THE EVENS, CON IAN MACKAYE, EN NICETO
Referente del pensamiento lateral y la independencia discográfica, el creador del straight edge con Minor Threat (más tarde iniciático en el free hardcore) bajó el volumen para crear The Evens, pero dice que todavía prefiere tocar de parado.
› Por Roque Casciero
Caminito al costado del mundo: en lugar de declamarlo, Ian MacKaye lo demarcó, lo pavimentó y lo transitó tantas veces que, en el proceso, se convirtió en un referente indestructible de la independencia discográfica y de un pensamiento alternativo (en el mejor sentido de la palabra) dentro de la cultura rock. Cuando tenía 18 años fundó en Washington DC el sello Dischord para publicar el primer disco de su banda Teen Idles, luego estableció las bases de un sonido (el hardcore) y un modo de vida (el straight edge) con Minor Threat (en los ‘80), más tarde le abrió las puertas al free hardcore con Fugazi (que desde 2002 está en una “pausa por tiempo indeterminado”) y ahora bajó el volumen para ser más controvertido que nunca con The Evens, el dúo que comparte con la baterista Amy Farina y con el que publicó The Evens (2004) y Get Evens (2005). Si hace casi diez años el extinto Superclub transpiró con la única y mítica presentación de Fugazi en Buenos Aires, mañana Niceto recibirá el nuevo proyecto de MacKaye, quien le habló de su entusiasmo por el viaje al NO: “Supongo que será extraño, no sé qué estará esperando la gente. Creo que la idea de la gente de nuestra presentación es muy formal, muy ritualista, y va a ser difícil para nosotros hacer entender que nuestra forma de hacer las cosas es diferente. Ya lo descubriremos; será muy interesante”.
–Niceto es un club de rock tradicional y ustedes están acostumbrados a otra clase de lugares, además de que tocan sentados.
–En realidad preferimos no tocar sentados, pero lo hacemos porque muchos de los lugares donde tocamos no tienen escenario. Entonces le pedimos a la gente que se siente, porque la comunicación visual es muy importante. Pero preferimos que todos estén de pie, porque somos una banda para bailar, aunque me parece que todavía nadie se dio cuenta (risas). Todo bien, ya llegará. Supongo que el volumen es lo que confunde a todos.
–¿Tocan con volumen bajo?
–Más bajo que lo habitual, por supuesto. El tema es que, cuando bajás el volumen, en el mundo de la música piensan que sos una banda de folk. Hay mucha gente que usa tapones para los oídos cada vez que va a un concierto. Es como si adoraras la comida, pero estuviera tan picante que tuvieras que ponerte un pedazo de goma en la boca para bajarle el sabor, así no te quemás la boca. Si amás la música y tenés que ponerte un pedazo de gomaespuma en la oreja porque el volumen es demasiado alto, perjudica al sonido. El sentido de la música está en la textura, en el juego de los distintos tonos de las voces y los instrumentos. Así que no es cuestión de que nosotros toquemos bajo sino de que no lo hacemos a un volumen desmesurado.
–A veces es difícil escuchar a una banda que toca a un volumen más bajo si estás en un lugar de rock.
–Eso es porque los lugares de rock están hechos para bandas de gran volumen y así es como se arma todo. Cuando hacés una parte más baja, la gente empieza a hablar. Es que a menudo los lugares para la música no son los mejores para ver música (risas).
–¿Cómo encontraron y desarrollaron el sonido de The Evens?
–Como en todas mis bandas, descubrimos el sonido al crearlo. No había calculadoras, pizarrón ni programa de computadora. Simplemente fue lo que hicimos juntos: empezamos a tocar y nos gustó. Tenemos algunas ideas... Por ejemplo, uso una guitarra barítono, que tiene un registro más grave, algo entre una guitarra común y un bajo. Eso fue porque sabíamos que queríamos ser un dúo: ya que no iba a haber un bajo, éste iba a ser un modo de tener frecuencias graves y también las partes melódicas de la guitarra. Por la clase de canciones que tocamos, Amy tuvo la idea de poner efectos en su batería, para darle un sonido atmosférico. Pero son simplemente cosas que aparecieron naturalmente cuando empezamos a tocar juntos. No hubo planes, el desarrollo fue orgánico.
–Quizás uno de los efectos secundarios de que uses guitarra barítono sea que ahora cantás diferente.
–Sí, aunque en realidad es porque quería cantar diferente, tener un registro más grave. A veces es más sencillo cantar así. Y además, al cantar más suave tengo más rango. Es bastante obvio, en realidad: si estás gritando todo el tiempo, tu rango es muy limitado, pero si cantás más suave podés hacer más cosas con tu voz. Además, como los momentos más poderosos que he vivido han sido casi en silencio, sabía que ser suave también podía ser poderoso. Aunque el volumen alto tenga su efecto, eso no significa que para ser poderoso tengas que tocar alto. A veces uso este ejemplo: si entrás a una habitación y hay alguien gritando, vas a quedarte cerca de la puerta; en cambio, si entrás y hay alguien hablando bajo y con un tono irresistible, vas a acercarte. Y eso es la comunicación. Es simplemente un modo diferente de encarar las cosas.
