciudad de Stuttgart, la orquesta con epicentro en Burzaco viajará a Alemania el 30 de junio para representar al país en un encuentro multidisciplinario. No es el Mundial musical sino una confluencia solidaria que agrupa 2006 artistas de entre 15 y 20 años de todo el mundo. “Es un encuentro de amistad, en contra de la discriminación. Para nosotros es un orgullo representar al país”, sostiene el Colo. Más allá de ganarse alguna que otra gringuita –la mitad de la orquesta no tiene novia y lo puede tomar como fin–, el objetivo es transformarse en embajadores argentinos con música propia. “Estamos luchando artísticamente, porque el tango es ciento por ciento argentino”, sostiene Agustín. “Cuando volvamos, estaría bueno que vengan a escucharnos. Queremos que nos escuchen para saber qué piensan los jóvenes de nosotros, que también somos jóvenes.”
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