DAFT PUNK, EN LA GRIETA DEL SISTEMA
Se trataba de hacer un dúo de electro rock y los tipos se pusieron a pensar: que la tecnología puede esclavizar mientras da sensación de libertad, que lo inmediato relega lo demás a un segundo plano y que las máquinas pueden provocar sumisión. “La tecnología es otra forma de alienación”, dice Thomas Bangalter. Bien a lo francés.
› Por Yumber Vera Rojas
Esa ansiedad por saber cómo sería el mañana convirtió a la sociedad en un receptáculo de ideas desopilantes acerca de la modernidad. Como señal premonitoria y condicionante del futuro que se venía, en la medida en que fueron evolucionando estilizaron su concepción del provenir. La posteridad se volcó en una noción mediática y sobre la base de ese presente se construyó un sinnúmero de estereotipos que tuvo en lo terrenal y lo astral el predio para su desarrollo. Sun Ra, adalid del jazz insubordinado que armó una de las obras más espeluznantes y determinantes en la historia contemporánea de la música, se apoderó del escapismo espacial y concibió una oda estética y sonora que se transformó en el fundamento del productor y DJ Kevin Saunderson y todo el techno de Detroit.
Eso en América, pues en Europa Tangerine Dream y Kraftwerk le dieron a esa asunción kosmsiche kuries otro pulso y, especialmente los últimos, un matiz más afro. Fue justamente Karl Bartos, ex componente de ese laboratorio musical transeuropeo, quien le dijo al sempiterno Juan Atkins que su mayor influencia era James Brown. Si bien el dance y la electrónica tienen un hermoso tinte negro, para Thomas Bangalter, dínamo de Daft Punk junto a Guy-Manuel de Homem-Christo, su influencia viene por otro lado: “Tenemos un gusto muy blanco, lo que más deleitan nuestra atención son las expresiones minimalistas. Disfrutamos de las cosas simples y poderosas”.
Y es que para la dupla parisina parida en 1993 la sencillez contiene la situación más cabal de la música. Explica Bangalter: “No necesariamente para que algo sea muy potente tiene que ser complicado. Chic o AC/DC, o Jeff Mills en el techno, supieron tomar un concepto simple y transformarlo en una situación contundente. Lo trascendental está en la capacidad de despojar todo aquello que esté de más y concentrarnos en lo inteligible. La tecnología te ofrece mil variantes posibles. Y esa conjunción de tecnología, capacidad de síntesis y poder es algo que respetamos”.
El binomio francés viene por primera vez a Buenos Aires para presentarse en la segunda jornada del BUE, el 4 de noviembre, en el marco de una gira —que se registrará para un DVD— cuya performance en escena, que seguramente será recordada acá como una de las mejores del año, es coherente con esa circunstancia minimalista que reivindican y que tiene en una pirámide como puesta y trinchera el sostén decorativo y funcional de su show. Revela Thomas: “La pirámide probablemente tenga que ver con lo esotérico y la forma en que la incorporamos al show encierra ese misticismo que la comprende. Al mismo tiempo, el triángulo es algo filoso y también simple. Me parece que se ajusta bien a ese concepto minimalista que practicamos e incluso hasta con nuestra música. Soy un convencido de que no hay forma geométrica tan perfecta como el triángulo, por sus tres lados puntiagudos e iguales y, especialmente, por su sencillez”.
—¿Pensás, que además de lo musical, el disco Discovery representó una ruptura estética en el vivo de Daft Punk?
—Nosotros lo tomamos como un todo, no es que existe un proceso de razonamiento o comprensión donde decimos: “Debemos ir por este lado...”. Cuando vamos de tour, nuestra performance musical se complementa con la maniobra audiovisual y las luces. Es muy importante que se pueda percibir desde lo físico, que te puedas mover y lo puedas sentir, y estimulamos el desarrollo de esas sensaciones mediante las imágenes. Esa interacción es lo que hace significativo un show de Daft Punk.
—Esa imaginería retrofuturista que exponen, y que no permite que nadie vea sus caras ni sepa quiénes son realmente, ¿tiene que ver con una situación conceptual o es una reflexión sobre la modernización?
—Esa idea que exponemos de la robotización es una cuestión artística, y por eso tratamos de no apologizar sobre ese tema. Aunque, si bien es una expresión del entretenimiento, también genera un montón de preguntas. Mucha gente todavía teme que la tecnología nos pueda esclavizar; y es que da la sensación, por momentos, de que nos dirigimos hacia allá. Por lo menos nosotros somos de la idea de que todo ese confort que te brinda la tecnología nos ha alejado de ciertos aspectos espirituales de la humanidad. Es tan tentativo, tan inmediato, que lo demás queda relegado a un segundo plano.
—Noam Chomsky dijo alguna vez que las máquinas nos harían libres. ¿Lo considerás una utopía o un hecho?
