KINKY EDITA “REINA” Y TOCA EN NICETO
Estos mexicanos cultores del groove electrónico latino, tamizado con rock lisérgico y capaces de telonear a músicos que van desde Beck hasta Shakira (pasando por Flaming Lips), dicen que ya tienen público argentino: “Poquito, pero que sabe lo que hacemos”, según su guitarrista Carlos Chairez.
› Por Roque Casciero
En el primer número de 2003, el NO se hacía eco de un huracán bailable que llegaba de Monterrey vía Los Angeles: en ese entonces todavía no se había publicado aquí el debut epónimo de Kinky, pero los primeros ecos generaron un saludable entusiasmo. Cuatro años más tarde es moneda corriente ver al quinteto regiomontano en Buenos Aires y su convocatoria, fogoneada por presentaciones bien calientes en festivales, crece lenta pero sostenidamente. “Tenemos un poquito de público que nos sigue siempre”, reconoce el guitarrista Carlos Chairez. “Notamos que va gente que nos resulta familiar. A lo mejor es un público chico, pero sabe lo que hacemos, sigue los pasos del grupo, canta las canciones. Pasa algo similar en otras partes: a lo mejor es en pequeñas porciones, pero para crecer es importante mantener la conexión con el público.” La nueva visita de Kinky es para tocar mañana en Niceto, y girar por General Roca (hoy) y Rosario (sábado). “Cada viaje, además, es la oportunidad de ver a los colegas argentinos de los que nos hemos hecho amigos, como Gustavo Cerati, los Catupecu o los Fabulosos. Y nos identificamos mucho con la gente argentina, con ese caos organizado que representa ser de un país latinoamericano”, completa el guitarrista.
Esta vez, además, la llegada de Kinky coincide con la publicación local de su tercer disco, Reina, un álbum en el que han logrado sintetizar el groove electrónico latino de su primer disco con la calentura más rockera del segundo, Atlas. “Creo que logramos un buen balance”, concede Chairez. “No fue premeditado, pero salió así. En el segundo quisimos llevar más la onda en vivo, que tiene más elementos rockeros e improvisados, pero en éste ya aprendimos que el enfoque que le queremos dar a un disco no es el mismo que tenemos que darle al show en vivo. De todos modos, no es el final del camino: tenemos la inquietud de hacer discos diferentes.”
—(Se ríe) Está un poco abstracta la relación. Hace tiempo que desarrollamos una analogía entre nosotros, que por primera vez tenemos sello propio y producimos solos un disco, con una quinceañera que sale con su vestido ridículamente grande. Nosotros llegamos a este momento con esa mentalidad que tiene una niña inexperta que empieza a maquillarse y a vestirse para su gran fiesta de quince años, con una ingenuidad total: ella cree que se va a ver muy bien, hermosa, pero para otra gente puede parecer incluso un poco grotesca.
—Una reina que cree que se ve chingona, pero que no sabe, porque la ingenuidad es genuina, valga la redundancia. Llegamos con esa misma mentalidad y nos maquillamos nosotros como pensábamos que era lo correcto.
—Sí, pero fue importante la independencia que tuvimos esta vez. Antes habíamos sido co-productores y habíamos participado en la mezcla. Pero ahora somos la disquera, grabamos en nuestro estudio, fuimos los ingenieros de todo, produjimos y mezclamos: fue un paquete grande que nos aventamos sin ninguna presión, lo tomamos muy tranquilos.
—Sí, fíjate que la relación con la muerte acá es muy única. El dolor también se siente, pero acá nos reímos mucho de la muerte. Acá al difunto se le ponen altares y se convive con él. Es muy interesante. En otros países, si haces un comentario chistoso como los que se hacen acá sobre la muerte, la gente puede ofenderse. Creo que cuando Gil (Cerezo, cantante) escribió la letra, habló de la muerte abiertamente y la tomó como un viaje. Acá, cuando te mueres te ponen ofrendas, te ponen comida, cosas para que te lleves en tu viaje al más allá. Pero yo tomo la canción como una especie de Romeo y Julieta, con lo que me gusta llamarle la muerte dulce, que también se conoce como orgasmo (risas).
—Por el mismo eclecticismo de la música. Igual, no creo que encajemos con todos los que tocamos. Por ejemplo, hemos tocado hasta con grupos de blues o con grupos latinos... Pero lo que llama la atención de Kinky es la combinación de ritmos o de cosas que traemos. Y somos más bien abiertos: si nos invitan a un lugar y nos parece que nuestra música va a tener una exposición, pues ahí vamos. No nos cerramos como los que dicen: “No, yo soy punk rock, no me voy a meter con una diva del pop”. Aquí lo importante es la exposición. Además es como en cualquier manifestación artística: si cuelgan tu cuadro en cualquier pared, va a seguir siendo el mismo cuadro, con la misma esencia.
Más allá de las giras por Estados Unidos, América latina y Europa, el presente de Kinky se centra en tres ciudades: el Distrito Federal, Monterrey y Los Angeles, donde tienen su estudio y el management. ¿De dónde se sentirán ellos? Chairez: “Definitivamente, siempre vamos a ser una banda mexicana, pero también es padre ver las cosas desde afuera: el movimiento cultural, por ejemplo, se ve más completo. De todos modos, nosotros no estamos muy apegados al nacionalismo, vamos más bien de la mano con la apertura. Nuestra música lo dice, porque metemos lo que más nos gusta de muchas cosas, no es que estamos apegados a una ideología nacionalista. Y eso nos ha permitido abrirnos mucho.”
—No creo que vaya a hacerse el muro. Fue una propuesta que se hizo para satisfacer a una derecha muy fuerte que reinaba en ese momento, pero ahorita cambió toda la onda porque la mayoría del Senado es demócrata. Además, imagínate, ¿quién iba a construir ese muro? Pues, obviamente, ¡los mexicanos! Para que fuera bien barato... Es casi irreal lo de poner un muro, porque si lo ponen vamos a entrar. Bueno, no me incluyo porque tengo todo en regla: la gente va a entrar por la aduana. A diario entra gente con pasaporte y se queda acá. Pero lo interesante es que hay gente que ha hecho toda una vida acá y ha pagado impuestos durante una década, ahora no puedes decir que se vayan. Debe haber un punto medio, porque no es correcto entrar a un país y estar ilegal. Eso no se puede hacer en ninguna parte, no sólo en Estados Unidos. Va a ser interesante ver qué decisiones toma el nuevo Senado. Creo que las cosas van a seguir igual, porque los inmigrantes ya son una fuerza muy importante aquí.
—Sí, aquí y en Chicago, que es otra ciudad con millones de latinos. El tema estuvo todo el tiempo en las noticias. Fue importante que se levantara la voz de mucha gente, porque hay muchos hijos de ilegales que ya son legales, e incluso son policías, aduaneros o trabajan para el gobierno. Entonces dicen: “¿Cómo vas a correr a mi papá del país si él hizo que yo estuviera aquí?”. Hay mucha palabrería política, pero en el fondo quieren dejar que las cosas fluyan.
* Kinky (a las 21) y Dancing Mood (a las 24) en Niceto Club, Niceto Vega 5510.
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