› Por Javier Andrade
Esta es la nota más fácil del mundo. Escribir sobre el NO es nada más que hacer memoria. Digamos que, gracias a representarlo, pude cumplir el sueño de entrevistar a unos cuantos personajes de la historia del rock, local e internacional, y esos momentos no te los quita nadie. Recuerdo como si fuera ahora mismo esa noche de junio de 1992, con el NO de sólo unos meses, en que volví envuelto en una sola sonrisa a la redacción, a lo que nos tocaba de redacción, es decir un cuartito pequeño para meter tres escritorios, donde además había un archivo de tomos casi gigantes con los Página de los primeros cinco años encuadernados.
Traía en un casete la voz de Peter Hammill y la felicidad de quien entra a un palacio, no a un trabajo. Polimeni seguro que me hizo un chiste, porque a veces el fanatismo se nota hasta en el silencio, y Eduardo y Poroto celebraron conmigo ese pequeño gran logro de tener a ese del cual sólo hablábamos... como se hablaba en la época, con la candidez de la historia pre-Internet y la Pelo como fuente confiable.
El NO estaba destinado para grandes cosas ya desde el vamos. Tanto que arrancó en la oficina de Tomás Eloy Martínez, quien venía poco pero había dejado en el aire como una facilidad de palabra, y una ansiedad por ser diferentes. Por lo pronto, distintos al Sí, más esto, menos aquello, pero sobre todo más rápidos. Y anduvimos bien de entrada.
Recuerdo a Gabi Esquivada, a Panozzo y a Polito en esa oficina; a los admirados Rep y Dani Paz exprimiéndose el cerebro para ser mejores que el culo de “Clara de Noche”, y las columnas de Fresán: todos éramos el NO, estaba buenísimo. Aún no habían aparecido Guille o el Gavilán, pero estaban al caer, como Sebastián. ¡Qué equipo, por favor!
Pérez al arco; Pintos proyectándose por derecha, un gran número 2 como central... y Fabre por izquierda; D’Addario tirándose a los pies en el medio; y Poli y Erwin Pérez perforando redes. La medalla de campeón del torneo interno de Página ‘94 está oxidada, pero está.
Ojo, para los partidos de cancha un poco más grande recurríamos al artículo 225 y poníamos colegas de Página y hasta extrapartidarios como Iván, antes de que se fuera con Macri. Las mejores incorporaciones que recuerdo, lejos, fueron Seba Ramos y el flaco Rubén, del taller.
No es fácil ser el NO en un mercado notoriamente reducido como el que te toca cuando no sos el medio que los promotores quieren tener sí o sí cerca de la estrella de turno. Entonces tenés que improvisar, jugar, buscar formas de abordar los temas pensando en otra cosa. Todos los que han pasado por aquí, con la obligación de igualar una situación que nunca va a ser igualitaria, le han buscado la vuelta y lo han transformado una y otra vez, y eso ha sido lo mejor para este medio que ya no sólo tiene entidad... ha cumplido los 15. Pertenecer tiene sus privilegios.
El otro día leí en una heladera un imán que decía: “Sólo se es joven una vez, pero se puede ser inmaduro para siempre”. Para mí el NO es eso. Un espíritu valiente e inmaduro que es mucho más que un cuerpo joven.
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