Jueves, 29 de noviembre de 2007 | Hoy
PHOENIX EN EL PERSONAL FEST
El periplo que trazaron los Phoenix con “It’s Never Been Like That”, su tercer álbum, es una evidente muestra de cómo el rock de guitarras callejeras al estilo Lou Reed, Television o los Strokes, lejos de estar agotado, aún puede revitalizar a una banda en estado de abulia.
Por Juan Manuel Strassburger
Repasemos: los Phoenix pertenecieron a la camada de bandas francesas que a fines de los ‘90 volvieron a poner al pop de ese país en el centro de la escena mundial. Cantando en inglés y encaramados en la revolución electrónica que parecía absorberlo todo (¡hasta los Redondos sacaron su disco sampler!), los Phoenix (junto a Air y otros) contribuyeron a darle ese toquecito de elegancia chic que parecía faltarle al siempre quisquilloso electropop. Y de paso ayudar a devolverle, también, algo de la autoestima perdida al anglofóbico orgullo francés: ahora ellos también podrían exhibir bandas y estrellas pop en las radios y raves del mundo.
“Para nosotros fue un momento muy excitante. La chance de que los grupos franceses fueran escuchados y respetados fuera de Francia. Aun hoy, cuando salimos de gira, llegamos a lugares donde nos dicen que somos la primera banda francesa que ven”, cuenta por teléfono Thomas Mars, guitarrista y frontman de la banda. “Pienso que con Daft Punk, Air, Cassius y otras bandas tuvimos en común cierta visión amateur de enfocar la música. De querer hacer todo por nosotros mismos. Aunque cada uno a su manera.”
Claramente más rockeros, pero sin un superhit como Sexy Boy o Around the World (de las bandas citadas más arriba), los Phoenix igual se las arreglaron para hacerse notar en aquellos años de diversión extasiada y cool: Too Young brilló con peso propio en el soundtrack de Perdidos en Tokio (caprichito japonés de Sofia Coppola, hija de Francis y novia de Mars). Y United, su disco debut de 2000, fue bien recibido por la crítica y adoptado por las pistas de baile de la mano de singles como Heatwave.
Sin embargo, al poco tiempo (2001-02), el mundo cambió. O por lo menos, lo que se esperaba de él. La electrónica no sólo no copó la parada sino que empezó a mostrar alarmantes signos de apatía y agotamiento. Y en lugar de avalanchas de Djs lo que sobrevino fue un filoso torbellino rockero en la más rica tradición post-punk de Nueva York. Una nueva tendencia global en sonido, vestimenta y actitud que parecía responder mucho mejor a las inquietudes vitales del nuevo siglo. Y que podría resumirse en: por favor, emociónenme de nuevo con una buena distorsión de guitarra.
En ese contexto, el segundo esfuerzo de Phoenix (Alpha-betical, de 2004) sonó cansado y poco inspirado. Y muchos dudaron del futuro de la banda (o directamente se olvidaron ella, como ocurrió en menor medida con Air o los Daft Punk: hoy ya no se esperan sus discos como antes). Ante ese panorama los Phoenix se plantearon un drástico giro de timón. Se encerraron una temporada en Berlín y parieron un disco bien rockero, a tono con aquellos tiempos.
Thomas, lógicamente, lo admite a medias: “Sin duda, los Strokes y todas los grupos que surgieron en aquella época son grandes bandas. Pero creo que nosotros somos diferentes. Venimos de un lugar donde casi no hay el rock del estilo que tratamos de hacer nosotros; introducimos cosas francesas que esos grupos no tienen. Sí es cierto que tenemos las mismas influencias: Velvet Underground, The Buzzocks, The Clash, todas bandas que conforman el ADN del rock”.
Hay que reconocer que la movida –efectista o no– funcionó. En It’s Never Been Like That, los Phoenix suenan renovados, frescos y, sí, divertidos. Continúan siendo cool, pero... rockeros. “Es muy difícil para nosotros decir cómo suena It’s Never Been Like That, porque siempre fuimos nuestros propios productores y cuesta tomar distancia. Pero sí te puedo decir que hubo mucha menos producción que en los dos anteriores discos. Y que éste, en cambio, fue más crudo y directo. Con ánimos de compartir más y ser menos herméticos en las letras, la mayoría autobiográficas.”
–Eh... Yo sólo hago música. Aunque cuando la hacés ya podés adivinar a quién le va a gustar y a quién no. Y a veces está bueno irritar... No creo que tengamos una doble personalidad. Es más, pienso que se puede seguir un hilo conductor entre los tres discos. Más allá de que expandimos nuestra música y que intentamos reinventarnos. Al final, uno tiende a decir lo mismo una y otra vez, sólo que de distintas maneras.
–En la gira que hicimos antes de grabar. Viví semanas en las que reuní más memoria que en toda mi vida. Fue algo muy estimulante conocer lugares nuevos. Vamos a ver qué impresiones nos deja la Argentina.
* Phoenix se presenta el 7 de diciembre en el Club Ciudad, en el marco del Personal Fest.
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