Jueves, 21 de junio de 2007 | Hoy
PERFIL: COMPLEJO UNIVERSO DE TIMBALAND
Si había un productor que podría abrir la cabeza musical entre tanta monotonía sajona, no iba a ser otro que Timbaland, quien acaba de editar Shock Value. Justin Timberlake, Nelly Furtado, Madonna, Beck, 50 Cent, Björk y Duran Duran obtuvieron sus creativos servicios.
Por Roque Casciero
Timbaland, como la mayoría de los artistas relacionados con el hip hop, no conoce la falsa modestia: en su flamante Shock Value se lo pasa recordando todo el tiempo lo grosso que es. “¡Pienso que estoy bastante a cargo!”, suelta en la canción Release, y sigue así durante buena parte de los 66 minutos que dura el álbum, hasta tornarse bastante incómodo. Claro que, más allá de criticarle la fanfarronada, nadie se atrevería a discutirle que sus afirmaciones no sean ciertas: hoy en día no hay un productor de ningún género que esté a la altura de este tipo de 36 años llamado Thimothy Z. Mosley y rebautizado en honor a las botas Timberland omnipresentes en los MCs de los ‘90.
Su nombre es sinónimo no sólo de calidad sino también de inventiva, de beats fuera de la norma, de efectos y sonoridades inusuales incluso para los más avanzados productores del hip hop y el R&B. Dos géneros, además, que Timbaland ha fusionado hasta tornarlos difíciles de distinguir. Y que, para colmo, ha inyectado como fuerza renovadora del pop, como bien pueden atestiguarlo Justin Timberlake, Nelly Furtado y hasta Madonna, que contará con los servicios de Tim para su próximo trabajo. Después de una década como productor estrella, el señor Mosley ya está a la altura de colegas que redefinieron un género tales como Phil Spector, Brian Wilson o Brian Eno.
DJ Timmy Tim fue el primer nick de Timbaland en sus tiempos en Norfolk, Virginia, donde conoció a su compadre Magoo (con quien grabó el magnífico Under Construction II) y a la rapera Missy Elliott, con quienes conformó un equipo imbatible. En sus años iniciales, Mosley también formó parte de un proyecto llamado SBI (Sorrounded By Idiots) junto a otro mago de las perillas, Pharrell Williams, de The Neptunes y N.E.R.D. Aunque ya había pegado fuerte el single Pony, que le había producido a Ginuwine, el salto de Timbaland a primera llegó cuando Aaliyah lo convocó junto a Missy Elliott para que escribieran y produjeran su segundo álbum, One in a Million, que facturó más de 11 millones de copias.
En poco tiempo se convirtió en el tipo más solicitado del hip hop y el R&B: trabajó con Jay-Z, Destiny’s Child, Nas y la propia Missy, que empezaba a ponerles la voz y la cara a sus composiciones. Esa segunda mitad de los ‘90 fue cuando Tim estableció su sonido, con beats sincopados y melodías sintéticas trabajadas a partir de samples, pero generalmente evitando la cita a la Puff Daddy, que tomaron al mundo del hip hop por sorpresa.
La mano maestra de Timbaland más la lengua afilada de Missy se combinaron explosivamente en Missy E... So Addictive, y en los siguientes trabajos de la dama, que la colocaron con justicia al tope del juego del hip hop. ¿Quién más podía presentar entonces una canción como Two-Minute Men? Allí, la Elliott se quejaba de los hombres que duraban poco en la cama, sobre un beat tan atractivo como para convencer a esos tipos de aguantar un poco más. El productor, siempre atento para buscar sonoridades en lugares insospechados, usó un sample de la tabla hindú en la canción Get ur Freak on, tal como antes había recurrido a cítaras, composiciones egipcias, o más adelante elementos de la música oriental. La búsqueda de efectos diferentes también le ha causado problemas, como una acusación de plagio, todavía por resolverse: al parecer, tomó un fragmento de un tema compuesto para foros de fanáticos de la Commodore 64 (¡un pedazo de historia!) y lo modificó apenas para el hit Do it, de Nelly Furtado.
La cantante canadiense está entre los artistas que firmaron para Mosley Music, el sello que Timbaland dirige al amparo de Interscope/Universal. A ella le produjo Loose, que el año pasado debutó en el número 1 del chart de Billboard. Otro paso firme de Tim en el mundo del pop es su relación con Justin Timberlake: primero metió mano en un par de temas del primer disco del ex N’Sync, entre ellos el hitazo Cry me a River, y luego produjo casi todo el álbum FutureSex/ LoveSounds (otro número 1 en Estados Unidos, por si hace falta aclararlo). La lista de los artistas que han logrado los servicios de Timbaland es interminable, al punto que uno se pregunta cuándo encuentra tiempo (¡y dónde halla ideas!) para trabajar tanto. Un breve repaso, sin repetir a los ya mencionados: Beck, Whitney Houston, 50 Cent, Björk (en tres tracks del reciente Volta), Duran Duran (para el próximo disco), Snoop Dogg, The Pussycat Dolls, Tweet, Ludacris... Y siguen las firmas.
Timbaland, además, rapea. Por eso puede hacerse cargo de algunos de los temas de sus discos solistas, aunque generalmente recurre a las megastars de su círculo para darle variedad. Es que su tono grave es bastante monocorde y funciona mejor combinado con otras voces. Está clarísimo que lo mejor que hace es producir, lo que en el mundo del hip hop y el R&B implica construir los beats y las melodías. En Shock Value, su segundo álbum, las ideas fluyen, aunque entre las 19 canciones y la multitud de estrellas (además de los usuales, desde The Hives hasta Elton John) por momentos el disco se torna agobiante y desparejo. Tal vez por tanto nombre famoso, Tim queda un tanto opacado. Justo él, que por su alto perfil a menudo sobrepasa a los artistas con los que trabaja. “Mi misión es volar las fronteras y voltear los límites”, dijo alguna vez Timbaland. ¿Modestia? ¿Para qué?
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