Jue 05.10.2006
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ENTREVISTA CON CLAUDIO O’CONNOR

“Me enamoré de Los Tipitos”

Contra todo pronóstico aparente, este baluarte del heavy nacional rompe con todos los estereotipos: habla bien de Babasónicos, de Kapanga y desmenuza su flamante disco Estamos pariendo, que abre con dos temas dedicados a los 30 años del golpe.

› Por Cristian Vitale

Rodeado de cervezas y calzando una remera de Black Sabbath que ya debe caminar sola, Claudio O’Connor resuelve todo con un certero: “Que digan lo que quieran”. Se pone filosófico. La charla con el NO venía por el lado del cruce de géneros. Del determinismo “toco y luego soy” que opera cristalino en el rock pesuti. El, pese a ser un icono indiscutido al mando de su banda O’Connor, pretende correrse. No se le traba la lengua para admitir que “ama” a Los Tipitos. Tampoco para evocar el feeling que tuvo con Adrián Dárgelos, cuando el frontman babasónico fue invitado para cantar en Yerba mala nunca muere —segundo disco de su banda— junto a Mariano Martínez de A77aque. Y relee el momento: “A Dárgelos no lo conocía personalmente... Me sorprendió que me haya llamado. Yo quedé en que lo iba a llamar, me colgué y lo hizo él agradeciendo que lo haya invitado. Cuando vino, medio que quería impostar algo heavy, y le dije: ‘Cantá como cantás vos. Ponele tu onda’. Fue una experiencia satisfactoria. Además, te tienen un respeto, una admiración”...

—¿Es recíproca?

—Hay mucha gente en el heavy que cree que son unos pelotudos, y no es así. Me pasó con Kapanga e infinidad de grupos de otros palos. En un punto, todos competimos porque cada uno quiere vender más discos que el otro. Pero está bueno que la competencia sea sana, porque así surgen nuevas ideas y opiniones. El corralito económico era una cagada, y el corralito musical también lo es.

—Lo decís vos... pero Walter Mesa, Ricardo Iorio y muchos otros referentes del género piensan y se expresan de otra forma.

—Me tiene sin cuidado. Cada uno cree en lo que dice o hace. Yo no los puedo juzgar. Digo: ama a tu prójimo como a ti mismo. Tenés que bancarte al que le tenés bronca, y amarlo por más que digas “este es un pelotudo, cada vez que abre la boca lo quiero matar”. De esa manera, vamos a construir otro mundo... A lo mejor no nos extinguimos como raza humana.

Por varias razones, Estamos pariendo, quinta y última producción de O’Connor, es un gesto en este sentido. Una, es que entre los pocos invitados está precisamente Walter Pianciolli de Los Tipitos, que toca teclados en la balada Algo de mí. O’Connor explica por qué los ama. “Me pasó algo singular. La primera vez que vi un video de ellos en la tele dije: ‘¿Y estos hippies quiénes son?’. Me causaron rechazo. Pero cuando los conocí me enamoré de ellos, porque son tipos divinos. Musicalmente te pueden gustar o no, pero sus melodías son muy ricas. Los fui a ver y me fui cantando los temas.” Otra razón es que el disco abre con dos crudos temas relacionados con el aniversario de los 30 años del golpe militar: 1976 y Hasta ser libre. Una estrofa del segundo dice: “La columna se quiebra y todo acabó / el embate asesino se llevó lo mejor”. Explica su hacedor: “Vi muchos documentales sobre el golpe justo en el momento en el que estaba escribiendo. Estaba cargado de todo eso, y lo expresé en las letras. Hasta ser libre tiene que ver con relatos que escuché de gente que sobrevivió a los campos de concentración”.

—¿Amigos?

—Tengo uno que tiene hermanos desaparecidos, pero no quiere hablar de eso. En realidad, me inspiraron noticieros y documentales. Podría haber no escrito sobre eso, porque soy muy espontáneo. Le doy cabida a lo que me sale del corazón. La cabeza la uso para armar las frases. Pero todo sale del alma.

—¿Cómo te parás en el arco ideológico?

—No soy ni de izquierda, ni de derecha, ni de centro. Soy rockero. Mi ideología no tiene que ver con la política sino con la convivencia entre seres humanos. Menos con un facho, puedo convivir con el que sea. Y no me gusta que la obra de O’Connor se politice, porque no nace de la política sino de una necesidad de expresar un sentimiento. Si tuviera aspiraciones políticas, estaría afiliado a algún partido o laburaría en un sindicato. Soy todo lo contrario a un fascista, pero tampoco soy dócil como un pollito mojado...

—Firmaste con Pop Art. ¿Conforme?

—Sí, porque no hay un sillón gigante y un hombre sentado atrás... hay un trato de igual a igual. No firman artistas al pedo, se toman su tiempo y está bien. Es mejor eso a que te cajoneen.

—¿Te pasó?

—Sí. Las compañías te firman con un fin y después no te dan bola. No te atienden, están en reunión y eso. A nosotros nos pasó... estábamos con la gente que firmó y explotó a Miranda! Y nos dejaron de lado.

—Luego de ocho años y cinco discos con la banda, ¿alguien te va a ver como el ex cantante de Hermética?

—El que emparienta ambas bandas sufre. O’Connor es otra cosa.

—Sin embargo, en los vivos suenan Memoria de siglos, Tú eres su seguridad...

—Como homenaje. Pero no me gustaría hacer diez temas de Hermética por show... no porque no nos guste la banda sino porque es poco reconfortante estar agarrados de la soga. Siempre luchamos por tener una identidad propia y no por ser la banda del cantante de Hermética. Si hubiera sido así, no hubiésemos llegado a mucho.

—¿Mutaron aquellos que iban a “putearte” por haber dejado Malón?

—Cambiaron o se fueron, porque nuestro mensaje es otro. Me parece un error pelearse por la música. Si a vos te gusta el tinto y a mí el blanco... bueno, vos tomá tinto, yo blanco, y charlemos. No tengo por qué convencerte de que el blanco es mejor. Eso es un facilismo. En vez de pensar un camino positivo para todos, me quedo con la fácil: “Estos son unos forros”, y así. Nosotros no vivimos en una cofradía heavy. Nos cruzamos en festivales y todo bien. Pero no nos fijamos en los otros.

—Buena onda hasta ahí...

—Por lo general, es así. Si tenemos que compartir un camarín con Rata Blanca, está todo bárbaro. Pero no es que nos juntamos en la semana a tomar algo. La mala onda surge cuando estás inseguro de lo que hacés.

—¿Por qué Rock del suicida estaba destinado para que lo cante Pappo?

—Por el ritmo. Nos sonaba a AC/DC, a Riff y nos dijimos: “Decime si este tema no es para Pappo”. El nos había dicho que sí, pero murió antes. Después me puse a hacer la letra y no sabía bien de qué hablar. Lo del suicida es por esos que se inmolan en los aviones. Es una letra medio tragicómica, porque el suicida se excusa de lo que está haciendo. Pero lo hace.

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