THE RACONTEURS ES UNA BANDA CON BAJO
La “nueva” banda del ¿ex? White Stripes nació con todo: a pesar de ser debutantes, agotan las entradas en segundos y la prensa se desvela por entrevistarlos. Jack quiere dar un paso al costado, pero no puede.
› Por Roque Casciero
En las fotos se cuida de no ocupar el centro de la escena. En el disco Broken Boy Soldier (que se editará finalmente en este país) comparte todos los créditos de composición y en varias canciones sólo se limita a las armonías vocales. Sus compañeros –el cantautor Brendan Benson y la base de los Greenhornes– tienen una trayectoria indie destacada. Y sin embargo, The Raconteurs siempre será “la nueva banda de Jack White”. Es que los White Stripes, ese elefante conducido por Jack, llevan facturados más de 9 millones de discos, y su cantante y guitarrista se ha convertido en un icono de la cultura popular de este siglo (en el que parece sentirse a contramano, por otra parte). Siempre al lado de la simpática Meg y con su figura de gentleman en rojo, blanco y negro... Hasta ahora, claro, en que forma parte de una banda que tiene cuatro integrantes de los cuales uno ¡toca el bajo!
Sucede que el señor White le puso el freno a la vorágine de la fama agobiante y apenas si presentó en vivo el último disco del dúo, Get Behind me Satan. En su Detroit de siempre, los celos empezaron a agigantarse: los Stripes recibieron la demanda de un ex productor que decía haber ayudado a formar la imagen de la banda (fue desestimada) y Jack le “arregló” la cara a piñas a Jason Stollsteimer, cantante de The Von Bondies, después de que éste se cansó de hablar pestes de su ex amigo. Entonces Jack se mudó a Nashville, la capital del country, pero ya no estaba solo: el año pasado, unos días antes de pisar Buenos Aires por primera vez, se había casado a bordo de una canoa, en pleno Amazonas, con la modelo británica Karen Elson. Para la época de la mudanza, la pareja ya esperaba su primer hijo.
Muchos cambios para un hombre (algo) conservador como Jack. Pero ahora, dicen todos los periodistas que lo han entrevistado, se lo ve relajado, como si se hubiera sacado de encima una pesada mochila roja y blanca que lo obligaba a ser todo el tiempo el chico de la tapa. “The Raconteurs no es un proyecto paralelo sino una nueva banda”, se desmarca Jack. “Pero hasta que no nos vean en vivo no van a creerlo. La verdad, si Beck y dos de los Strokes armaran un grupo con alguno de los Death Cab For Cutie, yo también tendría mis prejuicios.” Eso sí, los beneficios de ser “la nueva banda de Jack White” son evidentes: al contrario de lo que sucede con cualquier debutante, en los primeros shows de The Raconteurs las entradas se agotaron en cuestión de segundos, literalmente, y la prensa se desespera por conseguir una entrevista con el cuarteto.
Aunque se conocen desde 1998, cuando Jack White era un novato que admiraba el primer disco major de Brendan Benson, The Raconteurs recién comenzó a gestarse en el 2004: Jack se enamoró de una canción de Brendan que todavía no tenía letra y decidió escribírsela. Era “Steady as She Goes”, el pegadizo primer corte de Broken Boy Soldiers, que también abre el álbum. “Eso selló el pacto”, dice Jack. Y Brendan agrega: “Paramos y pensamos: ‘¡Mierda, esto es grandioso!’. Esa canción fue la motivación para todo lo demás. Para mí fue un placer escucharme cantando con Jack. Y escuchar que sonaba bien fue más leña para el fuego: ¡hagamos esto!”. Desde ese momento, la escritura a dos manos evolucionó hasta lo que ahora ellos llaman “rock dual”. “Era algo que siempre había querido hacer y nunca había podido”, explica Jack. “Y no podría pensar en hacerlo con alguien mejor que Brendan. Construimos mucho a partir del otro y nos empujamos mutuamente, y en el camino realmente nos nutrimos. Me encanta eso.”
Con The Raconteurs (“los contadores de historias”) en marcha, para ambos fue evidente que los dos miembros restantes debían ser el bajista Jack Lawrence y el baterista Patrick Keller: tanto Jack como Brendan habían producido a los Greenhornes y Mr. White los había llamado para trabajar con él en el disco Van Lear Rose, de la legendaria cantante country Loretta Lynn. “La mitad de la excitación que me produjo trabajar con Loretta fue, en realidad, tocar con la banda incluso antes de que ella viniera al estudio cada día. Eso generó las ganas de estar con estos tipos en un grupo cuando ese proyecto estuviera terminado.”Para Jack, la experiencia de tocar con un bajista y otro guitarrista ha sido liberadora. “Siempre he pensado que la belleza está en definir las reglas o en romperlas. Lo que atemoriza es la falta completa de reglas. Personalmente, en esta banda estoy rompiendo reglas que tengo establecidas en mi mente desde hace diez años”, asegura el cantante. El ve a los White Stripes como un campo de batalla: “Toco una guitarra de plástico, que usualmente se desafina. Los amplificadores tienen 60 años. No hay nadie sobre el escenario que me ayude con la melodía. Es masculino y femenino, quizás el uno contra el otro. De eso se trata la banda. Se trata de ponerme en un lugar desde el que tengo que pelear para salir adelante. En una banda como los Raconteurs, en cambio, tengo que encontrar mis propios desafíos. Y uno de ellos es estar a la altura de la magnífica composición de Brendan”.
Tal vez la única regla para Jack haya sido que la banda no se pareciera a los White Stripes. Y funcionó, según él, porque hay quienes piensan que el costado más pop del disco es obra de Brendan (error) y que todos los riffs asesinos son suyos (¡otro error!). Lo cierto es que entre ambos han logrado componer canciones que suenan a rock clásico, con influencias notorias de Led Zeppelin, los Beatles y Deep Purple. También hay algo de alt country y muchas armonías vocales (en las que también participa Lawrence), en un disco encantador, aunque no llegue a la estatura de los White Stripes.
¿Podrá Jack White indefinidamente ser parte de dos bandas a la vez? Un ejemplo a mano puede ser Damon Albarn, cuyos Gorillaz multiplicaron el éxito de Blur. Pero hay que recordar que, en el medio, el guitarrista Graham Coxon dio el portazo... Jack dice que Meg le hace escuchar el disco de The Raconteurs a más gente que él mismo. O sea que está todo bien entre los ex esposos (hay que recordar que la baterista fue testigo en la segunda boda del cantante) y que habrá más White Stripes en el futuro. Mientras, Jack se siente uno más en The Raconteurs, toca con sus amigotes, se anima a hacer solos de teclados a la Jon Lord y renueva el vestuario. Un poco de aire fresco para el icono en rojo y blanco. Eso nunca viene mal.
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