Jue 06.12.2007
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EMMANUEL HORVILLEUR PRESENTA “MORDISCO”

Sabor tropical

› Por Juan Manuel Strassburger

“Sí, yo soy más tropical”, acepta Emmanuel Horvilleur sobre el cierre de la nota. Y el comentario no refiere al video en clave cumbia que grabó para Música y delirio, su primer disco, sino al insólito frío que aquejó gran parte del país hace unas semanas (¡nevaron las sierras de Córdoba en pleno noviembre!) y que ahora vuelve más destemplada la ya de por sí destemplada librería-café de Palermo donde sucede la entrevista. “La paso mal con el frío. Prefiero mil veces el verano”, dice. Y la confesión es perfectamente aplicable a su música, de la que se ha dicho que es sofisticada, elegante o hasta frívola. Pero de la que no se puede negar que no se lleve bien con el verano, las caminatas en sandalias y la alegría matinal de un estribillo que te sorprende tarareándolo rumbo al trabajo o la facultad.

“Si hay frivolidad en mi música es una frivolidad buscada y filosa. Creo que un frívolo es un tipo que se toma cualquier tipo de reacción a la ligera. Yo cuando hablo de cosas frívolas me propongo ser el mejor”, se defiende Emmanuel. Aunque no hace falta: Mordisco, su reciente tercer álbum, es disfrutable de principio a fin. Y, prejuicios aparte, rankea entre lo más alto del pop pegadizo y seductor que practican desde Miranda! hasta Babasónicos, pasando por Los Látigos, Adicta, Azafata e Infieles, entre otros. En el caso del ex Illya Kuryaki, con el agregado de cierto toque soul del que carecen los anteriores mencionados (por algo las reminiscencias a Stevie Wonder que sobrevuelan sus tres discos solistas, y las alusiones sexuales tan típicas de lírica funk).

Después de un hit tan inesperado como lógico en la era metrosexual (Soy tu nena); y de un segundo disco, Rocanrolero (2004), que confirmó su creciente habilidad para componer adictivas gemas pop como Asesino, No como o Fan (la última con la ayuda de su hermano Lucas Martí, pequeño genio en las sombras), Emmanuel parece haber encontrado el punto justo para atrapar al oyente escéptico y expresar su mundo a la vez. “Todos éstos fueron años que me fui probando a mí mismo. Cuál era el grado que podía alcanzar, el tipo de artista que podía llegar a ser. Y me di cuenta de que una de las cosas que me interesaba era poder llegar a la gente.”

Con letras que estallan en el oído conservador promedio (“Si no puede ser con vos/ me encantaría hacerlo con todo con tu hermana/ Y si tu hermana dice no/ me encantaría seamos mucho más que dos”, canta), Horvilleur también se hizo lugar para retratar sin resentimientos su separación de la actriz Celeste Cid. “‘Hola Emmanuel/ mi novio es él’/ así nomás me presentó a su futuro ex/ Quise reír/ me controlé/ después de todo yo también/ actuaba ese papel”, canta en Hola, la más explícita de las canciones sobre el tema. “Soy una persona melancólica y tengo cierta melancolía en mi vida”, aclara cuando se le comenta que el álbum aborda la ruptura de manera poco desgarradora o melancólica, como es tradición en los discos de divorcio en el rock, desde Blood on Tracks de Bob Dylan hasta Honestidad brutal de Calamaro. “Lo que pasa es que yo quería que fuera un disco up. Hay cosas que decido poner en mi música y otras que prefiero guardar. Igual –puntualiza con una sonrisa–, yo no me divorcié porque nunca me casé.”

–¿Cuesta comprometerse o no tener miedo a que te caguen?

–Yo siento que estoy un poco curtido con eso. Es medio heavy decirlo, pero... (hace un gesto de resignación). Por otro lado, creo en el amor más allá de las relaciones. Que puede haber cariño, respeto. Y después, bueno, si estás bajo el mismo techo o no, es otra cosa. Vos a tu hermano lo amás y capaz que por ahí no podés vivir con él.

Hace unos años, Los Látigos sacaron ¿Cuál es tu rock?, una arenga de tinte glam que cuestionaba los añejos modismos del rock actual. Ahora, en Radios, el hit instantáneo que hace de embajador de Mordisco, Emmanuel inquiere: “¿Y dónde están esas radios modernas/ que pasan esa música que me hace tan bien?”. ¿Más inconformismo con el mainstream actual?

“Siento que falta la música que me sorprenda como cuando era chico”, asegura. Y arremete, divertido: “Yo también necesito que otros me representen, que haya guías. Yo también compro discos y tengo ídolos de rock”. Por eso, dice, “a los pibes de 15 o 20 hay que arengarlos. Me encantaría que Fito (Páez) no hable sólo de Nebbia, Spinetta, Charly García y sus amigos rosarinos; que también se pueda teñir de los pibes que están ahora. Entenderlos. Y si no, que se haga cargo”.

Emmanuel sostiene que esa falta de aliento también la sintió cuando a principios de los ‘90 arrancaba con Illya Kuryaki. “Me acuerdo una vez que Daffunchio de Las Pelotas le tiró una mala onda a Dante, diciendo que el hijo de Spinetta no era Spinetta. Lo cual es una obviedad, porque el hijo es el hijo. La cosa es que a los dos días me lo encuentro a la salida de Sadaic llevando dos bolsas grandes de juguetes... Y no sé. Todavía no pude hilvanar los pensamientos que tengo a partir de eso. Seguramente estaba llevándole regalos a su hijo, que por ahí sí es igual a él. Todavía no lo pude descular bien (risas). Lo que sí sé es que le dio vergüenza que lo viera con esas dos bolsas enormes.”

* Emmanuel Horvilleur presenta Mordisco el 14 de diciembre en La Trastienda.

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