MUSICA Y PINTURAS
› Por MARIO YANNOULAS
“No adhiero al mundo de hoy, mi mundo es imaginación (...). Prefiero esto para mí, resisto por la creación”, son las primeras ideas de Fetiche (2006), primer disco solista de Florencia Ciliberti, que reencarnó en sí misma bajo el seudónimo de Hana (“flor” en japonés). Es una declaración de principios, como un intento de explicarse desde la primera impresión, de anticipar una búsqueda artística que conecta a la música con la pintura, sus dos formas más recurrentes de catarsis, en las que intenta consolidar su propia filosofía.
¿Será casualidad que para entrevistar a una pintora y cantante haya que ir a un lugar llamado Sonoridad Amarilla? No parece. Luego de vivir cuatro años en Italia y de nadar por cinco en el under porteño al frente de Baobab, su anterior proyecto musical, ahora Hana presenta Fetiche y expone sus más recientes pinturas en Palermo Viejo, bajo el título conceptual Paisajes prestados. “Es parte de mi lenguaje”, explica, y teme resultar pretenciosa. “No firmo los cuadros por delante, mi idea es que cuando veas uno sepas que es un Ciliberti. También quiero que reconozcan mi voz, como todo artista anhela encontrar su identidad”, dice.
Dato de color: algunas de estas pinturas fueron vistas por los Rolling Stones en su última visita a la Argentina. Asesores de la banda seleccionaron a artistas plásticos locales para armar una galería de arte en los camarines, y Hana estuvo entre los tres elegidos. “Es una forma de conocer el arte de los países que visitan”, comenta. El sillón en el que se sienta parece confortable. Luce tan cómoda en él como en su propio mundo, ese que pretende diseñar en su cabeza y que le permite crear al margen de lo terrenal. “En Fetiche aparece la necesidad de recrear un mundo paralelo de imaginación, que para mí es la salvación porque es donde se gestan las ideas”, describe al NO.
Hasta el espectador menos atento habrá escuchado alguna vez el estribillo de Parque de diversiones que acompaña una publicidad de banda ancha, y lo habrá archivado en un fragmento de su subconsciente. Se trata del primer corte de Fetiche, y según su creadora es uno de los momentos más lúdicos del disco. “Es como decir que mi propia fiesta la tengo en mi cabeza, sin que me receten el combo para divertirme. Parto del absurdo que es para mí la vida mundana”, explica. Aunque matizado en distintos formatos lingüísticos y auditivos —siempre merodeando el pop glamoroso—, en el resto del disco Hana insiste en que sabe cómo conseguir las cosas a su manera, sin importarle el afuera: “Muchas fórmulas de vida que no comparto y que hay que desafiar, porque constantemente tratan de hacerte sentir que no pertenecés si intentás hacerlo distinto”, dispara.
Mientras esperaba por la masterización del disco, que iba a salir independiente y que ya contaba con participaciones especiales de Carca, Tucán de A77aque, Pity de Los Piojos y Diego Tuñón de Babasónicos, un demo llegó a la empresa, que eligió el tema para su campaña. Luego Universal escuchó la publicidad, y finalmente Fetiche salió a las calles en abril bajo el ala de una multinacional. ¿Cómo desafiar al sistema desde una publicidad? “Lo pensé mucho, pero en definitiva eran ellos los que elegían mi canción. Creo que las marcas, con toda la plata que generan, deberían invertir más en los artistas.” En el mundo de las artes plásticas eso está avalado: auspicios de gaseosas, premios otorgados por empresas. En la música es igual, los grandes festivales llevan nombres de marcas. “Hacer con mi vida la mejor obra de arte que pueda es un compromiso que abarca toda mi existencia. Y si los demás la aprecian, mucho mejor.”
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