Jueves, 31 de agosto de 2006 | Hoy
VILLA DIAMANTE
Por Santiago Rial Ungaro
Villa Diamante es un copado: quizás haya quienes lo odien por su repentina (y exitosa) irrupción en la noche porteña, pero lo cierto es que este muchacho clase ‘79, que le debe su apodo a haber pasado gran parte de su vida en la Villa Diamante (Lanús), le debe su pequeño suceso y su creciente fama a haberse pasado el último par de años haciendo un mash-up tras otro. Si el aporte del mash-up es la simultaneidad (que permite escuchar a Pity de Intoxicados rapeando arriba de la música de Gorillaz, o de Iggy Pop), haber salido de ninguna parte –él mismo confiesa ser bastante inexperto– le permite tomar música de todas partes para realizar collages en los que hay márgenes para la sorpresa.
“Cuando uno pasa música quiere mostrar cosas, y en el mash-up vos podés pasar el doble o el triple de cosas”, sintetiza Diamante, quien por otro lado sabe que, así como en su momento la industria fomentó remixes de bandas para “relanzar” determinados artistas, ahora es el turno de los mash-ups: “Ya no saben qué hacer, están loquísimos”, dice riéndose, y agrega: “Yo tengo una pequeña teoría sobre el empacho digital: no tenés que tener mucha plata para tener una computadora y un software para bajarte música, y con eso sólo seguro que vas a tener un empacho digital. Con Villa Diamante me gustaría curar ese empacho haciendo catarsis”.
Sus sets no sólo rescatan a las adorables The Bangles o a Frank Sinatra: tampoco tiene inconvenientes a la hora de nutrirse de contemporáneos como Marcelo Fabián, DDT, Coiffeur, Kelis... o lo que venga. “Hay muchos DJs técnicamente mejores que yo”, se ataja, quizá porque sabe que en realidad no hay nadie haciendo lo que él hace. Y si lo hay (como el caso de DJ Stuart) no tiene salida fluida a las pistas.
A Diamante (que en sus últimas presentaciones estuvo junto con VJ Lima, ensamblando textos sobre las paredes) le bastó un solo año en las pistas para que su estilo, despreocupado, un tanto caótico y sentimentaloide, se distinguiera. Basta escuchar su primer CD autogestionado (disponible en www.diamtestyle.com.ar), las voces de los San Martan, La Mala Pharrell, Gaby Vex, los DJ Pareja o los Dead Menems para entender que el muchacho no les tiene miedo a las voces desafinadas. Por que si Villa Diamante se cruza con Mariana Baraj (de otro ambiente), el resultado va a ser un mash-up, aunque no tenga claro si el tema que usó en el que la folklorista canta a capella es una baguala o qué diablos.
¿Estética del cualquierismo? Algo hay, pero Villa Diamante trae de nuevo voces humanas a las pistas. El tiempo dirá cuáles de estos mash-ups tengan su fecha de vencimiento: “El DJ labura para que la gente baile, y si la gente no baila, bueno... pero si no se copa con lo que paso, yo insisto con lo mío, y quizás eso sea más atrevido. Algunos DJs de tecno los escuchas y sabés que sus referencias son tres tipos. A algunos les entran los temas por las bases, otros se copan porque escuchan al Pity. Para mí, escuchar un set sin ninguna voz humana es un garrón. Y si no es cantado le pongo la voz yo”.
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