Jueves, 1 de marzo de 2007 | Hoy
SOCIALES
Destinado, centralmente, a ser reflejo lúdico del devenir rockero y sus tendencias, tribus, géneros y poses, este Suple jamás ahorró páginas, tinta ni oficio para denunciar violaciones a los derechos humanos, aun en democracia. A una primera etapa, casi monopolizada por el “caso de los casos”, dada su raíz rockera (Bulacio), le siguieron muchísimos más: Miguel Bru entre los más resonantes. En mayo del ‘99, a casi seis años de su desaparición, una cronista va a ver a Quique, el Mono y el Chino —los amigos con quien Bru vivía en una casa tomada de La Plata— y toma cuenta del único defecto del pibe: “Era bostero”, le dice uno de ellos. Y quería cantar como Sid Vicious, pero era fana de los Stones. Fue uno de los primeros casos de submarino seco en democracia.
Como olvidar a Kosteki y Santillán. Consumados los asesinatos en la estación Avellaneda, el primer reflejo fue ir a buscar a sus familiares y amigos. El primer viaje fue a Glew, terruño de Maxi. “Maximiliano se levantaba temprano. Se ponía un pantalón cinco talles más grande, una gorra negra, un chaleco verde con parches rojos y caminaba, todos los días, 40 cuadras por la vereda del sol (si había). Iba desde su casa de Glew hasta el descampado en donde estaba el barrio Yaya de Guernica. Allí estaba la casa del MTD. Maximiliano pasaba el día ahí, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde”, retiene el cronista, de una charla que se prolonga hasta tardísimo.
La otra incursión fue al Barrio La Fe, de Lanús. No habían pasado dos días de su muerte y una asamblea multitudinaria decía: “¡Darío Santillán, presente!”. “Toda tarea difícil la tomaba como un desafío. En el barrio, muchos pibes están re-mal, a él le preocupaba que se drogaran. El intentó sacarlos de su marginalidad. Su última idea era la Juventud Piquetera. Todo el tiempo pensaba en darle un sentido a la vida de los pibes”, remarca Florencia, compañera de militancia. La nota sale el 4 de julio de 2002 y todavía está colgada en varios locales del MTD.
Dos temas ligados: H.I.J.O.S. y Correpi. Si el NO dio cuenta de una gran cantidad de casos de gatillo fácil, fue por consultar a la coordinadora. El 8 de julio de 2004 sale un informe cuya estadística estremece: mueren por mes 11 personas que no representan peligro para terceros ni para el homicida. Algunos nombres: Rodrigo Corzo, Cristian Bogado, Jorge “Chaco” González y la máxima de Walsh que permanece: “Los muertos bien muertos, y los asesinos probados, pero sueltos”.
“El promedio de edad de las víctimas es de 17 años, casi todos provenientes de los sectores sociales más desprotegidos”, dice la Correpi el 21 de mayo de 1998. Al mes aparece el primer informe sobre los escraches de H.I.J.O.S. “Como a los nazis les va a pasar/ adonde vayan los iremos a buscar/ Alerta a los vecinos/ al lado de su casa/ está viviendo un asesino”, recepta Galtieri. En septiembre de 1999, Malena D’Alessio (de Actitud María Marta e hija de un montonero desaparecido en 1977) dice: “Cuando vas a los escraches te fluye una adrenalina muy grossa, una cosa tipo cancha, pero mucho más”. Paradoja: el padre de Bru es policía y si ven el informe del 29 de mayo de 2003 (“Ser policía”) hay un anónimo que dice: “La policía es el caballito de batalla de los gobiernos de turno”. ¿Sería él, arrepentido?
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