ANGELA, LA CHICA DE LA TELE QUE MAS SABE DE FUTBOL
Punk, y a veces sola en la cancha
Angela Lerena tiene 26 años y durante siete años cubrió partidos de toda calaña para el noticiero de TyC Sports. Actualmente conduce el programa “El desafío”, por la misma señal. Sus crónicas de fútbol son las favoritas de Marcelo Bielsa, pero no se queda con eso: participa de las marchas de Madres de Plaza de Mayo y es fanática del punk-rock “porque critica todo”.
No dice de qué cuadro es, pero como hincha recorrió todas las canchas del país: fue a Córdoba, a Rosario, a Santa Fe y a todos los lugares que un hincha de verdad de un equipo de Primera División de Capital o Gran Buenos Aires debe ir, al menos una vez, de visitante. “Es jodido –dice– porque allá la policía siempre se pone del lado de los locales y te dicen, por un megáfono: ‘Caminen tranquilos y si les tiran piedras, no contesten porque hay palos para todos, porteños de mierda’. Tengo mil anécdotas de hincha: palos, balas de goma, gases, de todo.”
Angela Lerena no viene de una familia futbolera, pero de chiquita le encantaba leer el diario y, sobre todo, la sección Deportes. Cuando terminó el secundario, se puso a estudiar al mismo tiempo Comunicación Social en la UBA y periodismo deportivo. Un año después, a los 19, entró como notera en el noticiero de TyC Sports. Como periodista, recorrió todas las canchas del Ascenso, entrevistó a jugadores outlet, y se metió a hacer notas en los vestuarios: “Yo avisaba: ‘Por favor, vístanse que voy a entrar’, y si no me daban bolilla, entraba igual; ellos pueden sentir que es una falta de respeto, pero yo no tengo la culpa de que la atención a la prensa sea en un vestuario de hombres y estén todos desnudos”.
Hasta que empezó a jugar en Primera. En 1999 viajó como notera a la Copa América de Paraguay y en el 2000 hizo la crónica de la final de la Copa Intercontinental entre Boca y Real Madrid, en Tokio: “La escribí en el hotel en medio del festejo con 500 hinchas, los jugadores, los japoneses sacando fotos y apurada porque me cortaban el satélite. Encima había perdido el celular en la cancha, así que tuve que explicarle como podía al japonés que me anularan la línea porque alguien lo iba a encontrar e iba a ponerse a llamar a la Argentina”.
Aclaración importante: Angela escribe sus crónicas. “Yo empecé a hacer periodismo porque me gustaba escribir, aunque nunca trabajé en un medio gráfico. Hay tipos del medio que me preguntan: ‘¿Quién te las escribe?’. Ahí sale el machismo. Como la vez que fui a entrevistar a Settimio Aloisio y me preguntó: ‘¿Cuándo viene el periodista?’. Pero, bueno, tenía 20 años y si ahora, a los 26, parezco de 20, no me quiero imaginar a los 20.”
No fue fácil dejar de ser notera. Pero dice que en algún momento tenía que crecer. Y como no le gustaba demasiado la idea de conducir el noticiero (“lo hice tres meses reemplazando a Viviana Semienchuk, pero es muy estricto: determinada ropa, determinado vocabulario”), aceptó el desafío de “El desafío”, su actual programa: “Me gusta porque hago la parte periodística del programa y puedo conducir de una manera más suelta. Además tengo más tiempo libre para hacer otras cosas”.
Por ejemplo, informarse. No sólo de deportes: también de política nacional e internacional. Si tuviera más tiempo, le encantaría estudiar Sociología, Antropología y Relaciones Internacionales. Mientras tanto, lee muchísimos libros: “Algún día me gustaría escribir en la sección Política o Internacional de algún diario. Pero me da miedo no poder trabajar libremente y que me impongan algunas pautas. Al trabajar en deportes estoy más tranquila, nadie me va a venir a decir: ‘Mirá, decidimos matar a Riquelme’. En cambio, en política no sé cómo se maneja eso. Yo fui a la marcha del 24 de marzo, la Plaza de Mayo estaba llena, y los diarios pusieron que hubo 12 mil personas. Y si a mí me dicen que ponga algo así, tengo que renunciar”.
Dice que está “muy entusiasmada” con las asambleas barriales. “Son cosas que no cuento mucho y no sé cómo caen en mi trabajo. Me parece que la crisis que estamos viviendo es una oportunidad enorme porque la gente se está dando cuenta de que la política no es una manga de corruptos que siempre nos van a cagar; la política somos nosotros juntándonos a ver cómo nos organizamos. Ojalá estuviéramos todos muy politizados.” Y aunque explica que no es anarquista, le encanta el punk: “Ahí está mi mochila y tengo montones de pins de Rancid, de Millencolin. Me gusta la música, que tiene energía y pasión, y me gustan las letras, que son observaciones de la realidad. Está bien cantarle al amor y todo eso, pero también está bueno poner en una canción lo que para vos está mal. A mí me gusta ser observadora y criticar todo. No por ser criticona, pero no me dejo llevar por algo que a todo el mundo le parece bien. Me encantan bandas como No Use for a Name, Bad Religion, Face to Face. Además fui a muchos recitales de bandas de acá que si las ponés me hacen un monumento: Shaila, Smitten, Slam Up, que es ska punk. Con Shaila me fui a Chile, porque nos hicimos amigos. Vamos tan pocos al under que somos todos amigos”.
La única vez que fue como invitada a un programa de televisión se decepcionó mucho, porque le dijeron que iban a hablar sobre “las mujeres y el fútbol” y terminaron preguntándole boludeces del tipo “¿a cuántos viste desnudos?” o “¿con cuántos te acostaste?”. Por eso dice que no va a ir nunca a los programas de chimentos. “Esa decisión perjudicaría mi carrera si quisiera ser famosa. Pero mi vocación es ser periodista. Prefiero que Alejandro Fabbri, Juan Pablo Varsky y el Chavo Fucks digan: ‘Qué buena periodista es esta chica’ antes que la gente me pida un autógrafo. O que Marcelo Bielsa me mande decir por un allegado que le gustaban mucho mis crónicas. Eso para mí es más importante que ganar el Pulitzer.”