BOBBY GILLESPIE HABLA DEL NUEVO DISCO DE PRIMAL SCREAM
Ningún hechos mierda
“Evil Heat” se llama, y podría haber hecho más ruido si finalmente hubieran titulado “Bombardeen al Pentágono” una de sus canciones. Pero no lo hicieron. Aun así se las arreglan para ser extremos, sutiles y bien rockeros, de acuerdo con su leyenda de excesos. Aunque, como detalla Bobby a continuación, él y la banda gozan de excelente estado de salud.
Por Roque Casciero
A punto de sacar a la cancha Evil Heat, el nuevo álbum de Primal Scream, el cantante y personaje Bobby Gillespie tiene algo que decir: “La banda está mejor que nunca. Las personalidades, la musicalidad, la actitud... Y nadie está hecho mierda, lo que es bastante importante”. Más allá de que los músicos siempre dicen estar en su mejor momento, conviene creerle porque sabe lo que es hacer grandes discos (pensar, si no, en Screamadelica) y también lo que significa estar arruinado por las drogas y el estilo de vida rockero. Ahora que el escocés fanático de Maradona transita las calles de Tacuarentown y que acaba de tener un hijo, se puede dar un respiro: “Es grandioso ser padre. Tengo una familia impresionante. Amo a mi novia Kate y amo a mi hijo Wolf. Wolf, el lobo. Es un gran chico, tiene seis meses. Ojalá nos haga menos egoístas. Quiero ser tan buen padre como sea posible, no una piltrafa. Quiero estar listo para ayudarlo y para hacerlo reír”. Gillespie y sus compañeros, por suerte, no se han dedicado a escribir canciones de cuna: más allá del delicado final con “Space Blues Nº 2” (cantado por el tecladista Martin Duffy), el nuevo álbum de los Scream tiene todos los ingredientes que se podían esperar del continuador de Xtrmntr. “Deep Hit of Morning Sun”, el tema que abre el disco, es un viaje de psicodelia tecnologizada. “Autobahn 66” entrega lo que promete el título, un delicioso juego de palabras rockero que mezcla a Kraftwerk con Chuck Berry, aunque está más cerca del robotismo inteligente de los alemanes. Y “The Lord is my Shotgun” parece un remix asesino del “Nightclubbing” de Iggy Pop, puro blues cibernético con la armónica del invitado Robert Plant. “Nosotros amamos... no, idolatramos, a Led Zeppelin”, explicó Gillespie.
El disco desató una polémica cuando incluso no había empezado a ser grabado, por la idea de incluir una canción llamada “Bomb the Pentagon” (“Bombardeen el Pentágono”) antes de que a Osama bin Laden se le ocurriera su puesta en escena del 11/9. Finalmente, Gillespie reescribió la letra de la canción y le cambió el título por “Rise”. Buenas noticias: las guitarras chirriantes y la sensación de peligro no desaparecieron. “Saqué la frase ‘bombardeen el Pentágono’ porque era demasiado impactante, no cuajaba con el buen rocanrol”, asegura el cantante. “Quería algo más ominoso. Era una gran canción, con muchas temáticas diferentes: la pornografía del militarismo, la alienación del trabajo, la cultura de las drogas como método de control... Y si hubiera dejado esa línea en la canción, habría quedado atada a una clase de atención que no queremos. Odiamos el militarismo y estábamos empezando a ser vistos como algo promilitar. Se publicaron muchas historias que decían que la habíamos grabado, que iba a ser un single, que nuestro sello norteamericano nos había echado... Puros inventos. ¡Hace dos años que no tenemos sello en Estados Unidos!”
Además de Plant, el disco cuenta con otras participaciones. La modelo Kate Moss, amiga de Gillespie desde que ella tenía 15 años, cantó a dúo una versión de “Some Velvet Morning”, que popularizaron Lee Hazelwood y Nancy Sinatra. Jim Reid, ex Jesus & Mary Chain (banda en la que Gillespie tocó la batería), se hace cargo del micrófono en “Detroit”. “Traté de cantarla un par de veces y no pasaba nada”, confiesa el vocalista. “Jim tiene una voz realmente sexy, pero también es bastante melancólica. Es un cantante de blues.” No es nada común que el frontman de una banda sea capaz de cederle su puesto a otro por un rato o de incluir temas en los que él ni siquiera participa de la composición. Pero Gillespie lo ve de otro modo: “Si yo no puedo cantarla, vamos a traer a otro. Haremos lo que sea preciso para hacer un gran puto disco de rocanrol. Hay que hacer lo que resulte mejor para la música”.
Tal vez por la tranquilidad del ego de Gillespie es que Primal Scream se ha convertido en una especie de seleccionado: además de él (ex Jesus & Mary Chain), están Mani Mounfield (ex Stone Roses) y Kevin Shields (ex My Bloody Valentine). “Creo que hemos tenido una buena política en términosmusicales”, afirma el cantante. “Como hemos sido honestos acerca de nuestro uso de drogas, muchas veces la música ha quedado tapada por nuestro estilo de vida. Pero pienso que es un testamento a la ideología musical de la banda que tengamos a gente como Mani y Kevin tocando con nosotros.” Por su fortaleza como banda y por las canciones de Evil Heat, Primal Scream parece estar en su mejor momento. Mani, que ya sobrevivió a Stone Roses y ahora sobrevive a Primal Scream, lo sintetiza perfecto: “Estuvimos a punto de matarnos, pero ahora somos a prueba de balas”.