—En parte coincido y en parte no. Por un lado, es cierto que el acceso a las máquinas y a la tecnología te dan esa libertad de crear un montón de cosas. Pero, al mismo tiempo, uno termina siendo dependiente y esclavo de ellas, y eso tiene muy poco que ver con el concepto de ser independientes. Es una nueva forma de alienación o hasta de sumisión.
—En esa transición de un milenio a otro, los artistas que mejor representaban desde el mainstream la modernidad en la música eran ustedes y Radiohead. ¿Sentís que lo siguen siendo o pensás que hay otros nombres que se pueden sumar a esta avanzada?
—En relación con ser icono o no, no es a mí a quien le corresponde juzgarlo. Pero lo que sí te puedo asegurar es que Internet llevó los viejos sistemas de edición de las compañías discográficas al colapso, y desde ya marcó el final de la industria. Hoy hay muchos más medios para poder compartir el producto y la música que hacemos que cinco o seis años atrás. Lo que encontramos en Radiohead o Björk es el compromiso con una idea artística sin medir las consecuencias en esa relación capitalista de inversión y ganancia. Una de las cosas que hacemos es tomar una idea y llevarla al ciento por ciento sin especular en lo que vamos a ganar. En el disco Discovery, cuyos videos se trabajaron en animé, si hubiéramos pensado en el gasto que debíamos hacer para que pudiera salir adelante y en el porcentaje que recibiríamos luego a partir de las ganancias, te aseguro que ese álbum no existiría. Hubo otros proyectos que tampoco hubiéramos imaginado si nos tuviésemos que ajustar a la parte económica. Son proyectos que no generaron ganancias, pero para nosotros lo principal es la idea y su compromiso artístico. No importa el gasto que signifique. No nos regimos bajo ese concepto capitalista, y eso es lo que destacamos de nuestra obra.
Pese a que su álbum debut Homework, que este año cumplió una década de su edición, marcó un antes y un después dentro del dance y la electrónica, fue Discovery el que realmente disfrutó de una importante trascendencia en todo el mundo y en el público consumidor de la mass media. Sus rasgos musicales se pueden encontrar en nuevos artistas como los neoyorquinos Ratatat o los franceses Lo-Fi-Fnk. Thomas señala: “Cuando estábamos en el proceso de armar ese disco, no nos planteamos hacer un trabajo que fuera influyente en otros, ni mucho menos nos podíamos imaginar la dimensión que iba a tomar. Teníamos ganas de grabarlo y una vez que estuviera listo compartirlo con la gente. Lo que determina que un disco se transforme en decisivo es cuando pasan varios años y lo siguen recordando”. Tras ese trato sublime hacia el house que representó ese brillante segundo larga duración, en el 2005 salió a la venta su nuevo disco de estudio, el electro rocker Human After All. El propio Bangalter lo describe: “Como tratamos de no repetirnos a nosotros mismos, pienso que ese álbum no fue tan divertido como el anterior. En Discovery el sonido encajaba con lo que queríamos describir acerca del mundo que nos rodeaba. Durante décadas, hubo una gran diferencia entre la electrónica y el rock. Pero luego que pasó Discovery, ese concepto de tomar dos máquinas de ritmo y dos guitarras afiladas se convirtió en algo natural”.
Seducidos por la idea política del dance desde la ironía, el dúo enmascarado, que persigue el mismo nicho mítico y misterioso de los legendarios The Residents, persiste, igual que protagonistas como Dimitri from Paris, en ignorar la relevancia que tuvo esa revolución distintiva del dancefloor que significó a finales de los ‘90 el french touch. Thomas Bangalter afirma: “No tenemos idea de la influencia que eso generó o que nosotros pudimos tener en otra gente porque ése es un trabajo de prensa que hace la discográfica. Sin embargo, para nosotros siempre es sorprendente”. De esa escena también fue partícipe Stardust, proyecto liderado por Bangalter, que tuvo en Music Sounds Better With You un súper himno. Su mentor, quien ahora encabeza junto a DJ Falcon el grupo Together, recuerda: “Stardust tuvo la canción perfecta y de alguna manera se intentó hacer otros tracks, pero ninguno cerró como ése. Fue una de esas experiencias que se dan de un tema, un hit, y que es muy difícil de volver a repetir”. Paladines de la independencia artística —Thomas es dueño del sello Roulé y Guy-Manuel de Crydamoure—, Daft Punk, que en abril publicó la colección Musique Vol. 1 1993-2005, prepara una película, luego de la experiencia de coproducir el animé Interstella 5555, que llevará por nombre Electroma. ¿Y sobre su próximo álbum? El productor francés adelanta: “No lo sé, por ahí sí, por ahí no, puede ser el año que viene. Eso el tiempo dirá...”.
Daft Punk toca el sábado 4 de noviembre en el Festival BUE, Club Ciudad de Buenos Aires. A las 23.30.
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