La puesta que The Police propuso en River fue también abrumadora, y estuvo en sintonía con el espíritu de reencuentros que apareció en 2007, lo que muchos han dado en llamar el negocio de la nostalgia. Pero otra vez, tres músicos que parecen inmunes al paso del tiempo al menos en lo que a interpretación se trata (y en el caso de Sting llega también al cuidadísimo aspecto físico) vinieron a demostrar –esta vez como parte de una gira mundial– que el lugar que tuvieron en los ‘80 no fue un error, ni un capricho del showbuzz, y que el tiempo les ha sentado bien a estos ingleses de pocas palabras. La presentación de The Police no especuló en cuanto a performance, en cuanto a andamiaje tecnológico (sin duda las mejores pantallas que se hayan visto en Buenos Aires). Fue una mixtura entre el sonido de grandes canciones que acompañaron los duros ‘80 y la posibilidad de enviar mensajes (¿de texto?) en una botella mucho más grande, con más colores, con más sabores y texturas. También Roger Waters estuvo cerca de subirse al podio, y la interpretación sobre el buen uso de la nostalgia podría aplicarse también al ex Pink Floyd. El tercer lugar, el show de Björk en el Gran Rex deja en claro que la islandesa podría venir más seguido a Buenos Aires, y hacer más shows, o en algún lugar más grande. Por fuera de las visitas estelares, hubo varias referencias a la buena programación del Personal Fest: Happy Mondays, Tego Calderón, Coco Rosie fueron mencionados en más de una oportunidad, y también fue mencionada la banda revelación de los últimos tiempos: Artic Monkeys. Será una de esos shows sobre los que uno podrá golpearse el pecho y decir: yo los vi cuando apenas hacían un Luna Park.