Jueves, 3 de agosto de 2006 | Hoy
LOS ALAMOS MUESTRAN SUS MANDOLINAS
Una extraña agrupación recorre los vericuetos que van del “narco” country al folk, y crecen por su autenticidad. “Mucha gente piensa que somos frívolos, que tenemos guita, y es mentira. Vivimos lejos de Palermo”, ironizan.
Por Julia González
Los Alamos; además de ser el árbol que ofrendaba sus hojas a Dionisos, según cuenta la leyenda griega, es la banda que hoy lidera la escena indie a fuerza de un sonido folk y country. De alguna manera están emparentados con el dios del vino, como dice el mito, pero ése no es su motor. En vivo generan un clima que ni ellos saben cómo lo logran, tampoco lo buscan. A Peter, guitarra y voz, lo vieron más de una vez tocar la acústica con su cuerpo desparramado en el suelo y cantar con el micrófono metido en la boca, dando alaridos hasta lograr intensidad e incertidumbre en el público. Su compañero a cargo de la mandolina, el norteamericano Jonah, le hace la segunda y desgarra su armónica desde el piso, en posición fetal, mientras exprime un sonido crudo y salvaje, extasiándose en cada nota.
El presente de Los Alamos es de giras por los países vecinos: Chile y Uruguay; Brasil está pronto a llegar. También tienen Emboscada, su nuevo EP, que según Peter es una trampa porque todos piensan que es el segundo disco de la banda, pero en realidad es de covers. Y compara una emboscada con una fiesta de cumpleaños sorpresa, donde abrís la puerta y están los amigos, los pibes, el alcohol. Curiosamente el EP sale luego de su primer disco No se menciona la soga en la casa del ahorcado, pero más que nada para tener un CD editado recientemente mientras siguen de gira.
Un sábado a las 11 de la mañana, Los Alamos madrugan para charlar con el NO en el bar de la Biblioteca Nacional. El desayuno tarda en llegar y más de uno tiene hambre, igual entran enseguida en confianza. Carolina Ban es la encargada de la prensa y también cumple su rol de “la tía”, como ellos la llaman. Más tarde, los peinará para las fotos y comentará que no quieren lookearse en una peluquería que se ofreció a hacerlo. Ella los reta y les pregunta por qué no tuvieron la delicadeza de peinarse para la nota. Pero ellos, como nenes, se escapan de las obligaciones y dejan el lugar de rock stars a otros. “Nosotros somos auténticos”, dicen bajo el sol del mediodía Jonah, Poly, Peter y Diego, mientras una foto los inmortaliza y se ríen de su propia desprolijidad.
–¿Cómo llegan a este sonido de “Lejano Oeste”, folk, casi country?
Jonah: –No buscamos un sonido, es lo que sale de nosotros. Yo hace 10 años que estoy tocando en bandas que tienen una onda country y folk. Peter y Poly (guitarra) también, es que nos gusta mucho esa música.
Poly: –Por ahí las canciones nacen en una guitarra acústica y los arreglos de mi guitarra tienen como un clima, después la mandolina sí le da ese toque country.
–El acordeón suma a su sonido propio.
Peter: –Claro. Justo Gabi, que es amigo nuestro y toca el acordeón, tenía ganas de tocar con Los Alamos y nosotros también con él. Pero si él tocara flauta traversa o cualquier otro instrumento y encaja, todo bien.
Diego: –Igual me parece que nuestra música es re digerible. No es muy rebuscada, ni demasiado complicada.
Peter: –Pero si vas a un recital de Los Alamos no vas a escuchar una banda country, es una banda de rock que tiene matices, de todo. Hay gente que dice que nos parecemos a Led Zeppelin en vivo, y nada que ver, a mí me re gusta Zeppelin, pero cada uno flashea a su manera. O sea, está bueno porque abarca a gente joven que escucha música y a gente grande que no escucha, pero les parece agradable. Tal vez porque no escucharon las canciones más extremas, o no nos vieron en vivo, o no sintieron nuestro aliento a alcohol.
–Se identifican mucho con el alcohol. ¿Qué son Los Palos Borrachos?
Diego: –Somos nosotros también y podemos tocar en el comedor de una casa o en una terraza, siempre en situación de fiesta.
Poly: –Cuando estamos súper borrachos y no podemos tocar temas de Los Alamos, hacemos todos esos temas, son más fáciles, dos o tres notas. Escomo una banda, pero tenemos canciones tradicionales del folklore americano, country y folk.
Jonah: –No hay que cantar, tenemos que gritar. Y ahí viene “la jarra loca” también. Los Alamos tocan con batería y equipos, pero Los Palos no necesitan mucho.
La jarra loca es la bebida espirituosa y no pueden develar a base de qué está hecha. Sólo dirán que es como la Coca-Cola o simplemente expondrán metáforas, como que es la flor de la vida o es la bebida oficial de Los Palos Borrachos. Todos ellos se conocen de la noche, de la calle, de los recitales. Jonah, que vivía en Nueva Jersey, llegó a Los Alamos porque coincidieron en una fiesta: “Tocaron unos temas que me re flashearon, y me puse a hablar con Peter porque yo tenía una mandolina. Me invitaron a tocar con ellos y empezamos a salir con la jarra loca y mi historia no para”. Jonah ya no quiere volver a Estados Unidos, elige quedarse en Buenos Aires, en gran parte por la banda y también porque le gusta la ciudad. Para sobrevivir da clases de inglés y se hace propaganda: “Yo soy un profesor de inglés muy bueno y muy económico, si alguien necesita puede escribirme”. Se ríen mientras “la tía” le dicta la dirección de mail y Jonah comenta que le gusta vivir acá aunque no tenga calefacción en su casa. “Peter ni ventana tiene”, dice. “Sí, vivo en frente de Constitución, donde mataron a Santillán y a Kosteki, mi ventana es ésa que da al puente. Tengo ruido, humo, cumbia. Hay un montón de gente que piensa que somos frívolos, que tenemos guita, y es mentira”, se ríe el frontman. Y Carolina, atenta a la charla, agrega que no son una bandita inventada de Palermo: “Vivo muy lejos, posta, de Palermo”, finaliza Peter.
