Jue 08.02.2007
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ROCKEROS DEL MUNDO “INDIE” Y SU RELACION CON LA PUBLICIDAD

Es una cuestión de actitud

Los publicistas que buscan “pibes comunes pero con una estética acorde con los tiempos” han encontrado en el curioso mundo de los rockeros del indie un espacio ideal para contratar personajes afines a sus necesidades. Y los músicos, contentos: sacan plata de la publicidad e invierten en sus proyectos musicales, anche pretendiendo que no se note demasiado. El NO los juntó para charlar sobre sus experiencias y sobre el asunto “ético”, que a esta altura de las circunstancias parece un debate oxidado.

› Por Roque Casciero

En los años ‘90, los ejecutivos de las grandes marcas descubrieron que tenían que cambiar de estrategia para vender sus productos: la gente no se identificaba con esas escenas idílicas vividas por gente sin una arruga ni una estría, con el peinado inmaculado y la ropa imposiblemente perfecta. De repente, la pantalla se llenó de “tipos comunes”, de esos que podés ver hasta en tu propio espejo. Cuando los scouters de las agencias de modelos salieron en busca de un nuevo tipo de actores para publicidad, el physique du rôle imaginado para el joven argentino catódico y vendedor debía reflejar “normalidad”, pero también “actitud” y cierta estética acorde con los tiempos (¿The Strokes?). ¿Y qué mejor lugar para encontrarlo que en el rock indie porteño? “La mayoría de las veces nos piden chicos comunes, con aspecto rockerito”, asegura Beto Zarza, booker de Monteverde Models. “Lo más importante es que tengan buen porte y que puedan actuar. Muy pocas veces el pedido de los productores es específicamente que sepan tocar algún instrumento o que canten. Igual tenemos target de eso, no importa que seas rubio, morocho o pelado.” Agustín Martínez, de Freak Models, confirma la idea: “Por lo general no piden que sean músicos famosos, pero al ser músicos tienen un perfil o un look que da para la publicidad. Cuando piden un look de una tribu, en el casting se encuentra gente que se cruza en los recitales”.

Julián Zamtlejfer, Baterista de Doris. Discografía: Doris, Doyle y Achacandá. Avisos: Coca-Cola Light.
Laura Ciuffo, Cantante, guitarrista y compositora de Hamacas al Río. Discografía: Hamacas al río y Mitad de junio. Avisos: Movicom, Philip Morris, Gancia

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Hace casi una década, Laura Ciuffo no tenía en sus planes liderar una banda como Hamacas al Río. En aquel entonces trabajaba como camarera, hasta que una chica le propuso presentarse a un casting en el que buscaban “gente normal”. Fue “a ver qué onda”, la eligieron y por un día de laburo le pagaron lo mismo que cobraba por mes en el bar. “Vivo de la publicidad desde entonces, no tengo nada que ocultar”, asegura Ciuffo, un tanto a la defensiva. Aunque la mayoría de sus trabajos son para el exterior (y no sólo porque pagan más, ya veremos por qué), se la vio por la tele en un aviso de la desaparecida marca Movicom y en gráfica de Philip Morris. “El primer disco de Hamacas lo hice con plata que gané en la publicidad. Por un comercial ganás mil pesos en dos días y más si es para el exterior, y tenés todo el tiempo del mundo para hacer lo que te gusta, por eso cada vez más músicos se mandan a hacer castings. Cada vez me encuentro con más gente del ambiente y como algunos saben que me dedico a esto hace mucho, me preguntan. A muchos los llevo a la agencia en la que estoy yo... ¡Soy la Pancha Dotto de la música! Es que para ser una banda independiente tenés que tener padres con guita o te las tenés que rebuscar.”

Juan Sabato, Bajista de Brian Storming. Discografía: The extraordinaires voyages of Brian Storming. Avisos: Axe, Brahma, Coca-Cola.
Diego Pérez Arango, Baterista de Los Alamos. Discografía: No se menciona la soga en casa del ahorcado y Emboscada. Avisos: Brahma, Shell, Asociación Argentina de Agencias de Publicidad.

