“CUALCERDO”, DE YOUTUBE A TELEFE
› Por Facundo Di Genova
Luego de 15 millones de visualizaciones en YouTube (www.youtube.com/cualcerdo), el programa de tevé Zapping se hace eco del reconocimiento telemático que tuvieron los videos de CualCerdo en sólo un año (cualcerdoweb.com.ar), y los lleva a la pantalla chica (viernes 23.30 por Telefé). ¿Te suenan? Difícil no haber visto, o no haber oído hablar de Rodolfo el tortugo peronista, o de Necrozoofilia, las palomitas fiesteras.
Con la condición de no revelar sus “nombres ni apodos ni de qué ni dónde laburamos cuando no hacemos esto”, los CualCerdo dialogaron con el NO, y cierto es que fue más en joda que en serio. Si bien anónimos, vale aclarar que estos muchachos no son improvisados: tienen larga experiencia en el para nada fácil arte de hacer reír. Pero, ¿por qué ocultan su identidad?
“Mantenemos el anonimato por dos razones simples –dicen los cualcerdistas–: uno de nosotros tiene la autoestima muy baja y la quiere dejar así, y el otro tiene un apellido que rima con culo.”
–CualCerdo nació en YouTube. La primera criatura surgió hace un año con Rodolfo, el video de los tortugos que le rinden culto al amor al grito de “Viva Perón, carajo”. A la semana ya superaba las mil vistas y supimos que había que seguirla.
–Ya lo dijo Pichon-Rivière: “CualCerdo funciona como un disparador semántico en el entrelazado juego psicosocial intrascendente, logrando un efecto espejo que se parte en mil pedazos con cada palabra que surge desde lo más profundo de la visceralidad humana”.
–Sí, sobre todo el “¡qué hijos de puta!, ¡che, mirá esto!”.
–Si tuviéramos que ilustrar al público promedio se llamaría Petonio, 1,63m, 89 kilos, está sentado frente a una PC vieja, tiene lentes y el ombligo cubierto por restos de snacks. Pero podríamos afirmar que tenemos un público bien diverso, desde prepúberes insolentes, pasando por oficinistas abufalados y terminando en amas de casa que eligen nuestros videos entre el planchado de una camisa y la preparación de una milanesa.
–Hay muchos Petonios que miran nuestros videos solos mientras tienen abiertas otras páginas como Olé o Poringa, pero también se juntan con sus amigos para compartir videos en distintos lugares. Una vez nos enteramos de que un flaco cayó con una laptop a un velorio y lo puso pum para arriba.
–Por los comentarios, parece que la gente que nos ve de afuera es mucha, sobre todo en países de Iberoamérica. También nos escriben desde EE.UU. o Japón. Imaginamos que debe ser lindo estar en Osaka y escuchar en una compu “te dejo una colonia de marcianos en el orto”. Eso te hace pensar “pucha, qué lindo es mi país”.
–Es como un vómito de liberación creativa. En nuestros trabajos no podemos hacerlo: en una santería de Luján no sería adecuado decirle a una clienta, por ejemplo: “Tome doña, ensártese este cirio pascual en el orto y préndaselo a San Choto de la Guarda”. O sea, no da.
–Cuando nos presentaron al conductor del programa le tocamos el ojete como gesto de buena onda, pero la producción se calentó para la mierda y nos dijeron “chicos, esto no, por favor”. Más allá de eso no tuvimos ninguna restricción fuera de lo lógico.
–El proceso es diferente porque lo de la tele es un segmento con un formato característico, si bien están basados en doblajes de humor, cada episodio tiene un tema que se desarrolla con contenidos televisivos exclusivamente. En Internet hacemos cualquiera y cuando se nos da la gana.
–Sí, propusimos eso cuando lanzamos la web y la gente se enganchó de entrada, es una manera de mantener un vínculo más cercano. Más de una vez nos simplificaron la búsqueda y se lo agradecimos con una placa al final del video. Sin embargo, todo venía bien hasta que nos llegó un video de un adolescente autochupándosela y nos dio mucho asco. Y mucha envidia.
–El movimiento persigue principalmente tres objetivos, enunciados en el Manifiesto Cualcerdista: 1. Resignificar aquello que es inexpresivo, cotidiano y espontáneo en algo destacable que brille con efecto alucinógeno. 2. Bajar los índices de suicidio los domingos por la tarde. 3. Reducir el tráfico a las páginas pornográficas que inducen a la procacidad y a la falta de pelotas para encarar minas.
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