–¿Te imaginás hoy en día cantando como en Minor Threat?
–Bueno, no estoy en Minor Threat, así que supongo que no. Amo esa música, pero no hay que dejar de considerar que pasaron veinticinco años y que todo el tiempo estoy cambiando y evolucionando, como todo ser humano. Así que no pienso: “Oh, podría estar haciendo eso ahora”, igual que no pienso en qué voy a hacer dentro de veinticinco años. Lo único en lo que pienso es en el trabajo que tengo enfrente. Minor Threat fue una banda muy hardcore, y no lo digo en el sentido del género musical: nos lo tomábamos muy en serio e íbamos muy al frente. Pero no sé cómo podríamos ser más frontales con The Evens, porque estamos tocando música tranquila y nos sentamos frente a la gente a tocársela tan desnudamente como es posible.
–Como decías antes, es un modo diferente de comunicarse.
–Sí. Y siempre soy yo. Y soy yo porque estoy en movimiento, tratando de continuar con la conversación. Por supuesto que para mí sería muy fácil agarrar a cualquiera que sea capaz de tocar la guitarra, la batería y el bajo, armar una banda, ponerle Minor Threat y salir de gira. Obviamente, estoy seguro de que mucha gente vendría a vernos. Sería muy, muy fácil. Pero, ¿es eso ir hacia adelante? No lo creo. ¿Es eso punk? No para mí. En absoluto. Minor Threat es algo con lo que tengo una conexión, pero si le tomás el sabor al presente, tiene sabor a The Evens, no a Minor Threat.
–Jack White, de los White Stripes, dijo que le gustaba trabajar con limitaciones en la paleta sonora para sentir el desafío en cada momento. ¿Tu enfoque y el de Amy es parecido?
–Sí, pero siempre ha sido así para mí. En Fugazi, por ejemplo, siempre usé una sola guitarra y un solo amplificador, sin pedales ni efectos. Siempre me interesó tener menos opciones en mi vida. El mundo está lleno de opciones, las computadoras las han multiplicado hasta la insania. Pero para mí lo interesante es qué pueden hacer dos personas con una cantidad de instrumentación limitada. Amo ese desafío. Hay un placer en esa simpleza que te lleva a ser más creativo. A menudo uso esta imagen: puedo viajar desde acá a Nueva York por una autopista moderna con siete carriles, y voy a llegar muy rápido y de la manera más conveniente; pero si tomo los caminos más chicos voy a ver mucho más. Me va a llevar más tiempo, pero finalmente voy a llegar y voy a aprender mucho más en el proceso. Y eso es lo que tenemos que pensar en la vida todo el tiempo. Sí, podés estar en un sello major, que sería como tomar la autopista, pero también podés armar tu propio sello independiente, que sería como elegir los caminos más chicos, hacer las cosas a tu manera y ver mucho más de la vida. Puede que te lleve más tiempo y que no ganes el mismo dinero porque tenés que manejar por más tiempo, pero también vivís más. Para mí, la música no es joda. Todo lo que hago es para que al momento de hacer música nada me condicione ni me ate. O que si hay algo que me ata sea mi propia construcción, no la de otros.
–¿Sos consciente de que por no aceptar las reglas del negocio de la música y tener éxito en tus propios términos te convertiste en un referente?
–Hmmm... va más allá de la música: no acepto las reglas en la vida porque creo que son ridículas. Pero, no sé, puedo entender cuando alguien me dice que soy un modelo o que lo inspiré, y lo tomo como un cumplido. Es agradable escuchar eso. De todos modos, muchas veces la gente me dice que soy un modelo de conducta porque, en cierto sentido, la exime a ella de hacer las cosas del mismo modo. Por ejemplo, cuando hacíamos shows con las entradas a cinco dólares con Fugazi, algunos decían: “Claro, Fugazi puede hacer eso”. Entonces, como Fugazi lo hace, nosotros no tenemos por qué hacerlo. Lo irónico es que yo hago las cosas de este modo para demostrar que cualquiera puede hacerlo. Como el tema de tocar para todo público. Nunca toqué en un show que no fuera all ages, hasta donde yo sé. Y vos sabrás que tuvimos una disputa con la gente de Niceto porque al principio el show no era para todo público. Por supuesto, apenas me di cuenta dije que no podíamos tocar.
–Sí, tuvieron que cambiar el horario.
–Claro, pero eso está muy bien, si de todos modos prefiero tocar más temprano. No quiero tocar a la medianoche, eso es una locura. ¿Por qué las cosas son así? Sé lo que pasó en Buenos Aires, pero más allá de esa situación y de la ley, discutamos por qué los shows son tan tarde en todos lados. Por ejemplo, por qué son en bares...