–¿Cómo vivieron Cromañón?
Jonah: –Peter y yo vivíamos ahí, a cuatro cuadras, y ese día estábamos llegando de un ensayo y nos paramos en Pueyrredón y Rivadavia, y el taxista nos dijo: “Hay un incendio en un boliche de cumbia, que se mueran todos”.
Peter: –Aparte, cualquiera: subimos a casa y había chicos en la vereda, fue un desastre, zarpado. Nos influyó como a todas las bandas que no llevan a 2 mil personas. Se cerraron todos los lugares a los que podíamos acceder, y los pocos que quedan manejan unas cifras estrafalarias que las puede pagar Spinetta o alguien así consagrado. Si querés tocar, tenés que pactar con el Gobierno para un lugar como el San Martín, como el Ciclo Nuevo!, que está buenísimo, pero no puede ser el único lugar para una banda emergente. Y está La Trastienda, que está bueno, pero son lugares caros y es el único, es un monopolio. Ese lugar es de alguien del Gobierno, me imagino uno pelado tipo Lex Luthor, que podría coparse y abrir lugares para 100, 200 y 500 personas. Si quiere ser el monopolizador de eso, que piense que la cultura tiene que ir creciendo en escalones, no podés pretender que una banda ensaye, saque un disco y ya llene La Trastienda y que además tenga 5 o 6 mil pesos para bancar un show. Soy muy sincero, lo que pasa acá es que están matando a la cultura. Los centros culturales en vez de dar un espacio como lo dan para la danza o el teatro, que lo den para hacer rock. Pero les sigue pareciendo algo marginal, y no es marginal, es cultura. Es tan cultural como Borges, no podés negarlo, porque el rock hizo cambiar a la sociedad.
–¿Por qué cantan en inglés?
Peter: –¿Por qué no?
–No sé.
Peter: –Bueno, yo tampoco. ¿Por qué cantamos en castellano? Ahí hay una bandera argentina colgada, mirá; ayer también había una bandera en el recital que fuimos. Eso debería estar prohibido, habría que sacar las banderas. Porque es medio nacionalista, para lo único que sirve es para dividir a la gente. Eso es de nazi-o-nalista. Cantamos en inglés, por empezar, porque era la manera más cómoda para cantar este tipo de música. Después, con el tiempo, nos fuimos acostumbrando a cantar en castellano, a ubicar bien las palabras para que no suene gracioso. Entonces la elección de cantar en inglés fue porque era lo que me quedaba. El disco nuevo tiene más canciones en castellano y también canciones que son todas en inglés y vamos a seguir haciéndolo. Si no, tendríamos que tocar todos folklore, nadie podría tocar rock, de hecho el rock es música anglosajona. Está bueno porque hay gente que la supo manejar y pudo hacer rock en castellano, pero hay gente que hizo grasadas en el rock, cosas de mal gusto, como tratar de que el rock se convierta en algo autóctono. A mí no me gustó nunca esa mezcla. Pero sí, cantamos en inglés porque queremos.
De sobra se sabe que es difícil para cualquier banda del under vivir de la música. Por eso ante la pregunta “¿de qué trabajan?” se quedan mudos...
–¿Es un tema tabú?
Diego: –Yo me estoy por recibir de sociólogo, estoy medio fugado de la facultad, me faltan cuatro materias y ahora estoy con filosofía también. Y además estoy trabajando en publicidad, en la parte comercial (“¡vaaamooo!”, todos festejan el trabajo del baterista y se ríen).
Matías: –Yo trabajo en un agencia de turismo de Brasil, estoy frente a la máquina todo el día, hago reservas, respondo mails, llamo por teléfono, una cosa monótona de oficina.
Gabriel: –Estoy buscando alumnos de acordeón, escriban a [email protected], por favor, así me puedo pagar las clases de trompeta (risas).
Peter: –Ahora estoy trabajando de sonidista, pero fui chef vegetariano, trabajé en un taller de chapa y pintura, organicé fiestas. Estoy trabajando de asistente en un estudio donde se están grabando las bandas más interesantes de la Argentina, tipo The Tormentos, Los Alamos o Satan Dealers. Me vieron que estaba en la calle y me dijeron: “Che, ¿no querés trabajar acá?”. Poly es el único que se recibió de licenciado en comercio exterior. Además es productor fonográfico. Cuando fuimos a pedir el permiso para fabricar el disco y pagar el impuesto ése de mierda que nunca va a volver, le dieron el título de productor fonográfico.
Diego: –Grosso, toda la chapa.
Jonah: –Gracias a “la tía” (risas).
* Los Alamos presentan Emboscada en Niceto (Niceto Vega 5510) el viernes 11 de agosto con Las Curvettes y Hacia Dos Veranos como invitados. A las 21.
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