Pa’ que escuchen los muchachos
Por Roque Casciero
”No queremos tocar en Buenos Aires sólo cuando la cosa está bien”, dice Sebastián Teysera, cantante de La Vela Puerca. “Como banda, tenemos un compromiso muy grande con la gente y, además, siempre pensé que el arte toma un protagonismo mucho más grande en los tiempos de crisis.” El crédito uruguayo de Surco, la escudería discográfica de Gustavo Santaolalla, vuelve a cruzar el charco y se plantea una parada complicada en tiempos de crisis: este viernes tocará (por primera vez como acto central) en Cemento. “Ya estuvimos ahí hace dos años, con Todos Tus Muertos, y sentimos que es un compromiso muy grande tocar ahí, por más que en Montevideo nos vaya a ver más gente”, continúa el vocalista. A fuerza de ritmos fiesteros –con predominio del ska y el reggae–, La Vela se convirtió en el grupo más popular del rock uruguayo. De hecho, el reciente De bichos y flores fue presentado con dos fechas en el Teatro de Verano (un anfite). En la Argentina la historia es otra y los músicos lo tienen claro: “Acá estamos empezando y eso es algo muy sano para una banda de rock, porque nos hace poner los pies sobre la tierra. Por otra parte, en los shows muy grandes se pierde esa cosa de cercanía, de agite, de pogo. Y en Buenos Aires podemos recuperarlo”, dice Coli Quijano, el saxofonista.
–Igual, ya saben que los argentinos
somos todos ladrones...
Coli: –Como dijo un uruguayo, ¿no?
–¿Qué pensaron cuando el presidente Batlle dijo eso?
Sebastián: –Nos dio vergüenza ajena.
Coli: –Fue un papelón espantoso. Y me pareció horrible el arrepentimiento, porque uno puede decir algo y después reconocer que se fue de boca, que se pasó, pero no venir llorando al otro día. Batlle tiene sus bemoles como presidente, esa cosa efusiva y carente de rumbo...
Sebastián: –Y de nivel, también.
–Su nuevo disco es menos protestón y más rockero que el anterior. ¿Por qué?
Sebastián: –La protesta es más sutil, está más escondida. Y es más de guitarras porque nosotros escuchamos esa música. Nosotros empezamos a mezclar ska con otros ritmos de manera natural, porque las canciones lo pedían, pero no somos fundamentalistas de ese género. Este es un disco más pa’escuchar, mientras que el anterior era más pa’agitar. Las letras son más introspectivas; quisimos que cada canción fuera una historia, por eso el arte es como un librito de cuentos. Nos dimos cuenta de que estábamos cambiando, pero también sabíamos que este disco debía ser una transición, no podíamos cambiar radicalmente, tipo Fabulosos Calavera. No es el momento para que la gente pueda digerirlo ni estamos listos para eso. Ya se nota que hay más oscuridad y densidad en nuestra música, aunque en vivo seguimos agitando, porque nos gusta tirar pa’arriba a la gente.