PASTILLAS DE RIVER
“Por fin”, dijo Gustavo Cerati ni bien pisó el escenario, por primera vez en este milenio, oficialmente como miembro de Soda Stereo. Y fue un “por fin” que no sólo sonó a reencuentro –con el público, con la sensación de un show en vivo de Soda Stereo– sino también a algo de alivio, a un comentario espontáneo de quien había vivido días de mucho nervio y de desesperante cuenta regresiva. Aunque tal vez haya sido igual de espontáneo que fuera aquel “Gracias totales” de 1997.
Al empezar el show, la nochecita estaba cálida; sin embargo, Cerati apareció envuelto en una abrigadísima chalina, con look a igual distancia de los anoraks britpoperos de Liam Gallagher que de la tricota-por-si–refresca de tu tía Vivi. Sólo la usó las primeras dos canciones, pero una hora más tarde entró en escena el viento del Río de la Plata, pintó la fresca y empezaron a volar motas de polvo y flyers descartados. Justo al mismo tiempo en que la banda tocaba Primavera 0. Y era apropiado: porque cuando en River se levanta el viento del río, aunque sea octubre, de primavera, cero.
Siguiendo con la tradición que inauguró Bono en el show de marzo del año pasado (la de levantar screans de teléfonos móviles ante el pedido de la estrella), se sabe que los encendedores de antaño no tienen tan buena calidad de captura de video como los miles de celulares que se encendieron ante cada proclama. “Las épocas van cambiando”, decían los que se daban cuenta del detalle, sobre todo los que pasaban cuatro décadas, volaban algunas chapas, y admitían cierta desconexión con el presente festivalero.
Las escenas en el VIP de River son otra buena prueba del paso del tiempo. No sólo por la presencia de figuritas, figuras y figurones que atacan bandejas de sushi, empanaditas y delicias dulces (el sábado, un cronista del NO casi se queda seco de la impresión al chocar con el jefe de gobierno electo de Buenos Aires). En los cuatro rincones del salón se ven la misma clase de varilites que Soda presentó como el último grito de la tecnología en el escenario de la Gira Animal de 1990... y que ahora cumplen el mero rol de veladores para ambientar el lugar con locos juegos de luces.
El domingo hubo un nuevo cambio con respecto a la lista del sábado: salió Corazón delator e ingresó Trátame suavemente. Cerati se la dedicó al autor de la canción, Daniel Melero: “Es una persona que tiene mucho que ver con Soda y a la que quiero mucho, y creo que anda por acá”. También hubo un par de entradas en falso, que todos se tomaron con gracia, quejas humorísticas de Cerati sobre el mal estado de su garganta (que sólo percibía él, por otra parte) y hasta una guitarra salió por el costado arrojada cual bola de bowling. En las plateas estuvieron Ricardo Mollo, Pedro Aznar, Emmanuel Horvilleur y Lucas Martí.
R.C., J.A., E.F. y M.B.
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