Jueves, 26 de octubre de 2006 | Hoy
YEAH YEAH YEAHS, POST-PUNK GARAGERO
Sus integrantes son dispares: la cantante Karen O tiene un look entre punk y fashion, Nick Zinner (guitarra) se parece a Nick Cave joven y Brian Chase (batería) parece más un analista de sistemas que un rockero. YYYs era una banda hypeada que resistió al star system y sobrevivió para cantarlo.
Por Roque Casciero
Karen O (por Orzolek) podrá declararse neoyorquina y fundamentarlo con el hecho de que vivió en la Gran Manzana durante 25 de sus 27 años, pero a través del teléfono suena como si hablara Moon Unit Zappa en su célebre parodia de las chicas californianas incluida en la canción Valley Girl de su papá Frank. La cantante de los Yeah Yeah Yeahs repite frases como “it’s like” (lo más cercano en inglés al “tipo que”) y se ríe, nerviosa, aunque la pregunta haya sido de lo más llana. Y encima da la sensación de que nunca toma aire para completar las frases, así que las termina con un hilo de voz casi inaudible. Cuesta imaginar a una chica tímida —así la describen quienes la han entrevistado en persona— en esa punk fashionista que devora los escenarios, que se mete el micrófono en la boca y sigue cantando, que se tira cerveza helada sobre el cuerpo, que escupe para arriba el agua con la que hizo gárgaras y que les pone palabras a los ruidosos enjambres post-punk creados por sus compañeros Nick Zinner (guitarra) y Bian Chase (batería). “El escenario es muy liberador: podés vestirte como te lo dicten tus demonios ese día y todo el mundo lo acepta porque estás ahí arriba. Y yo puedo permitirme el lujo de soltarme cuando me subo a un escenario. Siempre fue así, desde la primera vez que canté en público”, le dice Karen al NO.
—¿Ya habías pensado en hacer ciertas cosas, como cuando te tirás cerveza encima?
—(Se ríe) Simplemente sucedió. Supongo que tenía ganas de sentirme completamente mojada. Eso me genera la ilusión de que estoy trabajando realmente duro para entretener a los demás y de que soy muy buena sobre el escenario.
—O sea que sabés si un concierto fue bueno de acuerdo con lo cansada que terminás.
—No, porque he terminado exhausta después de shows malos (risas). Cuando un concierto es bueno simplemente nos damos cuenta de inmediato. Lo positivo es que nueve de cada diez shows nos parecen buenos.
—En cada show pareciera que tenés un atuendo más delirante que en el anterior. ¿Todavía te los hace tu amiga Christian Joy?
—Sí, los hacemos juntas. Debemos haber hecho unos setenta... Este año ya vamos por el quince.
—En tus conciertos siempre hay chicas vestidas como vos y te convertiste en un modelo para ellas. ¿Cómo lo manejás?
—Trato de ser coherente conmigo misma y de transmitir que todos podemos ser así. Desafortunadamente, en el mundo del rock hay muy pocas mujeres y por eso algunas chicas me toman a mí como modelo. Pero, bueno, es preferible que sea yo y no Ashlee Simpson o alguna de esas chicas pop.
—¿Es verdad que la revista Playboy te ofreció que posaras desnuda?
—Sí, fue hace unos años. Y también es cierto que mi manager recibió la llamada mientras almorzaba con mis padres (risas). Dije que no, por supuesto: no es ésa la clase de “público” que estoy buscando.
—Vos tenés un look entre punk y fashion, Nick se parece al Nick Cave joven y Brian parece más un analista de sistemas que un músico de rock. ¿Tu personalidad y la de tus compañeros son tan diferentes como sus respectivos aspectos?
—Sí, sin dudas. Y ésa es una de las máximas fortalezas de la banda, porque todos podemos aportar cosas diferentes. Somos muy distintos. Los tres tenemos influencias musicales diferentes y por eso cuando nos juntamos pudimos producir una química especial.
—Cuando ustedes aparecieron en el 2001 enseguida se armó un gran hype a su alrededor, a pesar de que sólo habían publicado un EP. ¿Cómo hicieron para sobrevivirlo?
—El hype te ayuda porque de esa manera la gente conoce tu nombre, pero te carga de presión porque todo el mundo te está categorizando y tratando de entenderte, cosa que se puede poner complicada cuando todavía estás tratando de encontrarte a vos mismo. La gente puede hacerse una idea equivocada cuando vos todavía no estás listo. Por eso fue raro escuchar tantas cosas sobre nosotros, que todavía no teníamos un álbum.
—Fever to Tell (2003), su primer disco, era mucho más crudo que el segundo, Show your Bones (2006). ¿Qué pasó en el medio para que ustedes expandieran tanto su sonido?
—Pasaron muchas cosas. Fever to Tell era una colección de canciones escritas y demeadas en una portaestudio, así que eran mucho más lineales. Show your Bones, en cambio, es más un álbum de estudio por el modo en que escribimos y grabamos la música. Pudimos agregarle más arreglos y más dinámica. Trabajamos con Protools, así que teníamos más capas para agregar cosas, pero por eso mismo tuvimos que sentarnos y pensar si no nos estábamos pasando de la raya. Queríamos encontrar el sonido esencial de la banda sin cargarlo de demasiada basura. Pero otra cosa que nos pasó entre los dos discos fue que anduvimos por todo el mundo, tocando cada vez para más gente, y eso nos hizo crecer mucho. De todos modos, cuando hacemos las canciones del primer disco tratamos de mantener el sonido original, más desnudo, porque tienen una energía especial.
—Si tenés en cuenta la evolución del sonido entre un disco y otro, ¿cómo pensás que sonará Yeah Yeah Yeahs dentro de cinco años?
—No tengo la menor idea de cómo sonaríamos si nos juntáramos ahora a hacer música nueva, así que imaginate dentro de cinco años (risas). Lo que seguramente trataremos de hacer es un disco diferente de los dos que ya hicimos.
—Tuvieron muchos problemas para terminar el disco. Incluso se dijo que habían desechado un álbum terminado. ¿Fue así?
—No. Es cierto que fue un disco difícil de hacer, pero no desechamos nada terminado. Fue un proceso difícil porque estábamos en un terreno que no conocíamos. Nos costó mucho porque no queríamos hacer dos veces el mismo disco, así que tuvimos que presionarnos y movernos en direcciones hacia las cuales nunca habíamos ido. Por eso fue difícil que nos sintiéramos seguros, era como si se nos moviera el piso. Llegó un punto en el que no sabíamos si la música que estábamos haciendo era buena o no, nos costaba mantener la confianza.
—Se dijo que uno de los problemas tuvo que ver con tu mudanza de Nueva York a Los Angeles.
—No. Necesité irme de mi vieja ciudad y buscar un cambio. Y, de hecho, eso provocó que tuviera más ganas de hacer el disco, así que para nosotros fue una ventaja, no una contra.
—En una entrevista dijiste que una de las razones para la mudanza fue que en Los Angeles te sentías más anónima.
—Por lo general nadie me reconoce en ningún lado, así que supongo que eso que leíste fue especulación de quien lo escribió. No me mudé para que me la gente me reconociera, ni nada de eso.
—El año pasado viajaste a Chile, donde encontraste a tu gata Coco. ¿Ahí te reconocieron?
—Fui ahí con una amiga porque ambas necesitábamos vacaciones. Y, obviamente, nadie me reconoció. Pero eso no es nada raro. ¿Vos creés que en la Argentina alguien va a saber quién soy?
Yeah Yeah Yeahs toca el sábado 4 de noviembre en el Festival BUE, Club Ciudad de Buenos Aires. A las 21.30.
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