Jueves, 6 de diciembre de 2007 | Hoy
“LUCA”, EL DOCUMENTAL DE RODRIGO ESPINA
Por Roque Casciero
Con los antecedentes a mano, había razones para temer. Porque antes de Luca, el documental de Rodrigo Espina, los abordajes audiovisuales sobre el mito de Luca Prodan habían quedado en un offside tan evidente que no es necesario telebeam alguno. Encima, Ricardo Mollo y Diego Arnedo habían impedido que se usaran las canciones de Sumo en las que ellos tenían créditos autorales: así, la música de la banda iba a ser casi inexistente en la película, un hecho muy difícil de remontar en un documental. Sin embargo, Espina –que empezó a filmar a ese tano pelado apenas lo conoció en los agitados ‘80– logró un retrato intimista sobrecogedor, que por momentos provoca que la garganta se cierre en un nudo, aunque no le escapa al humor ni a la fiereza del rock en estado primitivo (y a la vez elaborado). Como el propio Luca, si se lo piensa un poco.
Uno de los méritos de Espina es haber sacado fuerzas de flaquezas: la película no es un cuentito sobre Sumo, ni indaga en el mito, sino que se mete, principalmente, con el niño y el hombre que fue Prodan antes de desembarcar en las sierras cordobesas huyendo de la heroína. La historia avanza y retrocede sin aferrarse a la cronología, pero sale airosa del riesgo que implica un relato de ese tipo. El eje es siempre la voz de Luca, recuperada de las cartas en casete que le mandaba a su familia y de algunas entrevistas. Es él mismo quien narra, mezclado con los testimonios de su madre y su hermana, de su hermano Andrea (que llegó a Buenos Aires tras sus pasos), de sus amigos de la escuela escocesa de la que se escapó, de los que compartieron la heroína con él en Italia, de Timmy McKern (el manager de Sumo y ahora de Las Pelotas), de Alejandro Sokol, Germán Daffunchio y Superman Troglio, de las novias argentinas, de Stephanie Nuttal (primera baterista de Sumo), de dos viejos paisanos cordobeses que no recordaban el nombre de Luca, pero no habían podido olvidar al pelado que conocieron por ahí... La cámara también se mete en lo que queda de la última morada terrenal del cantante, que contrasta con el lujo de la villa italiana que papá Prodan tenía como casa de campo, en el cuartito que los McKern le ofrecieron a Luca en Córdoba y, desde el material documental del propio Espina, en el backstage de la presentación de Llegando los monos.
El apoyo de la familia y de algunos de los compañeros de Prodan le sirvieron a Espina para mostrar a todos los Luca de carne y hueso; sus propias filmaciones de Sumo, para recordar de modo algo fantasmagórico que ese tipo le cambió la cara al rock argentino. Las entrevistas son reveladoras y muestran la gama de contrastes de la personalidad de Prodan: podía ser el gran caballero en contacto con su lado femenino, pero también la bestia de escenario. Era el hijo que se rebelaba ante el padre germánico y el que sufría con la muerte de la hermana por la heroína a la que él mismo la había introducido. El que se escapó de esa droga para encontrar la ginebra, la fama y el mito en Buenos Aires. El que se ganó el record de azotes en la estricta escuela escocesa. El amante de esa señora cordobesa que bien podría ser la mamá de cualquiera, sin ningún glamour rockero pero con una sonrisa vergonzosa y encantadora. Como no están algunos de los que deberían haber estado, tal vez Luca no sea la película definitiva sobre Luca, pero definitivamente es lo mejor que se ha hecho sobre él. Y, en términos de cine, tal vez sobre todo el rock argentino.
* Luca se verá fuera del circuito comercial del cine: hoy a las 21, el miércoles 12, el jueves 13 y el domingo 16 será exhibida en The Roxy Club, Federico Lacroze y Alvarez Thomas.
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