LA CHILENA JAVIERA MENA LLEGA CON “ESQUEMAS JUVENILES”
La nueva gran “cosa” del pop del Cono Sur cruza la Cordillera de los Andes para desembarcar con su mezcla de electrónica con sonidos románticos de los ’70. Producto de una generación que nació cuando Pinochet estaba en el poder, Javiera deja en claro que “no hay nada muy claro por qué luchar”.
› Por Yumber Vera Rojas
Si bien no es todavía un ídolo generacional masivo, Javiera Mena posee todos los componentes para convertirse en uno de ellos. Conserva lo más valioso y sincero para penetrar entre sus pares: la espontaneidad. Y es que, pese a que no tiene muy claro qué es lo que quiere su progenie, atinó, en ese peligroso e insuficiente juego de las palabras, en la sensiblería y en la administración de la verborrea justa y desenredada. Prevista como la redentora del nuevo pop sureño, populachero, elegante y minimalista, la cantautora austral llega a la Argentina para presentar su reciente disco, Esquemas juveniles (lejos, uno de los grandes trabajos del pop latinoamericano en 2006). Sobre el fenómeno y la expectativa que acá la espera, tanto en su actuación en el SAMC como en su show en la fiesta Compass y su recital en Córdoba, Javiera asoma: “Antes me sentía más segura cuando componía, pero ahora me cuesta más; aunque igual lo sigo haciendo. Es un peso, hay muchas miradas sobre mí. Tampoco es algo que me quite el sueño. Me encanta que funcione mi material, ojalá todo pudiera mantenerse así siempre. La primera vez que estuve allá tocando, en 2005, fui más bajo perfil. Me dicen que al disco le ha ido bien, he tenido en MySpace hartos comentarios de gente de la Argentina”.
Pivote de la prole emoticona, esta chilena, con 23 años, transforma ese vozarrón de mujer que empapa todos los cortes de su nueva producción en tono inocente reblandecido cuando atiende el teléfono desde Santiago. Arengada desde Buenos Aires por el sello Indice Virgen, Mena describe su dinámica trasandina: “Pese a que Chile tiene ese recelo con la Argentina, también es cierto que existe mucha admiración. Todos cachan los grupos argentinos cuando vienen, el trato es súper lindo y creo que ha sido bueno que la propuesta de este nuevo disco haya venido desde allá. Me ha jugado a favor porque justamente me puedo mover por el Cono Sur. En mi país me va bien, aunque veo dos cosas: tuve una acogida ambivalente por parte de la prensa, pero por el lado de la gente la onda ha sido súper buena”. Javiera simboliza un discurso post-dictatorial que no persigue una razón de ser, toma distancia del lamento pretérito, se cuela entre los protagonistas de la Revolución de los Pingüinos y seduce a la tribu rockera. “Como que tengo muchos seguidores jóvenes y gente más adulta. Recopilo varios tipos de música, la electrónica, la de los ‘70 medio romántica. Estoy llegando a un público bien amplio por mi matiz pop y por las canciones.”
—Creo que es el mismo que le interesa a cualquier generación, como ir a fiestas y pasarla bien. No hay una cosa muy política, no hay nada muy claro por qué luchar. Tampoco es que me sienta parte de una generación, tengo amigos de 30 y encuentro mucha afinidad con ellos. Y veo niños más chicos con los que puedo compartir varias situaciones, súper desinhibidos y abiertos a vivir cualquier cantidad de emociones.
—Es cierto, pesa que sea tan conservadora, pero también favorece porque te resalta si eres un poco distinto. Hace un tiempo me metí en una página web y me di cuenta de que hay mucha gente que está en contra de mí, que me desea incluso la muerte. Aparte, eso que decís de la dictadura se demuestra en otras cosas. Si sales de ciertos parámetros, la gente te tira para abajo.
—Traduje sus canciones y me abrieron toda una visión donde pude cachar lo político. Tuve un tema que se llamaba Hambre: la comida es lo primero, la moral viene después y que iba en esa onda. Mis papás son de izquierda, pero no muy comprometidos. Para mí, todo bien con el pensamiento político, con el nihilismo. Eso fue súper importante, aunque también me interesa la melodía y, si te fijas bien, Esquemas juveniles tiene más de romántico y muy poco de social.
Ciertamente, las canciones románticas, sin ahondar en la balada cursi, entretejen este trabajo. “Se dio así, nomás. El disco anterior, que nunca publiqué y subí en Internet porque había pasado mucho tiempo desde que lo hice, era más de corte social.” Bandera del pop mexicano de los ‘80, el sencillo Yo no te pido la luna de Daniela Romo marcó un hito en América latina. Y es que tanto la entonces muchacha del cabello largo más allá de la cintura, como las rancheras y la música manufacturada desde Televisa, se incrustaron en el imaginario cultural del chileno. Javiera señala: “Chile es un país muy influido por México, en cualquier lugar la gente conoce las rancheras, a Yuri y las teleseries. Con Yo no te pido la luna pasó que me encantaba esa canción cuando era niña. De grande volví a escucharla y me dieron ganas de grabarla”. Pero también el eclecticismo se encargó de moldear esta producción. “Si me gusta algo, me gusta de verdad y no me importa de dónde venga. Para componer me agarro diferentes estilos, los mezclo y obtengo varios tipos de música nueva.”
Fue así que encaró el retrofuturismo —a lo latinoamericano— como la constante de su concepto. Mena apunta: “Soy súper fanática del grupo mexicano María Daniela y su Sonido Lasser, con los que conseguí cosas en común como tomar sonidos del pasado, la cumbia, el soul, los Carpenters, Jeannette, El Puma o compositores iberoamericanos como Manuel Alejandro, y aunarlos con el pop y el techno”. El corte que abre Esquemas juveniles, Al siguiente nivel, se aboca como el tema insignia de este trabajo. “Tenía ganas de transmitir un mensaje power, era como hablar sobre el asunto generacional con un poco más de estética.” Precisamente, esa canción alude a un himno del rock chileno, La voz de los ‘80, de Los Prisioneros.
Aunque en realidad el punto en común de Javiera con el trío se remite al álbum Corazones, un trabajo de vanguardia que fulminó en los ‘90 al mainstream austral. “Mi niñez giró en torno de él, fue increíble. Me influenció muchísimo, es la etapa que más me gusta de Jorge González.” Como buena portadora del ADN de la cultura popular, la chilena ofició la ceremonia donde el reggaetón se casó con Erasure. “Fue pura casualidad, pues ese sencillo, Cuando hablamos, es muy antiguo. Sólo quería algo bien sabrosón y electro, pero ahora me doy cuenta de que es ultra reggaetón.”
* Javiera Mena toca el 9 de marzo en el South American Music Conference (Buenos Aires) junto a Ondo, el 14 de marzo en El Ojo Bizarro (Córdoba) y el 16 en Compass (Buenos Aires).
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