–Claro, para vender más alcohol.
–Exacto. Esa es una de las razones. Otra es que la gente que trabaja o que tiene chicos, y que tiene que levantarse temprano, se queda afuera. Eso es regular qué clase de gente tiene que venir al show. Y eso nos divide. Y creo que la música es para todos. Ojo, no es que quiero parar el libertinaje del rock and roll ni decir que la gente no debe estar de fiesta toda la noche: pueden hacer lo que quieran. Simplemente creo en la idea de que la música es para todos y de que deberíamos estar juntos en lugar de separarnos entre nosotros más que lo que ya lo han hecho la Internet, la televisión, los aparatos personales para escuchar música y todas esas cosas que hacen que la gente ya no interactúe. Quiero ser parte de una comunidad. Para mí la música es un punto de unión. No es el night club ni la fiesta sino la música la razón por la que nos juntamos. Pero lo que sucede, en realidad, es la reunión: nos vemos unos a otros.
–Las letras de The Evens son más claramente políticas: All these Go Vernors, Dinner with the President, Cut from the Cloth, Everybody Knows... ¿Es un signo de los tiempos?
–No lo creo, no me parece que sea distinto de cualquier cosa que haya escrito antes. A veces uso cierto lenguaje para transmitir una idea, pero espero que la gente escarbe más profundo y le encuentre significados más personales. A menudo lo que se ve en la superficie no es exactamente la historia. Por ejemplo, All these Governors habla de que la palabra “governor” significa obviamente un político (gobernante), pero también son unos aparatos que se ponen en los ómnibus para limitar la velocidad. Entonces estaba pensando que los governors controlan que las cosas no vayan demasiado rápido. Y después pensé en el rol de los gobiernos: la gente está lista para el progreso, pero si la gente fuera a la velocidad natural, los poderes no tendrían control y se les caería todo a pedazos. Así que, en un sentido, los gobiernos bajan la velocidad del progreso. Los gobiernos trabajan para corporaciones enormes y poderosas. Por ejemplo, si la gente pudiera compartir toda la música que se hace en el mundo de manera gratuita a través de Internet, lo haría. Pero las corporaciones perderían dinero, entonces el gobierno dice: “Ey, ey, paren un poco, no pueden progresar tan rápido”. Por eso la idea de la canción es que “cuando las cosas que deberían funcionar no funcionan, es por el trabajo de todos estos governors”. Y no es simplemente política, porque podés aplicar la idea a otras cosas, como en tu trabajo o incluso a tus amigos: son modos de mantener el control, el poder.
–¿Y Dinner with the President?
–Sé que todos piensan: “Oh, él odia a George Bush”. Pero la canción no es sobre eso en absoluto. En Estados Unidos tenemos todos los años los desagradables Oscar, que son esencialmente premios que Hollywood le da a gente buena para sus películas. Los Oscar son considerados un honor muy alto, pero el valor de ese premio está conectado con el valor que tiene para vos la industria que lo creó. Y en Washington, ser invitado a una cena en la Casa Blanca está considerado un altísimo honor, pero también el valor de ese premio depende de la industria que lo creó. El gobierno federal es otra industria gigante. Entonces, para mí no vale un carajo: no es un honor sino una ilusión. No es tan simple, no es todo el tiempo acerca de George Bush...
–Es muy graciosa la parte en la que Amy te dice que si te invitaran te pondrías a gritar en medio de la cena.
–Sí, me gusta eso. Pero es incluso más graciosa porque la gente debe pensar que es porque yo me pondría a gritar que no soporto eso. Y esa frase en realidad es como un chiste interno. A veces, Amy y yo estamos manejando durante una gira y paramos en un shopping gigantesco lleno de gente haciendo compras. Y entonces la escena es tan absurda que no puedo contenerme y grito: “¡Estamos comprando!”. Entonces, la idea es que en medio de la cena voy a pararme y a gritar: “¡Estamos cenando con el Presidente! ¡Guau!”. Por supuesto que el gobierno actual de Estados Unidos es una desgracia absoluta, por supuesto que pienso que son criminales y que han seguido una acción militar criminal en Irak... Estoy muy avergonzado de ellos no sólo como norteamericanos sino como seres humanos, porque continúan recordándonos su propensión a la brutalidad y la violencia sin sentido. Así que es desalentador. Pero mi respuesta no es pasar mi tiempo estando desanimado sino que voy a tratar de crear cosas para disfrutar. Quiero que la gente conozca las bondades de la vida y no se quede atrapada en qué difícil es todo. Y parte de esas cosas buenas es la posibilidad de hablar en voz alta sobre aquellas cosas que no te creés o que pensás que son erróneas. Eso es un disfrute.
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