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Diego Billordo, solista por convicción desde que desarmó a los ruidosos Ned Flanders, saltó a la “fama catódica” con el comercial del día Osvaldo, de Quilmes. Pero su comienzo en la publicidad había sido para Kosiuko. “A una productora le dijeron: ‘Llamame gente del rock’, porque conocía a todo el mundo. Fui, me eligieron para la foto y acepté porque estaba muy de extra. Pero (la fotógrafa) Gaby Herbstein me pidió que me parara más adelante, y después terminé en la Lugones, en un cartel de 20 por 20, al lado de dos rubias tremendas... ¡cuando en el colegio no me daba bola nadie! Ojo, los castings son difíciles, tienen que aprobarte como diez personas, y recién ahí hacés una prueba en la que puede que quedes o no. Pero se me dio muy fácil. Se ve que tengo un perfil que le cierra a la gente de publicidad. Es que si no tengo vergüenza para hacer los quilombos que hago arriba del escenario, tampoco para ponerme frente a la cámara y decir: ‘Tomá Coca Light’.” Para Billordo, el laburo como actor publicitario llegó por decantación: “Trabajé de telemarketer y me echaron a la semana, pinté casas y me decían que lo hacía mal, soy periodista y nunca nadie me pidió una nota... En el rock argentino, salvo que seas el hijo de alguien o tengas sello, tenés que laburar de otra cosa. Antes, un show en Buenos Aires costaba 200 pesos y ahora cuesta 2000, MTV es todo reality y la radio está toda comprada. Encima hago una música que tiene riesgo: afino distinto, canto distinto, digo cosas que algunos piensan que los estoy cargando... Y eso tiene un precio. Tampoco es que te salvás la vida con la publicidad, podés hacer tres o cuatro al año, aunque te paguen muy bien estirás la plata. No tengo nada que ver con Pancho Dotto y sus modelos, me rompo el alma para tocar y hacer las giras durmiendo hasta en las plazas”.

Diego Billordo, Cantante, guitarrista y compositor solista. Discografía: Low Fidelity y Amor es capital. Avisos: Kosiuko, Quilmes, Coca-Cola Light.

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Julián Zamtlejfer recuerda la situación que vivió su banda, Doris, justo antes de terminar su segundo álbum: “Necesitábamos 700 pesos y fuimos todos a trabajar como extras en un aviso de Sedal. Laburamos un día, algunos se la bancaron mejor que otros, pero conseguimos esa plata y completamos el disco. Juntar una cifra así es dificilísimo para un grupo independiente, por ahí necesitás tres meses de trabajo”. El baterista, que es actor y estudia en la Escuela de Arte Dramático, trabajó en unos siete comerciales, especialmente para el exterior. “Me pasaron un casting por casualidad, quedé y vi que había un billete”, se sincera. “Estaba mal de dinero, vivía con mis viejos. No veía la forma de vivir solo, seguir tocando en Doris y hacer mi vida de actor. Sentía que iba a tener que meterme a laburar de algo que me iba a quitar tiempo para lo que quiero hacer.” El batero, que apareció en un comercial de Coca Light y en varios para el exterior, le encontró un interés extra al laburo publicitario: “Este trabajo lo hago por la plata, pero los castings me vienen bien, porque quiero hacer cine y voy entendiendo cómo es la cuestión. Me lo tomo como una especie de práctica con cámaras de 35 milímetros y con directores cuyo objetivo también es hacer cine”.

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Para Juan Sabato, lo de trabajar como actor de publicidad es una más de sus actividades fuera de la música. El bajista de Brian Storming es hijo del cineasta Mario Sabato (y nieto de ya saben qué escritor), así que no tenía vergüenza frente a las cámaras. Entonces le preguntó a Laura Ciuffo, a quien conoció en una banda anterior, cómo podía meterse a hacer comerciales. Así fue como en uno de Brahma puso cara de asombro ante un meteorito que le había destruido el coche. “Buena onda”, vociferaba de fondo Pipo Cipolatti. “Es un garrón ir a los castings y esperar dos horas, pero cuando pegás un aviso para otro país levantás buena guita”, reconoce el bajista. “Hice uno para Axe que se vendió en todos lados y junté como 8 mil pesos. Pero como vienen fácil, se van fácil: me los gasté en equipos y tuve que volver a vivir a lo de mis viejos porque si no, no puedo seguir pagando la facultad.” Sabato cree que a los directores les interesan los rockeros “un poco por la actitud y otro por la cara rara”. Y se pone como ejemplo: “No tengo una nariz perfecta, ni soy rubio de ojos celestes, ni musculoso, tengo otra onda más particular. Tampoco soy un metrosexual que voy al gimnasio todos los días y me pongo cremita. Aunque, bueno, para ir a un casting me afeité el bigote”.

