ANNEKE VAN GIERSBERGEN, DE THE GATHERING
Demasiado grandes como para ser del underground, pero no tan mainstrem como para poder permanecer bajo el mote de “banda de culto”. Un heavy gótico, sinfónico, y a veces angelical, llega a Buenos Aires.
Oss es una pequeña ciudad del sur de Holanda. Allí, las postales diarias cambian su fisonomía entre vaquitas que pastan despreocupadas, idílicos campos verdes y edificaciones coquetamente europeas. Y fue en Oss, uno de los escenarios menos propicios para una estrella de rock, donde los hermanos Hans y René Rutten, cansados de tanta bucólica pasividad, dejaron de escuchar doom metal y, junto al cantante Bart Smits, decidieron formar en 1989 una banda que les permitiera bajar toda la efervescencia que explotaba en sus cabezas. Pero las historias felices nunca terminan bien.
Aquel proyecto que comenzó como una mezcla de guitarras death, teclados omnipresentes (toda una novedad para el género), voces punkies y que se extendió durante dos discos, dejaría para siempre su formato original y se transformaría en una criatura gótica y angelical de atractiva silueta con el ingreso de la vocalista Anneke van Giersbergen en 1994.
Con ella, The Gathering, uno de los exponentes de metal progresivo más importantes de las últimas dos décadas, abrió las puertas de la percepción y experimentó en terrenos lejanos al metal, como la psicodelia y el dark.
“Creo que The Gathering siempre tuvo un estilo en particular. Podés comparar cualquier álbum del grupo y vas a encontrar el mismo sonido de guitarra y el mismo sonido de batería. Pero eso no significa que la música no cambie. ¿Qué es lo que no ha cambiado? ¿El mundo no ha cambiado? Yo te puedo asegurar que cuando escuchás una sola nota de The Gathering fuera de un disco, ella te dice por sí sola quién está sonando.”
Con la autoridad que le confieren sus doce años al frente del quinteto holandés, la bella Anneke, quien estará la semana entrante en Buenos Aires junto a sus lúgubres amigos presentando Home, su nuevo material de estudio, sabe de lo que habla. Previo a su entrada, sus compañeros habían gastado tiempo, esfuerzo y dinero en hallar a una cantante que realmente encajara con su música, luego de probar sin suerte con otras chicas. Pero el destino quiso que ella estuviera en el lugar indicado en el momento indicado. Aunque sea políticamente respetuosa con quienes la antecedieron.
“Si mirás hacia atrás, vas a darte cuenta que The Gathering ya lleva diecisiete años de historia. Si bien algunos integrantes decidieron irse, creo que ésta es una banda con mucha vergüenza como para abandonar y dar todo por perdido. La gente viene y va, y yo simplemente estaba ahí”, asegura tímida. En 1995, estrenando nueva formación, los holandeses editaron Mandylion, una asfixiante, sombría y onírica obra con más elementos sinfónicos y menos contaminación doom.
—¿Mandylion cruzó una barrera en innovación y ambición artística?
—Creo que quizás en ese momento las cosas cambiaron en la escena musical y nosotros fuimos parte de eso. Ese disco presentaba una especie de música heavy flotante, con muchas voces de fondo, melodía y un fuerte sentimiento de melancolía. Pero la gente no estaba lista para todos esos elementos juntos en ese momento preciso. Y menos en Holanda. Antes de ese disco esa música nunca se había pasado en radio, y repentinamente la radio nacional comenzó a pasar nuestras canciones. Fue raro.
—¿Existen elementos holandeses en la música de The Gathering?
—Sí, por supuesto. Pero para serte sincera tengo que decirte que nos sentimos más inspirados por las bandas de la escena británica. Existe un espíritu holandés muy fuerte en las canciones, pero no podría explicarte bien qué es, porque es algo que está en el aire. Quizás el hecho de que seamos del sur hace que nuestra música pareciera que por momentos flota. Eso es: música flotante. Pero así somos en el sur.
