PROYECTO DANCEHAUS MANDROT, MEZCLA DE DANZA Y ROCANROL
› Por Federico Lisica
La nutrida escena de rock under porteña y el activo movimiento de danza moderna están a punto de entrar en combustión. Esa es la esperanza del Proyecto Dancehaus Mandrot, práctica llamativamente inusual dentro ambos campos, y que reúne a un grupo de bailarinas con la banda Madame Mandrot. Las letras del grupo fueron la base, la música en vivo sirvió de imagen y ruido, y finalmente ensamblaron, probaron, construyeron, en largas sesiones, inquietudes de ambas partes para engendrar una nueva cosa. Dancehaus es un combo de tres bailarinas (conformado por Paz Ladrón de Guevara, Patricia Clarke y Laura Stivelman) que mixtura danza contemporánea con elementos de flying low y otras artes escénicas imposibles de clasificar de manera pura. “Vivir es acción. Acción es movimiento. Todo puede ser modificado, ya que en la danza vale todo. Partimos de la experiencia, y a su vez sabemos que ya ha sido experimentado. Por eso tratamos de resignificar bajo el desafío de generar algo nuevo para el público”, aclaran estas chicas que cada día despegan y aterrizan sus cuerpos del suelo. “De por sí, la danza es poco difundida dentro del ámbito musical, y éste es un buen motivo para abrir el panorama, mostrando lo que hacemos”, aseguran quienes ensayan bajo la mirada de referentes como Cristina Barnils, Ana Garat y Pablo Rotemberg. La otra mitad del proyecto, Madame Mandrot, es un enclave pop rock que desde 2005 ofrece en sus presentaciones poesía urbana, guitarras filosas, atmósferas intimistas y proyecciones. En sus palabras “diseñan música” y este interés surge de las actividades de sus integrantes, en el que comulgan diseñadores, arquitectos y un estudiante de teatro. De hecho, el nombre de la banda proviene de una mecenas de la modernidad francesa, y el término Dancehaus es una deformación de Bauhaus, la escuela alemana que corrió los límites de la imagen, la construcción y el movimiento en sus talleres en Dessau hacia la década del ‘30 del siglo pasado. “Pasa un tiempo hasta que te das cuenta de que estás en condiciones de jugar con esto. La propuesta nace de nuestro espíritu inquieto y de poder demostrar con el cuerpo y el alma lo que sentimos; y cuanta más gente se pueda identificar en este ejercicio, mejor”, proponen. Peculiar o no, hay que bucear bastante para buscar antecedentes de este tipo de cruces. Aparecen David Bowie junto a la compañía canadiense La La La Human Steps de Edouard Lock, o el trabajo realizado, más acá en tiempo y lugar, entre De la Guarda y La Portuaria. La banda no se amilana y recuerda otro cimiento: “Pink Floyd en los ‘60. Arriba de una pequeña tarima con gente al lado bailando en trance a partir de su música, lo cual resulta un disparador que nos lleva a imaginarnos toda la escena como una sola”. ¿Y qué de esa otra escena que debe batallar contra inhabilitaciones constantes y locales poco adecuados? “Nos preguntamos por qué siguen habiendo malditas mesas en cada lugar donde tocamos, si nuestra música se puede bailar y demostrar con el movimiento del cuerpo. Este espectáculo está bueno para verlo en una hermosa butaca... y percibir la comunión de algo que no tiene nombre.”
* Proyecto Dancehaus Mandrot toca el domingo 29 de julio en el Teatro Anfitrión, Venezuela 3340, Ciudad de Buenos Aires. A las 17.
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