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Diego Pérez Arango, baterista de Los Alamos, fue uno de los tres “tipos comunes” que se ponían a hablar con sendas diosas en una publicidad de Brahma, mientras tres modelitos iban en cámara lenta con música de Erasure. Pero ése fue uno de los quince comerciales que hizo desde que su hermana, que trabaja en u na agencia, empezó a pasarle contactos. “Estoy por recibirme de sociólogo y por ahora mucho laburo de eso no consigo”, ironiza. “Fui a los primeros castings de caradura, porque tampoco soy actor, y a los seis meses entré a un aviso de Coca-Cola.” En poco tiempo, Diego aprendió a moverse en el mundo de la publicidad: “Ahora estoy en puta cara, antes agarraba cualquier cosa. Está bueno decir que no, porque te respetan, saben que no pueden jugar con vos. De todos modos, no me pongo en exquisito. No hice una que tenía que correr en bolas en una cancha de fútbol, pero porque no me eligieron. Era para Francia, así que... ¡qué me importa que me vean en bolas los franceses! Ahora hice una para Shell que se va a ver en todo el mundo y me pagaron 8 mil dólares. ¡Por fin voy a poder cambiar la batería!”.

EL DEBATE ETICO: SALIR O NO SALIR

“No me voy a poner en marxista pelotudo”

“Por ahí al principio tenía una especie de miedito a quedar escrachado, pero ahora no tengo ningún problema con este trabajo”, admite Diego Pérez Arango. “A veces entra gente anónima al fotolog de Los Alamos que bardea con que soy ‘el pibe Coca-Cola’ o boludeces así. ¿O sea que sos rockero pero no podés hacer comerciales porque te vendés al capitalismo salvaje? Nosotros no somos los de la Bersuit, que se la pasan bajando línea y son unos hipócritas. No podemos vivir de la música, tenemos trabajos alternativos y al que no le gusta, que se vaya a cagar. Todos los fundamentalismos son una mierda. Mucha gente no puede reconocer que se vive del dinero y, aunque sea por ahora, la publicidad me da ese dinero para vivir. Y lo hago con mucho amor, porque es un mundo fascinante, que tiene algo de arte. No tengo ningún problema con sentirme un objeto, porque los objetos también mueven al mundo. Las marcas generan ganas de comprar y eso genera un poder. No me voy a poner en marxista pelotudo y decir que hay que destruir la mercancía porque nos está dominando. Aparte, la publi es el mejor laburo del mundo: trabajo dos días cada dos meses y vivo con eso. Los pibes de la banda van a castings... ¡Hasta mi viejo se sacó unas fotos porque quiere hacer avisos!”

Billordo en Coca Cola Light.

Las discusiones sobre su trabajo en publicidad en las que se enfrasca Zamtlejfer no son con colegas rockeros, ni con fans de Doris, sino con sus compañeros de casa, actores como él. “Uno de ellos dice que no quiere vender su imagen, porque es lo más importante que tiene, pero para mí es más fuerte la posición política de liberarme tiempo para trabajar sobre lo que quiero desarrollar, que es ser músico y actor”, explica. Y aunque fue el único de los entrevistados que pidió que en esta nota no apareciera una imagen suya en un aviso, dice que en la publicidad “modelan tanto tu imagen que la gente no te registra”. “Nadie vino a decirme que soy un vendido”, asegura. “Además, mi compromiso estético con Doris y el de Doris con lo que hace son muy altos, así que sería muy injusto que se dijera eso. Tocamos hace seis años, tenemos bastante reconocimiento, pero nunca sacamos un mango. Es una especie de combinación: entre que los músicos no somos hábiles para los negocios, la dificultad para vender discos y el hecho de que desde Cromañón no se consiguen lugares y piden precios ridículos. No podemos tener muchas objeciones acerca de dónde sacamos la plata, sobre todo cuando necesitamos tiempo para ensayar y proyectar un disco mejor que el anterior.”