Con Nighttime Birds, The Gathering se acostumbró a componer en hoteles, buses y en el estudio, y comenzó a moldear su propia identidad. Y ese cambio no pasó desapercibido por el mundillo del showbiz. La agenda de shows comenzó a abultarse y los pedidos no sólo llegaban de Estados Unidos sino de países con poca tradición rockera, como Israel. Y al mismo tiempo que su popularidad se acrecentaba, no pasaría mucho hasta que proyectos peligrosamente similares con cantantes femeninas asomaran.
“Sabemos que ya no somos los únicos representantes de este estilo, pero no es algo que nos moleste. The Gathering fue la primera banda que unió este tipo de voces con la música heavy metal y estoy muy orgullosa de ello”, reconoce Anneke. Y agrega: “A veces sucede que quienes eran nuestros viejos fans hoy también son fanáticos de Evanescence o Lacuna Coil. Pero creo que es algo inevitable”.
Aunque minimice sus vastas virtudes vocales, Van Giersbergen, quien es mamá de un pequeñín que ya muestra interés por canciones góticas de cuna, es dueña de una notable sensibilidad emocional y suele moverse por el escenario como si fuera el living de su casa. Su voz, dulce y profunda, fue la responsable de colocar a The Gathering en el mapa mundial, aunque reconozca que no se cuida como debería: “El alcohol te cambia la voz, no hay dudas, pero el desgaste también te aporta matices que antes no tenías. De todas maneras, creo todavía que no he bebido lo suficiente en mi vida como para que me cambie la voz (risas)”.
Uno de los puntos fuertes de The Gathering (se comprobó en su anterior visita de 2006) es el vivo. Un imprevisible volcán eléctrico que revuelca al espectador en tres estados de ánimo bien diferenciados: 1) explosión, a través de la densa pared sonora de la guitarra de René; 2) implosión, proveniente de la suave lírica de Anneke; 3) desolación, inducida por las orquestaciones fantasmales de Frank Boeijen.
Y esa devoción por el escenario los llevó a girar durante cuatro años por el mundo presentando If Then Else (2000) y Souvenirs (2003), álbum que sacó a relucir el costado más intimista de la banda. Pero los holandeses afirman, con cierto sabor amargo, que el reconocimiento se encuentra lejos de casa: “The Gathering es más popular en Sudamérica que en Holanda. Por ejemplo, en Chile nos quieren más que en nuestra propia tierra, lo cual no me entristece porque me encanta el hermoso costado del mundo donde ustedes viven y me pone muy feliz que sea así. No tenemos problemas cuando tocamos en casa, pero siempre se pone mejor en la Argentina o Chile”.
—¿Por qué decidieron grabar Home en una Iglesia de la Divina Comedia?
—Porque era algo que queríamos hacer hace tiempo. Alquilamos una pequeña y vieja iglesia en Maurik, en el sur holandés, y nos quedamos un mes viviendo allí: comiendo, durmiendo y grabando. Todo dentro de la iglesia. La idea principal era mover el estudio a un nuevo ambiente y ver qué pasaba con la atmósfera y el ambiente para que nuestra música sea concebida. Queríamos alquilar una casa en medio del bosque, pero cuando nos topamos con esa pequeña iglesia supimos que ése era el lugar. Por el sonido, lo lúgubre y hasta el aire espiritual que se respiraba.
—¿The Gathering es una banda de culto o un grupo mainstream?
—Es un poco de las dos cosas. No estoy segura de que seamos una banda muy mainstream porque nosotros no solemos aparecer ni en radio ni en televisión. Pienso que la definición correcta sería: somos una banda de culto demasiado grande para ser underground.
* The Gathering se presentará el miércoles 21 y el jueves 22 de marzo en El Teatro de Flores, Rivadavia 7800. A las 18.
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