LLEGA EL SIMULADOR VIRTUAL DE DROGAS
Dos negocios casi igualmente extendidos y florecientes, como la comercialización de drogas y la de programas informáticos, amenazan con fusionarse de un modo que hubiese sorprendido a cualquier escritor-icono de la ciencia ficción, desde Julio Verne hasta Isaac Asimov. Se trata de un simulador de drogas, es decir, un programa disponible en Internet que asegura reproducir, con sonidos, el efecto que distintas sustancias producen en la mente de quien las consume. El argumento de venta que respalda este invento sostiene que cada droga virtual contiene ritmos y texturas sonoras que “sincronizan las ondas cerebrales al mismo estado que una droga usada en dosis recreativas”.
El combo de oferta, que pago mediante puede ser bajada a la computadora —o bien encargada, en su formato CD— en el sitio www.i-doser.com, por el momento incluye cuatro “viajes” bien diversos: marihuana (promete una sensación de elevación), opio (de sedación), cocaína (de euforia) y peyote (de alucinación). Aunque también existen las versiones downloadables de éxtasis, heroína, morfina y absenta, entre otras. Además dispone de distintas dosis, que se miden mediante la duración de las escuchas, y de rigurosas advertencias sobre cómo asegurarse de la “calidad” de la experiencia: en un lugar tranquilo, con los ojos cerrados y con auriculares de buena calidad.
Los vendedores de I-doser aseguran hasta haber recibido e-mails de adictos a drogas que aseguraban que el programa los está ayudando a dejar el vicio, lo que sería algo así como la versión drogona de “engañar el estómago”. En tanto, el foro del sitio está lleno de mensajes de usuarios aparentemente satisfechos: “Quería reírme de todo, estaba contento, y pude apreciar mucho más la música; o sea que tuve algunos efectos de la marihuana... aunque no me dio hambre”, asegura un tal Jorge Roque. Mientras que un tal Derek habla de su intento con la heroína electrónica: “Empecé a pensar en una cosa simple, y de pronto se me reveló como un gran concepto muy profundo. Recién dejé de pensar en eso diez minutos después. Interrumpí la dosis a los 27 minutos, fue una experiencia decente”.
Al cierre de esta edición, el NO no pudo confirmar si la DEA maneja la figura del “electronarco”, ni si ya existe una versión de paco 2.0 para llevar en el i-Pod; que, por cierto, debe ser mucho menos dañina.
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