Ciuffo en Movicom.

Sabato evita siquiera ponerse a pensar demasiado en estas cuestiones: “Con el abuelo que tengo, si me planteo cosas ideológicas dejo de hacer de todo y me voy al campo. Por ese lado, estoy en el horno. Si me pongo a analizarlo, no laburo más, pero a veces uno es más superficial y materialista. Laburaba en el Ministerio de Cultura del gobierno de la Ciudad por mil pesos, repartiendo libros en las villas, y con eso nunca me hubiera podido comprar los equipos para el estudio que me estoy armando. Lo que no me gusta es que me reconozcan por la calle por un aviso. En la pequeña escena local estoy identificado como el bajista de Brian Storming, entonces a veces priorizo eso y decido no vender el culo por cualquier cosa”. ¿Y qué dice Ernesto Sabato sobre las publicidades de su nieto? “Ni hablamos sobre esas cosas, lo único que le preocupa es que yo esté bien”, completa Juan.

Pérez Arango en AAAP. Imagen: gentileza Lucas Bilello.

En un punto de la carrera de Hamacas al Río, Ciuffo decidió mantener bien separada la música de su trabajo como actriz publicitaria. Fue después de que aparecieron un par de notas donde se la llamaba “modelo indie” y demás. “Fue como si se hubieran metido con mi vida privada”, afirma. “Además, Hamacas somos seis personas y no quiero que se identifique a un proyecto serio con algo con lo que la gente tiene prejuicios. Nadie me tiró mala onda, pero leí mensajes en fotologs en los que decían ‘ésta es la banda donde canta una modelo’, y me molestó.” Ciuffo dice que no se enrosca demasiado con el tema, pero que por algo será que decidió no hacer más avisos para la Argentina: “También es una cuestión de exposición: no me gustaría verme en la tele cuando hago zapping. Cuando tenés un proyecto como la banda, tenés que cuidarte en el laburo que hacés, porque sos la imagen. Si quiero contar y cantar lo que me pasa y por otro lado estoy en un comercial, tengo que cuidar quién soy. Por suerte puedo hacerlo porque, como me va bien, puedo elegir”.

Sabato en Brahma. Imagen: gentileza Craverolanis.

Con la alta rotación del aviso de Quilmes, Billordo tuvo sus rollos internos. “Cuando era chico me limaba bastante el tema: lo veía a Cerati en una publicidad y pensaba: ‘¿Qué onda?’”, reconoce el cantante y guitarrista platense. “Hay gente que me dice que si no hubiese hecho las publicidades tendría más público, pero no sé si podría seguir tocando, porque tendría que estar trabajando de otra cosa. Me quedo tranquilo porque sé qué música hago, cómo organizo mis shows, mis giras. Si estoy ‘sucio’ por la publicidad, con la música limpio todo. Además, en este país el rock es muy hipócrita. Cuando salga en los diarios que en Punta del Este me robaron a mí y no al cantante de la Bersuit, entonces vengan a decirme que estoy sucio. ¿Así que no se puede salir con una marca pero sí tocar en el Pepsi Music o en el Personal Fest?” Otra de las cosas que tranquilizaron a Billordo fue que encontró gente afín en el ambiente de la publicidad. “Para una foto de Quilmes me puse un pin de Minor Threat ¡y la maquilladora tenía el mismo!”, recuerda. “Si el que te hizo el casting tenía una remera de Sonic Youth y el director hace videos para Babasónicos, entonces te das cuenta de que la mayoría de los que trabajan en publicidad viene de cierto lugar. Nos avivamos de dónde tenemos que ir a buscar la guita, somos como unos Robin Hood”, se ríe. Y cierra, todavía en tono jocoso: “Eso sí, si un día llega a aparecer un DVD con todos mis castings, me mato. Las cosas que tuve que hacer”...

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